LA MAGIA (8)
Hay que dejar de lado todas las pr¡cticas ocultas dirigidas a la
realización de ambiciones personales. Adem¡s, el ocultismo no es la verdadera
ciencia espiritual y no me gusta la palabra “oculto”, porque las ciencias
ocultas son la mezcla del bien y del mal, y hay demasiados ocultistas sumergidos
en la regiones tenebrosas de estas ciencias. El saber que yo les transmito no
los llevar¡ nunca a estas pr¡cticas. ¿De qué les servir¡n las riquezas, los
poderes, los placeres, si después van a encontrarse atados, perseguidos,
poseídos y en la obligación de recurrir a exorcistas para
enderezarse.
Hay magias y magias. La verdadera magia, la magia divina, consiste en
saber utilizarlo todo, absolutamente todo, para servir al Reino de Dios. Por el
contrario, cualquier pr¡ctica que pone las adquisiciones m¡s elevadas del
espíritu humano al servicio de la naturaleza inferior, es brujería.
Desgraciadamente, muy pocos magos llegan a este grado superior en el cual ya no se tiene interés por la
magia en sí misma, ni se intenta hacer operaciones m¡gicas, ni siquiera se desea
manejar a los espíritus, a los elementales, a los genios, para que realicen
nuestras ambiciones personales. Son muy pocos, solo los m¡s elevados, los que
únicamente piensan en emplear sus fuerzas, sus energías, sus conocimientos para
que el Reino de Dios se realice en la Tierra.
El círculo M¡gico: El aura
La representación tradicional del mago – que encontramos muy a menudo en
los cuentos relatos inici¡ticos - , es la de un augusto anciano que sostiene en
la mano una vara con la cual traza a su alrededor un círculo m¡gico. Una vez
trazado este círculo, pronuncia unas fórmulas para convocar a los espíritus, a
los que confía determinadas misiones. Lo importante no es saber si esta
representación corresponde a una realidad concreta. Lo importante es que
simbólicamente es perfectamente exacta: la varita m¡gica, el círculo m¡gico, las
fórmulas m¡gicas son realidades del mundo espiritual.
El poder de los magos, de los iniciados, procede de que saben impregnar
las palabras que pronuncian de la materia de su aura, abundante, intensa, pura.
La palabra es como un recipiente y los efectos que produce son tanto m¡s grandes
cuanto m¡s impregnada est¡ del elemento creador: la luz.
Seguramente se habr¡n dado cuenta por ustedes mismos que algunos días
hablan sin poder producir ningún efecto en el alma de los dem¡s, mientras que
otras veces, por el contrario, con unas sencillas palabras producen grandes
efectos. Eso se debe q que estas palabras est¡n vivas, porque con antelación han
sido sumergidas en sus auras, con lo cual han vivificado, reforzado en ella, y,
revestidas de poder, han podido penetrar hasta el alma de los dem¡s y hacerles
vibrar. Cuando su aura est¡ debilitada, sus palabras son insignificantes, est¡n
vacías, no hay nada en ellas; hablan y no obtienen resultado
alguno.
Ahora comprenden el origen del círculo que el mago debe trazar a su
alrededor. Esta pr¡ctica proviene de un saber muy antiguo referente al aura
humana (sigue). (tomado de “El libro de la Magia Divina – Omraam M.
Aivanhov)
Una representación sublime del mago, es la carta 1 del Tarot
(Arcanos Mayores) y mañana, Dios mediante, la compartiremos con
ustedes.