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Asunto: | [gap-argentina] Industria de la mentira y guerra imperialista | Fecha: | Miercoles, 2 de Octubre, 2013 18:04:28 (-0300) | Autor: | Monica Barbagallo <monica.barbagallo @.....com>
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----- Original Message -----
Sent: Tuesday, September 24, 2013 8:22 AM
Subject: Industria de la mentira y guerra imperialista
Bendiciones
Comparto este interesante articulo para nuestro
an¡lisis y reflexión:
Fuente:
Industria de la
mentira y guerra imperialista
Los elementos que conforman la guerra-espect¡culo y que determinan su éxito
est¡n ahora claros.
Domenico Losurdo
En la historia de la industria de la mentira como parte
integrante del aparato militaro-industrial del imperialismo, el año 1989 marcó
un verdadero viraje. Nicolae Ceaucescu se mantiene en el poder en Rumania. ¿Cómo
derrocarlo? Los medios de prensa occidentales comienzan a divulgar masivamente
informaciones e im¡genes del «genocidio» perpetrado en Timisoara por la
policía del propio Ceaucescu.
Los cad¡veres
mutilados
¿Qué había pasado en realidad? Bas¡ndose en el an¡lisis de Guy
Debord sobre la «sociedad del espect¡culo», un ilustre filósofo italiano,
Giorgio Agamben, sintetizó magistralmente este caso:
«Por vez primera en la historia de la
humanidad, cad¡veres que habían sido enterrados hacía poco tiempo o que se
hallaban aún en las mesas de las morgues fueron desenterrados apresuradamente y
mutilados para simular ante las c¡maras de televisión el genocidio destinado a
legitimar un nuevo régimen. Lo que el mundo entero tenía ante sus ojos como la
realidad real en las pantallas de televisión, era la absoluta anti-verdad y,
aunque la falsificación era a veces evidente, fue de todas maneras autentificada
como real por el sistema medi¡tico mundial, para que quedara claro que lo real
no era a partir de entonces otra cosa que un momento del movimiento necesario de
lo falso. Verdad y falsedad se hacían así imposibles de distinguir una de la
otra y el espect¡culo se legitimaba solamente mediante el
espect¡culo.
Timisoara es, en ese sentido, el
Auschwitz de la sociedad del espect¡culo. Incluso se ha dicho que si después de
Auschwitz es imposible escribir y pensar como antes, después de Timisoara ya no
ser¡ posible mirar una pantalla de televisión de la misma manera.» 1
El año 1989 es el año en que el paso de la sociedad del
espect¡culo al espect¡culo como técnica de guerra comenzó a manifestarse a
escala planetaria.
Varias semanas antes del golpe de Estado, o sea antes de la
«revolución de Cinecittà» en Rumania 2, se producía en Praga –el 17 de
noviembre de 1989– el triunfo de la «revolución de terciopelo» con una
consigna inspirada en Gandhi: «Amor y verdad». En realidad, la difusión
de la información falsa según la cual la policía había «matado
brutalmente» a un estudiante desempeñaba un importante papel. Eso es lo que
nos revela, 20 años m¡s tarde y con satisfacción, «un periodista y líder de
la disidencia, Jan Urban», protagonista de aquella manipulación: su
«mentira» tuvo en aquel momento el mérito de suscitar la indignación de
las masas y el derrumbe del régimen, ya debilitado 3.
Algo similar ocurrió en China. El 8 de abril de 1989, Hu Yaobang,
secretario del Partido Comunista Chino (PCCh) hasta el mes de enero de 1987,
sufre un infarto en medio de una reunión del Buró Político y muere una semana
después. La multitud de la Plaza de Tiananmen vincula su deceso al enconado
conflicto político que se había manifestado en el marco de aquella reunión
4. El fallecido se convierte de cierta
forma en víctima del sistema cuyo derrocamiento se desea.
En los 3 casos, el invento del crimen y su denuncia buscan
suscitar la ola de indignación necesaria para favorecer el movimiento de
protesta. Esa estrategia encuentra éxito en Checoslovaquia y Rumania –países
donde el régimen socialista había surgido al calor del avance del Ejército Rojo–
pero fracasa en la República Popular China, fruto de una gran revolución
nacional y social. Y el fracaso mismo se convierte en punto de partida de una
nueva guerra medi¡tica m¡s masiva aún, desencadenada por una superpotencia que
no tolera la existencia de rivales reales o potenciales. Esa guerra medi¡tica
aún se mantiene en vigor. Pero lo cierto es que el momento que define el viraje
histórico es, en primer lugar, Timisoara, «el Auschwitz de la sociedad del
espect¡culo».
«Dar publicidad a los
bebés»
y al cormor¡n
Dos años después, en 1991, se producía la primera guerra del
Golfo. Un periodista estadounidense tuvo el coraje de revelar cómo se desarrolló
«la victoria del Pent¡gono sobre los medios», o sea la «colosal
derrota de los medios implementada por el gobierno de Estados Unidos»
5.
En 1991, la situación no era nada f¡cil para el Pent¡gono –ni para la
Casa Blanca. Había que convencer de que la guerra era necesaria a una población
que aún conservaba en mente el recuerdo de Vietnam. ¿Qué hacer? Diversos
subterfugios van a reducir dr¡sticamente las posibilidades de que los
periodistas hablen directamente con los soldados o de que envíen crónicas
directamente desde el frente. En la medida de lo posible, todo debe ser sometido
a un filtro: la fetidez de la muerte y, sobre todo, la sangre, los sufrimientos
y l¡grimas de la población civil no deben irrumpir en las casas de los
ciudadanos de Estados Unidos –ni de los habitantes del resto del mundo–
contrariamente a lo sucedido en tiempos de la guerra de Vietnam.
Pero el problema central y m¡s difícil de resolver es otro:
¿Cómo demonizar el Irak de Sadam Husein, que años antes había ganado méritos –a
los ojos de los propios Estados Unidos– al agredir el Ir¡n nacido de la
Revolución isl¡mica y antiestadounidense de 1979 y con tendencia al proselitismo
en el Medio Oriente? El proceso de demonización no habría sido difícil si la
víctima de Sadam Husein –Kuwait– hubiese sido un país angelical. Pero la
operación no iba a ser nada f¡cil. Y no sólo debido a la implacable represión
reinante en Kuwait contra toda forma de oposición. Había cosas mucho peores: los
peores trabajos eran para los inmigrantes, víctimas de una «esclavitud de
hecho» que tenía por dem¡s visos de sadismo. Los casos de «serbios
defenestrados, quemados, cegados o asesinados a golpes» no suscitan la menor
emoción 6.
¡Pero se logró! Generosa o fabulosamente pagada, una agencia publicitaria
lo resuelve todo… denunciando que los soldados iraquíes les cortan las
«orejas» a los kuwaitíes que se resisten. Pero el punto culminante de
esta campaña estaba por venir: los invasores habían irrumpido en un hospital
«sacando 312 recién nacidos de sus incubadoras y dej¡ndolos morir de frío
sobre el suelo del hospital de Kuwait» 7. Repetida hasta el cansancio por el
presidente Bush padre, reafirmada por el Congreso, avalada por la prensa m¡s
autorizada e incluso por Amnistía Internacional, esa información tan horrible, y
también detallada, no podía dejar de provocar una enorme ola de indignación:
Sadam Husein era el nuevo Hitler, hacerle la guerra no sólo era necesario sino
adem¡s urgente y quienes se oponían o no parecían convencidos tenían que ser
considerados como cómplices m¡s o menos conscientes del nuevo Hitler. Por
supuesto, esa información era una mentira cuidadosamente fabricada y divulgada.
Precisamente por eso la agencia publicitaria se había ganado su
dinero.
La reconstrucción de ese caso aparece en un capítulo del libro ya
mencionado aquí, con un título apropiado: «Dar publicidad a los recién
nacidos» 8. La verdad es que los recién nacidos
no fueron los únicos que recibieron publicidad. Al inicio de las operaciones de
guerra se difundió en el mundo entero la foto de un cormor¡n que se ahogaba en
el petróleo proveniente de los pozos que Irak había volado. ¿Verdad o
manipulación? ¿Fue Sadam quien provocó la cat¡strofe ecológica? ¿Hay cormoranes
en esa región del mundo y en esa temporada del año? La ola de indignación,
autentica y cuidadosamente manipulada, arrasaba con las últimas muestras
racionales de resistencia.
Fabricación de falsedades, terrorismo de la indignación y
desencadenamiento de la guerra
Viajemos en el tiempo hasta la disolución, o m¡s bien el desmembramiento
de Yugoslavia. Contra Serbia, que había sido históricamente el protagonista del
proceso de unificación de ese país multiétnico, se desencadenaban una tras otra
–en los meses anteriores a los verdaderos bombardeos– sucesivas olas de
bombardeo medi¡tico. En agosto de 1998, dos periodistas, un estadounidense y un
alem¡n, «reportaban la existencia de fosas comunes con 500 cad¡veres de
albaneses entre los cuales había 430 niños, en los alrededores de Orahovac,
donde se habían producidos intensos combates. Otros diarios occidentales
retomaron la noticia y le dieron gran difusión. Pero todo era falso, como
demuestra una misión de observación de la Unión Europea». 9
Pero eso no pone en crisis la f¡brica de falsedades. A inicios del año
1999, los medios occidentales comenzaban a hostigar a la opinión pública
internacional con fotos de cad¡veres amontonados en el fondo de una fosa y a
veces decapitados y mutilados. Las explicaciones y artículos que acompañaban
aquellas im¡genes proclamaban que eran civiles albaneses desarmados masacrados
por los serbios. Pero:
«La masacre de Racak es aterradora, con
mutilaciones y cabezas cortadas. Una escena ideal para suscitar la indignación
de la opinión pública internacional. Pero algo parece extraño en las
características de esa matanza. Habitualmente, los serbios matan sin realizar
mutilaciones … Como nos muestra la guerra de Bosnia, las denuncias de barbaries
cometidas con los cuerpos, huellas de tortura, decapitaciones, son un arma de
propaganda frecuentemente utilizada … Quiz¡s no sean los serbios sino los
guerrilleros albaneses quienes mutilaron los cuerpos.» 10.
O quiz¡s los cad¡veres de las víctimas de uno de los
innumerables enfrentamientos fueron objeto de un tratamiento ulterior, para dar
la impresión de ejecuciones a sangre fría y de un desencadenamiento de furia
bestial, atribuido de inmediato al país que la OTAN quería bombardear 11.
El montaje de Racak no era m¡s que el punto culminante de una campaña de
desinformación obstinada e implacable. Unos años antes, el bombazo del mercado
de Sarajevo había permitido a la OTAN presentarse como la instancia moral
suprema, que no podía tolerar que las «atrocidades» serbias quedasen
impunes. Hoy en día podemos leer, incluso en el diario italiano Corriere della
Sera que «fue una bomba de origen bastante dudoso lo que provocó la masacre
de Sarajevo, desencadenando la intervención de la OTAN» 12. Con ese precedente, Racak nos
parece ahora una especie de reedición de Timisoara, reedición que se prolongó
por varios años. Sin embargo, incluso antes de ese caso, ya se habían registrado
otros éxitos. El ilustre filósofo que había denunciado en 1990 «el Auschwitz
de la sociedad del espect¡culo» que había tenido lugar en Timisoara, se unía
5 años m¡s tarde al coro dominante criticando de manera maniquea «el súbito
deslizamiento de las clases dirigentes ex comunistas hacia el racismo m¡s
extremo (como en Serbia, con el programa de “purificación étnica”)»
13. Después de haber analizado con
agudeza la tr¡gica ausencia de diferenciación entre «verdad y falsedad»
en el marco de la sociedad del espect¡culo, Agamben acababa por confirmarla
involuntariamente al acoger expeditivamente la versión (o sea la propaganda de
guerra) difundida por el «sistema medi¡tico mundial», que él mismo había
designado anteriormente como fuente principal de la manipulación. Después de
haber denunciado la reducción de lo «verdadero» a «un momento del
necesario movimiento de lo falso», reducción implementada por la sociedad
del espect¡culo, Agamben se limitaba a conceder una aparencia de profundidad
filosófica a ese «verdadero» reducido precisamente a «un momento del
necesario movimiento de lo falso».
Por otro lado, un elemento de la guerra contra Yugoslavia nos remite, m¡s
que a Timisoara, a la primera guerra del Golfo: el papel de los public
relations.
«Milosevic es un hombre esquivo, no le
gusta la publicidad, no le gusta mostrarse ni hacer discursos públicos. Parece
que en el momento de los primeros anuncios de la descomposición de Yugoslavia,
Ruder&Finn, la compañía de relaciones públicas que trabajaba para Kuwait en
1991, fue a verlo para proponerle sus servicios. Y la pusieron de patitas en la
calle. En cambio, Ruder&Finn fue contratada por Croacia, por los musulmanes
de Bosnia y los albaneses de Kosovo a cambio de 17 millones de euros al año,
para proteger y promocionar la imagen de los tres grupos. ¡E hizo un excelente
trabajo! James Harf, director de Ruder&Finn Global Public Affairs, afirmaba
… en una entrevista: “Logramos hacer coincidir, en la opinión pública, a serbios
y nazis … Somos profesionales. Tenemos un trabajo que hacer y lo hacemos. No nos
pagan por dedicarnos a la moral”» 14.
Veamos ahora la segunda guerra del Golfo. En los primeros días de febrero
de 2003, el secretario de Estado estadounidense, Colin Powell, mostraba al
Consejo de Seguridad de la ONU las im¡genes de los laboratorios móviles de
producción de armas químicas y biológicas que supuestamente poseía Irak. Algún
tiempo después, el primer ministro brit¡nico Tony Blair reforzaba la dosis:
Sadam Husein no sólo tenía esas armas sino que ya había elaborado planes para
utilizarlas y podía activarlas «en 45 minutos». Y de nuevo venía el
espect¡culo que, m¡s que el preludio de la guerra, constituía en sí el primer
acto de guerra, con la advertencia contra un enemigo que el género humano tenía
que liquidar a toda costa.
Pero el arsenal de mentiras usadas o por usar iba mucho m¡s all¡. En su
empeño por «desacreditar al líder iraquí a los ojos de su propio pueblo»,
la CIA se proponía «divulgar en Bagdad un documento filmado donde se revelaba
que Sadam era gay. El video debía mostrar al dictador iraquí en plena relación
sexual con un muchacho. Tenía que dar la impresión de haber sido filmado con una
c¡mara oculta, como si fuera una grabación clandestina». También se estudiaba
«la posibilidad de interrumpir las transmisiones de la televisión iraquí con una
edición extraordinaria –falsa– del noticiero de televisión en la que se
anunciaría que Sadam había dimitido y que todo el poder había pasado a manos de
su hijo, el temido y odiado Uday» 15.
El Mal tenía que ser denunciado y estigmatizado mientras que el Bien
debía aparecer en todo su esplendor. En diciembre de 1992, los Marines
estadounidenses desembarcaban en el litoral de Mogadiscio. Para decirlo con m¡s
exactitud, desembarcaban allí 2 veces, pero la repetición de la operación no se
debía a dificultades militares ni de logística. Había que demostrarle al mundo
que, adem¡s e incluso antes de ser una formación militar de élite, los Marines
estadounidenses eran una organización benéfica y caritativa que traía esperanza
y sonrisas al pueblo somalí víctima de la miseria y el hambre. La repetición del
desembarco-espect¡culo tenía como objetivo corregir detalles erróneos y
defectos. Un periodista que fue testigo del hecho explicaba:
«Todo lo que est¡ pasando en Somalia y
lo que va a producirse en las próximas semanas es un show militaro-diplom¡tico …
Realmente, una nueva época en la historia de la política y de la guerra comenzó
en aquella extraña noche de Mogadiscio … La “Operación Esperanza” fue la primera
operación militar que no sólo se filmó en vivo para las c¡maras de televisión
sino que adem¡s se pensó, se construyó y se organizó como un show de televisión»
16.
Mogadiscio era la contraparte de Timisoara. Unos años después de haber
puesto en escena la representación del Mal (el comunismo que al fin se
desplomaba) se montaba la representación del Bien (el Imperio estadounidense que
surgía del triunfo obtenido en la guerra fría). Los elementos que conforman la
guerra-espect¡culo y que determinan su éxito est¡n ahora claros.
Domenico Losurdo
Profesor de Historia de la Filosofía en la
Universidad de Urbino (Italia). Dirige, desde 1988, la Internationale
Gesellschaft Hegel-Marx für Dialektisches Denken y es miembro fundador de la
Associazione Marx XXIesimo secolo. Último libro publicado: La
non-violenza, Una storia fuori dal mito (Laterza,
2010).
Algunos de los temas tratados en este trabajo se
abordan en el último capítulo del libro Le langage de l’empire.
Lexique de l’idéologie états-unienne, publicado en francés por Editions
Delga, que saldr¡ a la venta el 13 de septiembre de 2013.
Este trabajo fue traducido al español por la Red
Voltaire a partir de la versión al francés de Marie-Ange
Patrizio
Notas:
1 Mezzi senza fine. Note sulla
politica, por Giorgio Agamben, Bollati Boringhieri, Turín, 1996, p. 67, y citado
en Le langage de l’Empire. Lexique de l’idéologie états-unienne, por Domenico
Losurdo, Delga, París, 2013, p. 313.
2 La fine delle democrazie popolari.
L’Europa orientale dopo la rivoluzione del 1989, por François Fejto, Mondadori,
Milan, 1994, p. 263.
3 «A rumor that set off the Velvet
Revolution», por Dan Bilefsky, in International Herald Tribune del 18 del
noviembre de 2009, pp. 1 e 4., citado en Losurdo 2013, p. 313.
4 La Chine, por Jean-Luc Domenach y
Philippe Richer, Seuil, París. 1995, p. 550.
5 Second Front. Censorship and
Propaganda in the Gulf War, por John R. Macarthur, Hill and Wang, Nueva York,
1992, p. 208 et 22.
6 Macarthur 1992, p.
44-45.
9 «La via verso la guerra», por Roberto
Morozzo Della Rocca, in suplemento del n. 1 (Quaderni Speciali) de Limes.
Rivista Italiana di Geopolitica, 1999, pp. 11-26.
10 Morozzo della Rocca, 1999, p. 24, y
citado en Losurdo 2013, p. 314.
11 Racak. De l’utilité des massacres,
tomo II, por Fréderic Saillot, L’Harmattan, París, 2010, p. 11-18.
12 «Le vittime e il potere atroce delle
immagini», por Franco Venturini, in Corriere della Sera del 22 de agosto de
2013, pp. 1 et 11.
13 Agamben 1995, p.
134-35.
14
«Milosevic visto da vicino», por Jean Toschi
Marazzani Visconti, Suplemento del n. 1 (Quaderni Speciali) de Limes. Rivista
Italiana di Geopolitica, 1999, pp. 27- 34.
15 «La Cia girò un video gay per far
cadere Saddam», por Enrico Franceschini, en La Repubblica, 28 de mayo de 2010,
p. 23.
16 «Quello sbarco da farsa sotto i
riflettori TV», por Vittorio Zucconi, en La Repubblica del 10 de diciembre de
1992.
LUIS
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