No pocos analistas consideran que la crisis en el Congo, también
llamada la primera gran guerra africana, en realidad es una batalla por
explotar el ochenta por ciento de las reservas de coltán en el mundo,
ubicadas precisamente en territorio de la República Democrática del Congo.
El coltán es un mineral compuesto por columbita y tantalita (coltán)
que se necesita en la industria de la telefonía celular, las laptops, los
misiles balísticos, las telecomunicaciones y toda industria que utiliza su
refinado tantalum metálico, un polvo resistente al calor y a altas cargas
eléctricas.
Vital para crear condensadores, la revolución tecnológica ha llevado a
que un kilogramo de coltán se cotice en 400 dólares, pese a que se extrae
a través de mano de obra barata con los mismos mecanismos de lavado y
cernidores con los que se extraía el oro en el siglo XIX.
Del coltán también se obtiene el niobio, utilizado en la aleación de
acero de oleductos y centrales nucleares, y necesario para el desarrollo
de los trenes magnéticos, según se explica en un informe publicado por El
País de Madrid el año pasado, donde se denuncia el negocio mundial del
mineral congolés.
La guerra y la muerte
Las propias Naciones Unidas han denunciado en un informe que países
vecinos al Congo, como Ruanda y Burundi (dos naciones creadas en los años
de guerra fría) están implicadas en el contrabando de coltán congolés, y
han exportado el producto por 250 millones de dólares, aunque no lo
producen.
La extracción del coltán es la verdadera explicación para algunas de
las invasiones sufridas por el Congo, e incluso la explicación de las
matanzas de elefantes y gorilas, que sirvieron de alimento a los mineros y
los milicianos contratados para custodiar su trabajo.
También fue el coltán la razón por la que en 1997 se derrocó al
dictador Mobutu Sese Sekjo, gracias a un ejército común del ruandés Paul
Kagame y del ugandés Museveni, quienes colocaron en el poder del Congo a
Laurent Kabilia, quien luego resultó asesinado y sustituido por su hijo
Joseph.
Sin embargo, Naciones Unidas no ha resuelto aprobar un embargo de la
producción congolesa del coltán y el propio norteamericano William Lacy
Swing, principal dirigente de la Monuc, aceptó ante LA REPUBLICA en
Kinshasa que existen presiones internacionales para no tomar esa
decisión.
Intereses mundiales
Nokia, Sony, Bayer, Ericsonn, Hitachi, Siemens, Intel, IBM, y otras
trasnacionales que se disputan el coltán mundial, han dicho públicamente
que no adquirirán el mineral ilegalmente del Congo, y centran sus compras
en Australia, el principal productor mundial.
El negocio de la telefonía celular y el armamentismo "inteligente" ha
creado un mercado ilegal de coltán congolés, que por distintos caminos
termina en la industria de las telecomunicaciones como proveniente de
Tailandia o Brasil, pequeños productores legales, luego de pasar por el
mercado Belga.
Ese contrabando de minerales no ha sido prohibido por la ONU, que en la
nueva misión otorgada a la Armada uruguaya en los lagos Alberto y Kivu,
deberá impedir el tráfico ilegal de armas, pero no podrá tocar ninguna
embarcación que transporte coltán, oro, diamantes u otras riquezas.
Lo paradójico del caso es que en el Congo no existe una red de
telefonía nacional y los ciudadanos congoleses y extranjeros (la mayoría
miembros de la burocracia de la propia ONU) sólo pueden comunicarse a
través de celulares fabricados por trasnacionales con el propio coltán del
Congo. *