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Asunto: | [gap-argentina] Que Es El Sufismo | Fecha: | Domingo, 9 de Junio, 2002 12:18:43 (-0400) | Autor: | Enrique Yañez Z <enrioc70 @.......com>
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Publicado y distribuido Editorial
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Espana Telephone (93) 211.46.12; Fax (93)
417.91.73

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Presencia
Viva El
Camino Sufi
 Kabir Edmund
Helminski Traducción
de Gaston Fontaine |
 Que
Es El Sufismo El Sufismo es
menos una doctrina o un sistema de creencias que una experiencia y una
forma de vida. Es una tradición de iluminación que lleva adelante la
verdad esencial a través del tiempo. Tradición que, sin embargo, debe ser
concebida en un sentido vital y dinámico. Su expresión no debe permanecer
limitada a las formas religiosas y culturales del pasado. La verdad del
Sufismo requiere reformulación y expresión nueva en cada época.
 Esto no significa que el Sufismo vaya
a transigir en su desafío con una sociedad obstinadamente materialista. Es
y seguirá siendo una crítica al espíritu mundano- gracias al cual nace
todo lo que nos hace olvidadizos de la Divina Realidad. Es y debe ser una
vía de escape del laberinto de una cultura materialista en bancarrota. Más
importante, sin embargo, es una invitación a lo significativo y al
bienestar.
 El Sufismo, tal como lo conocemos, se
desarrolló dentro de la matriz cultural del Islam. La revelación Islámica
se presentó a sí misma como la última expresión del mensaje esencial
traído a la humanidad por los profetas de todas las épocas. El Corán
reconoce la validez de 120.000 profetas, o mensajeros, que han venido a
despertarnos de nuestro mezquino egoísmo y recordarnos nuestra naturaleza
espiritual. Confirmó la validez de revelaciones pasadas, al mismo tiempo
que aseveraba que el mensaje original fue a menudo distorsionado en el
transcurso de los siglos.
 El llamado del Sufismo a la universalidad se
basa en el amplio reconocimiento de la existencia de un sólo Dios, el Dios
de todas las personas y de todas las verdaderas religiones. El Sufismo
entiende ser la sabiduría hecha realidad por los grandes profetas-
incluyendo explícitamente a Jesús, Moisés, David, Salomón, y Abraham,
entre otros, e incluyendo implícitamente a otros seres iluminados
innominados de cada cultura.
 En el mundo Occidental de hoy existen diversos
grupos bajo el nombre de Sufismo. Por un lado, están los que sostienen que
no puede existir un verdadero Sufismo sin la valoración y práctica de los
principios del Islam. Por otro lado, algunos grupos ignoran más o menos
las raices Islámicas del Sufismo y toman sus enseñanzas de más atrás, de
Sufis que pueden o no haber tenido contacto con enseñanzas específicamente
Islámicas. Mas aún, hay quienes aceptan el Sufismo tanto en su esencia
como en su forma, mientras hay otros que son Sufis en la esencia pero no
en la forma. En mi opinión, una valoración y comprensión del Corán, de los
dichos de Muhammad, y del Sufismo histórico es de incalculable valor para
el caminante de la vía Sufí.
 Históricamente, el Sufismo no fue concebido
como separado de la esencia del Islam. Todos sus maestros trazaron su
iluminación a través de una cadena de transmisión que partía en Muhammad.
Aunque pudieron disentir con ciertas interpretaciones del Islam, nunca
cuestionaron la validez esencial de la revelación Coránica, ni fueron
fundamentalistas en el sentido de interpretar rígidamente esa revelación o
de desacreditar otras creencias. Muy frecuentemente ellos representaron
los más altos logros dentro de la cultura Islámica y fueron una fuerza de
tolerancia y moderación.
 Durante catorce siglos la vasta tradición Sufí
ha contribuido con un cuerpo de literatura sin par en la tierra. De algún
modo los principios directrices del Corán, y la heróica virtud de Muhammad
y sus acompañantes generaron un ímpetu que permitió que floreciera una
espiritualidad de amor y consciencia. Aquellos que siguen la vía Sufí hoy
son los herederos de un inmenso tesoro de sabiduría y literatura.
 Comenzando con sus raices en el
tiempo de Muhammad, el Sufismo ha crecido orgánicamente como un árbol de
muchas ramas. La causa de la ramificación ha sido con frecuencia la
aparición de un maestro iluminado cuyos métodos y contribuciones a la
enseñanza han sido suficiente para comenzar una nueva línea de
crecimiento. Estas ramas generalmente no ven a las demás como rivales. Un
Sufí, en algunos casos, puede ser iniciado en más de una rama para recibir
la gracia (baraka) y conocimientos de determinadas órdenes.
 Hay poco cultismo en el trabajo de
los Sufis. Los Sufis de una orden pueden, por ejemplo, visitar las
asambleas de otras. Incluso el carisma de un maestro en particular es
siempre considerado desde el punto de vista de que es íntegramente un don
de Dios. El carisma tiene valor en cuanto puede atar corazones de
estudiantes a un ser humano que representa la verdad de la enseñanza, pero
existen muchas salvaguardias para recordarle a todos que el culto a la
personalidad y el orgullo excesivo por la propia afiliación son formas de
idolatría, es decir, un gran pecado.
 Si hay una verdad central que el Sufismo
distingue, es la unidad de ser, el hecho de que estamos integrados con lo
Divino. Esta es una verdad que nuestra era está en inmejorable posición de
apreciar- emocionalmente, debido a la contracción del mundo gracias a las
comunicaciones y el transporte, e intelectualmente, debido a los
desarrollos de la física moderna. Somos Uno: una comunidad, una ecología,
un universo, un ser. Si es que hay una verdad digna de ese nombre, es que
formamos un todo con la Verdad, que no estamos separados de ella. La
comprensión de esta verdad tiene efectos en nuestro sentido de quienes
somos, en nuestra relación con los demás y con todos los aspectos de la
vida. El Sufismo tiene que ver con la comprensión de la corriente de amor
que corre a través de toda forma de vida, con la unidad detrás de las
formas.
 Si es que el Sufismo
tiene un método central, éste es el del desarrollo de la presencia y del
amor. Sólo la presencia puede despertarnos de nuestra esclavitud respecto
del mundo y de nuestros propios procesos sicológicos, y sólo el amor
cósmico puede abarcar lo Divino. El amor es la más alta activación de la
inteligencia, pues sin él nada grande se lograría, ya sea espiritualmente,
artísticamente, socialmente, o científicamente.
 El Sufismo es el atributo de aquellos que
aman. Los amantes son personas que son purificadas por el amor, libres de
sí mismas y de sus propias cualidades y completamente atentas al Amado. En
otras palabras los Sufis no están inmersos en el servicio por alguna
cualidad propia, pues ellos ven todo lo que son y tienen como
perteneciente a la Fuente. Un antiguo Sufí, Shebli, decía: " El Sufí no ve
nada más que a Dios en los dos mundos."
 Este libro es acerca de un aspecto del
Sufismo: la presencia, y cómo se puede desarrollar esta presencia y usarla
para activar nuestras cualidades humanas esenciales. Abu Muhammad Mutaish
dice: “El Sufi es aquel cuyo pensamiento va al mismo paso que su pie, es
decir, está enteramente presente: su alma está donde su cuerpo está, y su
cuerpo donde su alma está, y su alma donde su pie está, y su pie donde su
alma está. Este es el signo de la presencia sin ausencia. Otros dicen lo
contrario: ‘El está ausente de sí mismo pero presente ante Dios’. No es
así: el está presente consigo mismo y con Dios.”
 Vivimos en una cultura que ha sido descrita
como materialista, alienante, neuróticamente individualista, narcisista, y
más aún, vivida con ansiedad, vergüenza, y culpa. Desde el punto de vista
Sufi, la humanidad hoy en día está sufriendo la peor de las tiranías, la
tiranía del ego. Adoramos innumerables ídolos falsos, pero todos ellos son
formas del ego.
 Hay muchas maneras en que el ego humano puede
usurpar incluso los más puros valores espirituales. El verdadero Sufí es
aquel que no reclama para sí ninguna virtud ni verdad, sino que vive una
vida de presencia y amor abnegado. Más importante que lo que creemos es la
forma en que vivimos. Si ciertas creencias conducen al exclusivismo, a la
hipocresía, y al fanatismo, el problema está en la vanidad del creyente y
no en la creencia. Si el remedio aumenta la enfermedad, es necesario un
remedio aún más básico.
 La idea de presencia con amor puede ser el
remedio más básico para el materialismo prevaleciente, para el egoísmo, y
la inconsciencia de nuestra era. En nuestra obsesión con nuestros falsos
yoes, en nuestro darle la espalda a Dios, hemos perdido nuestro Yo
esencial, nuestra chispa divina. Olvidando a Dios nos hemos olvidado de
nosotros mismos. Recordando a Dios empezamos a recordarnos nosotros
mismos.
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Presencia
Viva se propone aportar a la cultura occidental de hoy los conocimientos
procedentes de las más claras fuentes de la sabiduría tradicional sufi, a fin de
convertir al hombre y a la mujer contemporáneos en personas nobles y
responsables cuyas perspectivas de vida interior sean más gratas y amplias.
Efectivamente, tal como el autor afirma, el ser humano tiene la posibilidad de
despertar del sueño de las vanas ilusiones, agudizar su consciencia, ampliar sus
conocimientos y profundizar en la comprensión de la realidad. Puede también
aminorar su dependencia de los deseos mundanos, eliminar los trastornos
emocionales y superar las distracciones de la mente. Puede, descubrir en sí
mismo los sutiles hilos qu lo unen al Gran Ser Universal.
 Según el camino sufi, tal como dice Rumi, si vemos
el vuelo de una flecha pero no vemos el arco que la ha disparado, ello no
significa que el arco no exista. En cierta manera pues, la enseñanza sufi se
reduce a la búsqueda de ese arco primigenio y esencial. Pero no lo hace a través
de la acumulación de conocimientos sino por la realización y el descubrimiento
interior de la "presencia viva", ese "pensar con el corazón" tal como expresa la
tradición, la unión con la sabiduría más profunda.
 Kabir E.
Helminski es Sheik de la Orden Mevlevi, fundada por Jalaluddin
Rumi. Desde hace màs de veinte años se dedica a la enseñanza del sufismo
clásico. Como escritor, traductor y editor ha realizado una importante labor de
introducción de la literatura sufi en el mundo occidental. Su trabajo como
traductor ha merecido el reconocimiento de la universidad de Damasco.
Actualmente vive en Vermont, EEEU, con su mujer y sus tres
hijos.

 La
pregunta curiosa ante un fenómeno tan nuevo para la mayoría se nos presenta
asiduamente. Sin embargo no seríamos capaces de ofrecer una respuesta precisa a
una realidad tan inefable.
Acaso sería más
práctico preguntarse que cosa no es el Sufismo y entonces sí podemos asegurar
que no sería ni una moda, ni un movimiento ni ninguna modalidad de pensamiento
al que atribuir algún "ismo."
Aún para quienes
lo conocen por propia experiencia seguramente cualquier definición resulte
inviable, pues ciertamente el Tasawuf (su nombre original) adquiere apariencias
distintas tan pronto como cambiamos nuestro punto de vista. Lo que es seguro es
que siguen siendo menos aquellos que acceden a la experiencia directa que
quienes postulan sobre su existencia. Intentando simplificar, nosotros
diremos que desde el Lejano y Mediano Oriente, cabalgando a lomos del Islam, del
puro Islam del Profeta Mohammad(*), hombres y mujeres de todas las razas y
culturas, imbuidos de sinceridad, amor a la verdad y embriagados por la
evidencia de las enseñanzas de los Maestros, transmitieron lo que se puede
considerar como la esencia de todas las religiones desde el manantial de
conocimiento del Ultimo de los Profetas. Su forma exterior es el Islam. Su
interior, la intimidad en el conocimiento del Absoluto.
Pero a fin
de cuentas ¿Qué razones hubieron para que el Sufismo haya ejercido una tan
grande influencia tanto en Oriente como en Occidente? ¿Porqué sigue ejerciendo
sobre nosotros una fascinación romántica que ningún otro camino espiritual ha
podido igualar?
Probablemente la existencia de
numerosos secretos espirituales capaces de iluminar pasajes oscuros de otras
tradiciones, sus libros y revelaciones sorprendentes, su vigencia en todas las
épocas y su falta de complejos ante la ciencia moderna, sus sorprendentes
relaciones con las demás tradiciones espirituales de la antigüedad sean lo que
lo han hecho tan singularmente único.
Añadiríamos que a su reconocida elevación y devoción religiosa unieron siempre
un refinamiento artístico sin parangón. Los Sufís son transmisores de un arte
tan sutil como solo serían capaces de alcanzar quienes - para decirlo en
terminología típicamente sufí- viajan por los Océanos de Belleza Inagotable de
Dios Todopoderoso.
Los occidentales de todas las
épocas quedaron fascinados por las riquísimas joyas de su poesía mística, por la
danza derviche (en la que los bailarines más entregados llegaban a girar
suspendidos en el espacio), la variedad de su música, el aluvión de técnicas de
meditación, la claridad de su pensamiento y sobre todo por la evidente presencia
espiritual que se siente en su compañía.
En el
Sufismo, los hechos prodigiosos llegaron a ser algo tan frecuente en algunos
círculos de Maestros, que finalmente decidieron optar por ocultarlos, evitando
así el que se convirtiesen en un obstáculo para los verdaderos buscadores (en
realidad el Sufismo busca hacer las cosas fáciles, no difíciles). Aún así,
todavía hoy es frecuente que se den fenómenos de bilocación, teletransportación,
comunicación mediante sueños, curación y en general casi toda suerte de
fenómenos considerados hoy en día "paranormales", todo ello de un modo
totalmente normal, para los sufís la alfombra mágica es sobre todo una alfombra
apropiada para una humilde oración.
La mitad del
camino Sufí se dice que reside en la educación de los modales (Adab) y el
refinamiento de éstos, unido a la sobriedad de su temperamento ha sido algo que
a contribuido sin duda a incrementar la aureola de admiración que brota de
nuestra imaginación. Pero esta es sólo una percepción romántica del Sufismo. La
proximidad de un verdadero Maestro nos demostraría realidades algo distintas más
basadas en la sinceridad, el amor y en la
sencillez.
Por otro lado, los eruditos
occidentales están descubriendo con sorpresa que personalidades fundamentales en
el occidente cristiano bebieron intensamente en las fuentes del Sufismo. Sin ir
más lejos en la España del Siglo de Oro, Santa Teresa de Jesús se basó en
maestros Sufís para conformar su doctrina de las Moradas del Alma y su "Castillo
Interior", y San Juan de la Cruz en toda su poesía mística. En Italia ocurría lo
mismo con San Francisco de Asís en la revolución espiritual que emprendió con la
Iglesia. Dante Alligieri se sabe fue muy especialmente influenciado por el
Sufismo en su Divina Comedia. La sabiduría Sufí evidencia su transmisión en la
medicina occidental, la espagiria, la alquimia... y todavía sigue
transmitiendo.
El mismo fenómeno se da igualmente sobre el Budismo y el Hinduismo -dónde los
Maestros Sufís llegan a utilizar indistintamente el nombre de Allah para al poco
hablar de Brahma, pues sus discípulos son a menudos aspirantes a yoguis y hasta
confraternizan con los grandes yoguis.
Y es que
si bien no existen en el fondo diferencias entre las distintas tradiciones
espirituales, el signo distintivo del Sufismo es que viniendo de la revelación
más reciente en el tiempo, ha podido mantener la transmisión espiritual sin
ruptura desde los tiempos del Profeta *, la llamada "silsila" o Cadena Dorada de
Grandes Maestros. Esta "silsila" garantiza y trae consigo la "Baraka" (energía
espiritual de origen divino) que han aportado los más de 124.000 entre Enviados
y Profetas a lo largo de la historia de la humanidad, y por lo tanto capaz de
regenerar tradiciones que por ley de vida, ya habían perdido su
conexión.
Analfabetos o personas
instruidas, los maestros (Sheikhs) y las maestras (Sheikhas) Sufís, al igual que
sus discípulos (murids) se extienden ya por los 5 continentes. Existen 42
órdenes Sufís y multitud de floraciones espontaneas de Sufís, ya que en
ocasiones ni ellos recuerdan ya su origen, pues para el Sufismo tal como
nosotros lo entendemos, toda vía de acercamiento a las realidades
celestiales, está de algún modo integrada en una de nuestras 42 tariqas (caminos
sufís). Para finalizar diremos que siendo el Sufismo eminentemente tolerante y
quizás especialmente por ello, en el último siglo del Islám empezó una campaña
de desprestigio y confusión cuando no de decidida persecución, tanto proveniente
de los poderes islámicos oficiales como de las potencias
occidentales.
Extendido hoy por todo el
planeta, el Sufismo, del que también existen numerosos imitadores, representa
quizás la última conexión con lo Absoluto, capaz de desvelar los misterios,
velados tras los misterios detrás de los misterios.
*(La paz sea con él.
Los Sufís añaden siempre estas palabras tras pronunciar el nombre de cualquier
Profeta)
ABU BAK'R LOPEZ
Director de la revista BARAKA
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