10 razones para integrar espiritualidad
y política
Publicado julio 18, 2013

Una
espiritualidad que est¡ fuera de la política, constituye
meramente una teoría o una lógica mental. Y una política vacía
de espiritualidad es totalmente ilegítima. Y es en el fondo
esta ilegitimidad por lo que nuestra población ve en la
política, y decide no votar.
La mayor parte de los chilenos, y también
muchos ciudadanos del mundo, manifiestan su desagrado abierto
en contra de la política y los políticos. Simplemente, la
forma en que se practica la política hoy en día no satisface a
nadie.
Esto se manifiesta de muchas maneras,
pero la m¡s clara es la abstención de millones de votantes.
Esta abstención masiva es la fuente m¡s fuerte de
debilitamiento de nuestra democracia. Si la abstención en las
próximas elecciones presidenciales es igual a la de las
elecciones de alcaldes y concejales, una mayoría solamente
significaría un poco m¡s del 20% del electorado. Una soberanía
ilegítima.Esta situación tiene que cambiar de raíz. Debemos
humanizar a la política, y debemos hacer que los procesos
políticos sean realmente ciudadanos.
Personalmente pienso que debemos poner mucha m¡s atención a
nuestra espiritualidad como nación: nuestra conciencia
colectiva, sentido de identidad, sentimiento de pertenencia,
reconocimiento de quiénes somos y hacia dónde vamos, pr¡cticas
de crecimiento interior, reconocimiento de que buscamos un
bienestar tanto material como espiritual, y mucho m¡s.
En nuestro caso como chilenas y chilenos, debemos saber que
nuestra Constitución Política, en su Artículo 1º establece que
el Estado debe “crear las condiciones sociales que permitan a
todos y cada uno de los integrantes de la comunidad nacional
su mayor realización espiritual y material posible, con pleno
respeto a los derechos y garantías…”. Es decir, debemos tener
un sistema político que asegure la realización material y
espiritual de todos los chilenos. Esta es una garantía
constitucional b¡sica para nuestro mundo multi-religioso y el
mundo de importantes grupos de búsqueda interior.
Para eso debemos integrar a la
espiritualidad y la política. Una espiritualidad que est¡
fuera de la política, constituye meramente una teoría o una
lógica mental. Y una política vacía de espiritualidad es
totalmente ilegítima. Y es en el fondo esta ilegitimidad por
lo que nuestra población ve en la política, y decide no votar.
En la pr¡ctica cotidiana, hay muchas razones por las cuales
debemos integrar la espiritualidad y la política:
1 . La mayor
parte de las decisiones y desafíos que confrontan los
gobiernos y los gobernantes poseen una gran dimensión de
car¡cter ético o moral. Es muy poco usual ver a los
políticos envueltos en decisiones meramente de contenido
técnico. Aún m¡s, muchas decisiones que aparecen estar dentro
del ¡rea económica, son en la pr¡ctica de tipo humanistas,
institucionales, de derechos, sociales, éticas, morales y
espirituales.
2. La
espiritualidad dentro de la política, y los valores
colectivos que la envuelven, representan un freno a las
pérdidas cuantiosas de los recursos destinados al desarrollo
económico y social. Estudios internacionales sobre
la productividad de los recursos asignados al desarrollo
demuestran que cerca del 25% de todos esos recursos financian
distintas formas de corrupción. Esto lo sabe y lo siente la
mayoría de los ciudadanos (“ellos est¡n en la política para
robar”). ¡La ciudadanía quiere ver otra manera de hacer
política! Una política transparente y responsable envolviendo
los valores de interdependencia, cooperación, solidaridad,
justicia, equidad, amor y compasión.
3. Las
distintas formas de hacer política –con o sin
espiritualidad- conllevan diferentes formas de liderazgo.
A medida que la conciencia humana evoluciona también
evolucionan las formas de liderazgo. Es así como las
definiciones de un buen líder, o de lo que constituye un buen
liderazgo, han cambiado. Se busca al líder político
integrador y no separador, con un alto car¡cter colectivo
para todos –una esencia fundamental de la política-. Es un
liderazgo de nación y no sólo de partidos políticos. La
semilla espiritual de la política es el servicio. La
espiritualidad y el desarrollo interno de los ciudadanos son
esenciales para una nueva forma de hacer política.
4. La
espiritualidad solamente tiene sentido cuando est¡ inmersa
en la realidad humana y los seres vivientes. La
espiritualidad no puede estar separada o ser practicada como
algo ajeno a la pobreza, desigualdad, destrucción ambiental,
marginalización… Como la espiritualidad es la cuna de nuestra
identidad y su autorrealización individual y colectiva, la
espiritualidad es y debe ser el centro neur¡lgico de todas las
decisiones políticas/públicas, y transformarse en el camino a
la integración de las necesidades que van m¡s a all¡ de lo
material. No somos números, ni debemos ser tratados
simplemente como factores de la producción (mano de obra).
5. Las
tendencias que se necesitan hoy marcan una evolución
política que debe ir en la dirección de un sistema político
y social basado en los valores que le ganan al poder y el
ego. No podremos concebir en el futuro una política
vacía de valores. Todos debemos estar envueltos en crear esta
arquitectura de valores, d¡ndole una prioridad a los valores
colectivos, internos, y espirituales. Estos valores de
naturaleza colectiva no son solamente palabras sino “estados
del ser” que debemos auto realizar; de lo contrario perdemos
el verdadero norte de la política.
6. La realidad
es que nuestro pueblo demanda una nueva forma de gobernar,
que sea m¡s compasivo, humanitario, justo, protector,
solidario,…, particularmente cuando se promueve un
sistema de economía neo-liberal. La frustración ciudadana
aparece como resultado de ver que la política no se ve como la
forma m¡s eficaz para combatir, por ejemplo, la pobreza y
desigualdad, integración, respeto a los pueblos originarios,
realización de los derechos humanos y apoyar fuertemente la
protección social y la defensa ciudadana. Queremos ver a la
política m¡s all¡ de la economía y finanzas. Se requiere un
cambio del saber, tener y hacer política al SER de dicha
política.
7. La política
es el espejo directo de la conciencia colectiva, la que
juega un rol preponderante en la vida y el bienestar de una
nación. La conciencia colectiva determina la
agilidad, el flujo, la calidad y la sabiduría de la política,
la cual no es solamente el poder de un grupo político. Esto
llama a la no-discriminación e inclusión, y abrazar formas
diferentes y beneficiosas de interacción humana para todos y
no para una elite. La espiritualidad fortalece la identidad
colectiva y actúa como un vehículo eficaz para aumentar
nuestra consciencia colectiva.
8. Las personas
saben que los resultados materiales de las propuestas hechas
por la mayor parte de los políticos no han dado los
resultados esperados. Este es casi un fenómeno
universal. Hay un descontento generalizado que se ha traducido
en m¡s estrés social, enfermedades derivadas de ese estrés y
contaminación ambiental, violencia y muchos otros efectos
negativos de la política. La solución a este fenómeno es traer
a la política nuevas formas de identidad, un nuevo sentido de
pertenencia, mejores plataformas de nuestra ciudadanía, y una
interacción amplia y colectiva. Muchas de las soluciones a
problemas críticos como son la inseguridad, violencia, drogas,
paz, etc., tienen sus fundamentos en las conciencias de la
ciudadanía y no en el poder político.
9. La
integración de la política y la espiritualidad conlleva
cambios profundos en las definiciones y nociones de
bienestar humano y de todos los seres vivos. En
una política sin espiritualidad prima una noción estrictamente
aritmética y material del ser humano y de los procesos de
gobernabilidad traducida, por ejemplo, en puntos de producto
geogr¡fico bruto per-c¡pita, asignaciones presupuestarias y
nociones tradicionales de eficiencia económica y
competitividad. Esta noción material no es suficiente para
saber cómo est¡ la población como resultado de la política.
Índices de satisfacción, felicidad, pertenencia, integración y
otros, deben ser incorporados a la política.
10. La esencia
es que una política con espiritualidad debe imperar sobre
una política sin espiritualidad. La política con
espiritualidad pondr¡ atención a la creación, al vecino, a las
generaciones futuras, a los de la tercera edad, a las mujeres,
a la naturaleza, y a los valores colectivos. Esa política
vacía de la espiritualidad es responsable de: la pobreza
profunda en nuestros países; la exclusión de nuestros pueblos
originarios y otras etnias, profesiones y géneros; la
discriminación de varias formas incluyendo lo económico,
social, institucional y político; la violación constante de
los derechos humanos y de los animales; la destrucción
ambiental acelerada; la falta de justicia en todos los
¡mbitos; la inseguridad y falta de oportunidades; la violencia
de todo tipo y las violaciones del protocolo de la vida; y
mucho m¡s. Es imposible practicar la política sin
espiritualidad. No todo es materia.
La política separada de la espiritualidad
nos lleva a una dualidad entre lo que hacemos, sabemos, y
tenemos, con lo que somos. Somos seres espirituales viviendo
una experiencia material y no seres materiales viviendo una
experiencia espiritual. Hoy sabemos que lo de afuera refleja
mucho nuestro estado interno, y vice-versa. Una nación libre y
soberana debe alcanzar altos niveles de libertad y soberanía
externa e interna de sus ciudadanos.
No todo es dinero. La materia y el dinero
representan energías espirituales profundas como son la
confianza, el intercambio y el bienestar que arrojan. No hay
ningún acervo material que no tenga una contrapartida
espiritual.
La política sin espiritualidad aliena al
individuo, conlleva sufrimiento y dolor, destruye la familia y
divide nuestra sociedad. Política con espiritualidad unir¡ a
Chile, fortalecer¡ todas nuestras instituciones y nutrir¡ la
felicidad de todos. Sin una espiritualidad colectiva podemos
seguir siendo un país pero nunca seremos una nación.
Necesitamos una forma de política que asegure una transición
pacífica cuando Chile experimente un cambio en los patrones de
la globalización y la forma actual de hacer economía.
Chile debe alcanzar un balance entre la
transformación material y la transformación espiritual, entre
la transformación individual y colectiva, y entre la
transformación externa e interna.
No queremos un Chile que sea materialmente rico y
espiritualmente pobre.
Alfredo
Sfeir Younis
Economista y miembro
del Partido Ecologista Verde