Cuando Alejandro observó su imperio, lloró porque ya no habÃa nada más que conquistar.
Solo el agotamiento de sus hombres y la inoportuna muerte de Alejandro el 323 AEC a la edad de 32 años, pusieron fin a la conquista griega del mundo. Se dice que cuando Alejandro observó su Imperio, lloró porque ya no habÃa nada más que conquistar. Su vasto Imperio no sobrevivió a su muerte, sino que se fragmentó en tres grandes trozos con centros en Grecia, Egipto y Siria, y controlados por sus antiguos generales.
En su máxima expansión, el imperio de Alejandro se estiró desde Egipto hasta India. Construyó seis ciudades griegas, todas llamadas AlejandrÃa. (Sólo la AlejandrÃa de Egipto sobrevive hasta el dÃa de hoy). Estas ciudades, y los griegos que se asentaron en ellas, llevaron la cultura griega al centro de las antiguas civilizaciones de Mesopotamia.
Los griegos no sólo eran imperialistas militares sino que también imperialistas culturales. Los soldados y los pobladores griegos llevaron sus formas de vida —su lenguaje, arte, arquitectura, literatura y filosofÃa— al medio oriente. Cuando la cultura griega se mezcló con la cultura del medio oriente, se creó un nuevo hibrido cultural —Helenismo (Hellas es la palabra griega para Grecia)— cuyo impacto serÃa mucho más grande y durarÃa mucho más que el corto periodo del imperio de Alejandro. Ya sea a través de las fuertes batallas, el arte, la arquitectura o la filosofÃa, la influencia del Helenismo en el Imperio Romano, en el Cristianismo y en el Oeste fue monumental. Pero es la interacción entre los judÃos y los griegos, y el impacto del Helenismo sobre el judaÃsmo lo que queremos ver más en profundidad.
DesvÃo hacia Israel
Durante su campaña militar contra Persia, Alejandro se desvió hacia el sur, conquistando Tiro y luego Egipto, pasando por lo que hoy en dÃa es Israel. Hay una historia fascinante acerca del primer encuentro entre Alejandro y los judÃos de Israel, quienes se encontraban bajo el dominio del imperio persa.
La narración respecto a la primera interacción entre Alejandro y los judÃos se encuentra registrada tanto en el Talmud (Yomá 69a) como en el libro "Antigüedades JudÃas" del historiador judÃo Flavio Josefo (XI, 321-47). En ambos relatos el Sumo Sacerdote del tempo de Jerusalem, temiendo que Alejandro fuera a destruir la ciudad, salió a su encuentro antes de que llegara a la ciudad. La narración describe como Alejandro, al ver al Sumo Sacerdote, se bajó de su caballo e hizo una reverencia (Alejandro raramente, quizás nunca, se postraba ante alguien). En el relato de Flavio Josefo, cuando el general Parmerio le preguntó la razón, Alejandro respondió: "No hice una reverencia ante él, sino ante el Dios que lo ha honrado con el Sumo Sacerdocio; pues he visto a esta misma persona en un sueño, con esta misma apariencia".
Como tributo a su apacible conquista, los sabios declararon que los primogénitos de aquella época fueran llamados Alejandro – el cual sigue siendo un nombre judÃo hasta el dÃa de hoy.
Alejandro interpretó la visión del Sumo Sacerdote como un buen presagio, y por tanto se apiado de Jerusalem, absorbiendo pacÃficamente a la tierra de Israel en su creciente imperio. Como tributo a su conquista apacible, los sabios declararon que los primogénitos de aquella época fueran llamados Alejandro, el cual sigue siendo un nombre judÃo hasta el dÃa de hoy. Y el dÃa de aquel encuentro, 25 de Tevet, fue declarado una festividad menor.