MENSAJE DE LA SANTÍSIMA VIRGEN, RECIBIDO A
TRAVÉS DE JOSÉ LUÍS MANZANO GARCÍA, EN TALAVERA
(Toledo).
EL DIA 12 DE ABRIL DE
1990.
- Jueves Santo, su propio apóstol le
entrega -
El
Hermano: La Paz del Señor está así con vosotros. El
Hermano: Y con tu Espíritu Hermano.
El Hermano: Ave
María Purísima. Publico: Sin pecado concebida.
El
Hermano: Jueves Sagrado, Jueves de dolor. ¡Cuántas cosas
ocurrieron sobre tí, Jueves Sagrado, en aquella sagrada noche, en
la cual dos Corazones se traspasaban de dolor, uno al ver cómo
moriría, y el otro Corazón, al ver que se cumplía lo que ya sabía
desde niña.
Noche triste para aquellos que aman de
verdad sus Corazones Sagrados. Noche de dolor en la cual una
traición inmunda es dirigida hacia Jesús: Su propio apóstol le
entrega..., ¡su propio
apóstol!
Todo está escrito, pero hay muchas
cosas olvidadas desde aquel entonces. Hay palabras que aún se
recuerdan, y otras que están olvidadas: "En verdad os digo
que uno de vosotros que estáis aquí, me vais a
entregar".
Todos ellos extrañados comenzaron a
preguntarle así, uno tras otro: "¿Soy yo Maestro?"
"¿Acaso soy yo?"
Y Pedro enseguida dijo al
Señor: "¡Maestro!, yo nunca te entregaré, y nunca
despreciaré tu Nombre".
- "¡Pedro!, antes de
que cante el gallo tres veces, tú me habrás negado otras tres".
Y aquellas palabras, a Pedro se le olvidaron, y no las recordó
hasta que aquello que Rabí le dijo se cumplió.
Y
uno tras otro preguntaban: "¿Soy yo Maestro?" "¿Acaso soy
yo?", y Jesús con dulzura contestó:
-
"¡Aquél que moje el pan después de Mí, será el que me
entregue!".
Pero ellos no supieron escucharle, y
no se dieron cuenta así. En la cual se recuerda aquella sagrada,
y Ultima Cena con estas palabras:
-
"Este es pan que en mi Cuerpo se convierte, Cuerpo que será
martirizado y golpeado por vuestros pecados y errores." Y
así lo dió a los discípulos, para que comieran todos así, del pan
convertido así en su cuerpo.
Cogió el Cáliz, lo levantó
hacia el Cielo y dijo:
- "Así es ésta mi Sangre, que
pronto será derramada por todos vosotros para el perdón de
vuestras ofensas y para alabar así al Dios Padre Todopoderoso.
Bebedlo así." Y todos bebieron.
Acabado
todo, aquella cena, todos se levantaron, Jesús se dirigió
hacia Judas Iscariote, y con una sonrisa de dulzura así
dijo: "¡Judas, lo que has de hacer, hazlo
ya!"
Judas sí sabía lo que Rabí le dijo, y
enseguida marchó para estar así y llegar hasta los Sumos
sacerdotes. Pero Jesús se dirigió así hacia el Huerto de los
Olivos. Cogió a Pedro, a Juan y a Santiago, y los demás quedaron
abajo de aquel pequeño monte.
Pedro, Juan y
Santiago dormían, mientras Jesús con voz de dolor y de
agonía decía: "¡Padre, Padre!, si es posible que pase de Mí este
Cáliz, pero no se haga mi voluntad sino así la
tuya".
Y un Angel del Cielo ante él se postraba
para consolar al divino Señor. El Angel así le decía: "Todo
está escrito Señor, todo se cumplirá".
Mientras
estas palabras resonaban así en la conciencia del Maestro, él iba
viendo así su dura Pasión, y lloró y sudó gotas de
sangre.
Ya se dirigían todos aquéllos a apresar al
Maestro por aquel pequeño camino que sube al huerto. Judas iba en
cabeza con sus monedas en la mano derecha, por las cuales había
vendido al Señor. Su contraseña era: "Aquél al que yo bese,
aquél hay que apresar".
El Angel le dijo así al
Maestro: "Levántate, pues ya vienen por
tí."
Jesús se levantó, se puso en pie. Todos los
Apóstoles al oir aquellos ruidos y aquellas voces se levantaron.
Los ruidos que allí se oian eran los golpes que así pegaban
con sus palos junto a la tierra.
Judas besó al Maestro,
y al momento el Maestro contestó: "Judas, ¿con un beso
entregas a tu Maestro?"
Y así dijo el Maestro:
"Venís a por un inocente con palos y espadas, como tratáis
vosotros a los ladrones y asesinos. Yo soy
inocente".
Enseguida Pedro, con un acto de ira,
desenvainó su espada. Y quiero hermanos, que os deis cuenta de lo
que ahora ocurre. Y así Pedro, a uno de los criados del Sumo
Sacerdote, cortó su oreja.
Enseguida el Maestro le
dijo: "¡Pedro!, envaina tu espada, porque así está dicho: A quien a
hierro mata, a hierro muere".
Cogió así la oreja
que estaba en el suelo, puso su mano, y aquella oreja quedó
curada y puesta en su lugar. Un milagro que aquéllos que le
apresaron no quisieron reconocer.
Todos los
Apóstoles marcharon corriendo, todos con miedo. Pedro seguía de
lejos al Maestro al igual que Santiago. Y Juan fué a avisar a
María diciendo: "¡María!, ¡corre!, ven, a tu hijo lo han
apresado".
María soltó un llanto de dolor,
y enseguida corrió. Detrás iba Juan y se dirigían así hacia donde
tenían a Jesús que así lo iba a interrogar el Sumo Sacerdote.
Judas se arrepintió, pero era tarde.
Lo que había
hecho era un pecado mortal. Fué hacia aquel lugar y
dijo: "Tomad las monedas y soltad a ese hombre, es
inocente".
Y aquellos soldados respondieron:
"No queremos tu dinero". Judas cogió así su bolsa con
el cual estaba el dinero, que así había vendido a Jesús, y lo
esparramó por el templo.
Cogieron así los soldados
aquel dinero, y así los sumos sacerdotes compraron un campo con
aquel dinero, llamado ahora "EL CAMPO DE LA
SANGRE", que está así dominado por un monasterio. Aquello
sería el antiguo cementerio de huéspedes.
(Extranjeros.)
Judas corrió hacia un árbol que estaba
justamente al lado de un precipicio hacia abajo. Se quitó así su
fajín, lo colgó de una rama y asímismo él se dió muerte. La
rama se partió y cayó al precipicio, y así se reventó.
María, que seguía aquel camino donde Judas se había dado muerte,
paró junto al árbol y mirando hacia abajo con lágrimas y dolor
dijo: "¡Tú has sido el causante de tan grave dolor, tú has
sido el culpable! Que Dios sepa perdonarte." Y con
lágrimas marchó, y Juan detrás.
Fué entonces cuando el
Sumo Sacerdote preguntó a Jesús: "¡Díme!, ¿Tú eres ése que
dicen el Mesías?".
Jesús dijo así: "Tú lo has dicho". El Sumo Sacerdote enfurecido volvió
a preguntar: "¿Cómo te atreves a llamarte Rey?"
Jesús le dijo: "Mi Reino no está aquí, en tu mundo. En verdad
Yo digo: Veréis al Hijo del Hombre volver en las nubes del
cielo con gran poder y seréis juzgados".
Con
ira el Sumo Sacerdote rasgó sus vestiduras y así dijo: "¡Led
Patán!, !ha blasfemado! ¿Porqué vamos a buscar a más que
hablen en contra de él? ¿Qué os parece si
no, a vosotros?"
Y todos contestaron: "Dadle
muerte".
Pedro estaba allí, y Santiago mucho
detrás de Pedro. Alguien reconoció a Pedro, una mujer, y le dijo:
"¿Tú no eres aquél que iba con Jesús el Nazareno, aquél que
han apresado?" Pedro dijo: "¡No!, yo no
soy".
Se sentó junto a una fogata y volvieron a
decirle aquellos hombres: "¡Tú eres el que seguía al que así
mismo se llamaba Mesías!" "¡Tú eres!, en el acento se nota que
eres de allí". Pedro dijo: "¡No, yo no
soy!"
Aparecieron allí unos soldados, y aquéllos
hombres le dijeron: "Este seguía al Nazareno,
¡apresadle!"
Pedro se dirigió así a
aquellos soldados y les dijo: "Yo os juro en mi nombre que
no conozco a ese Nazareno".
Y aquellos soldados
dieron un empujón a Pedro, y lo echaron hacia atrás. Pedro se
encaminó hacia aquel pórtico y de pronto un gallo cantó tres
veces. Pedro empezó a llorar. Y lloró y lloró. Aquello que el
Maestro había dicho se había cumplido. Santiago al igual, que
veía que aquello se había cumplido, cayó en tierra y comenzó a
llorar.
Y así siguió todo aquel martirio hasta que
llevaron a Jesús ante el Procurador Pilato, el cual interrogó a
Jesús delante de tres sacerdotes de la sinagoga, en la cual
Pilato decía a Jesús: "¿De qué te condenan?"
Dicen que Tú eres el Rey de los Judíos. Yo no veo en Tí culpa
ninguna. "¿Qué has hecho para que todo tu pueblo esté en
contra de Tí?"
Jesús callaba y no hablaba.
Pilato, al ver que Jesús no hablaba se enfureció y le dijo:
"¿Acaso no sabes que si yo quiero en este momento
puedo mandar que mis soldados te azoten y así apedreen, según
vuestro rito?"
Jesús levantó la cabeza y
dijo: "Si ese poder te lo concede el de arriba puede que tú
lo hagas sobre Mí, si EL no te lo ha concedido no hables porque
EL puede más que tú".
Pilato, al oir estas
palabras maravillosas calló, no habló.
Apareció
enseguida la esposa de Pilato que así le dijo: "No hagas daño
a este hombre, no le mandes al suplicio porque por este hombre he
sufrido mucho esta noche en mis sueños".
La
Plaza estaba llena, todos esperaban la palabra del Procurador.
Pilato mandó que azotaran a JESÚS, en aquella
columna de mármol blanco, mil azotes redondeaban sus espaldas y
vientre. Pero aquello, para los soldados no fué suficiente.
"¡Este es el Rey!", y todos reían.
Le
escupían en su rostro, lo golpeaban duramente, lo echaban al suelo
y decían: "¿Cómo me llamo?" "¿Acaso no lo sabes todo?"
"¿Quién soy yo?" "¿Quién te ha golpeado,
Rey?"
Enseguida uno de aquellos soldados dijo:
"Un Rey necesita un manto", y fué
así a quitar el manto, así su capa. Y aquel soldado dijo:
"¡No!, coge aquel trapo de color
púrpura". Se lo echaron en sus hombros.
Y otro
dijo: "Un Rey necesita una corona, bien yo se la
traeré".
Y cogió e hizo una corona de espinas de
un zarzal, que en aquel tiempo no eran las
espinas tan pequeñas como en éste, la cual cogieron y
pusieron en su frente. Jesús sangraba y
agotado estaba por el suplicio.
Otro dijo:
"También un Rey necesita un cetro, una bara de mando.
¡Toma esta caña!", y antes de dársela
en su mano derecha, con aquella caña
golpearon de nuevo sus espaldas y así su cara.
Pusieron aquella caña en su mano derecha y lo presentaron otra vez
ante Pilato. Lleno de sangre y agotado, caía al suelo, pero
volvía a levantarse sobre sí. Pilato al ver aquella imagen
de dolor se entristeció.
Su intención era de liberar a Jesús
. Por aquel entonces se concedía liberar a un ladrón, en la
fiesta de aquella pascua, Jesús de Nazaret y Barrabás. ¿A quién
queréis que suelte? Unos decían: "Suelta a
Barrabás".
Otros decían: -
"Suelta a Jesús, aunque nos haya engañado no se merece el sufrimiento".
Allí estaban las
TRES MARÍAS. Dos consolaban a María, y así eran
las tres. María vió que su Hijo estaba envuelto en sangre y
una corona de espinas se incaba en su frente.
Pilato
se lavó sus manos, y antes de lavárselas dijo: "¿Y qué
queréis que yo haga con este hombre?" Y todos
dijeron:
- "¡Crucifícalo, crucifícalo, crucifícalo,
crucifícalo!", "¡crucifícalo!"
Y el pueblo entero
se levantó en esa voz diciendo: "¡Que lo
crucifiquen!"
Pilato se lavó sus manos
diciendo: "Que así se escriba según yo digo: Que la sangre de
este inocente caiga sobre vosotros".
Y así fué
todo aquello. Más lo que vendrá mañana en el paso de la calle de
la amargura hacia el monte de la Muerte, por aquél pasadizo de las
tres calaveras, y por aquellos lugares y aquellas piedras
que vieron como su Dios lloraba, al ver lo que hacían con su
amado Hijo. Fué tan triste, fué vivido. Muchos no saben
comprender, otros no tienen corazón.
Padre Eterno:
Pero en verdad esto fué lo que hicísteis con mi Hijo, y todo esto
aún se vive. Con vuestros pecados y errores, día tras día carga
con su cruz y se encamina al mundo para decir con amor: "Esto
es lo que hacéis sobre Mí".
El Hermano: En su
interior unas palabras gritaban diciendo: "Malán Alín", que
quiere decir: "Todo se cumple
Padre". Le volvía a repetir: "Malán Alín...";
"todo se cumple Padre", y así se cumplía.
Y
Pronto llegará el dolor en el cual tú, hermano, y todos aquéllos
que tengan corazón, acompañaréis a María hasta el monte Calvario
con su sufrimiento. No solo a María, sino aquellas dos mujeres
que se ocupaban en consolarla. Todo esto es vivido y sufrido a la
vez.
¡Shalom! Que la Paz quede con vosotros. Adiós
hermanos.
PUBLICO: Adiós Hermano.
Padre Eterno: Adiós
hijos. PUBLICO: Adiós Padre.
La Madre: Este es
mi sufrimiento hijo mío.¡Mira lo que hacen con mi Hijo!
Aún recuerdo cuando era niño, en mis brazos lo cogía, pero
recuerdo también que también lo cogí envuelto en sangre, y
golpeado por todo su cuerpo. Adiós hijos.
PUBLICO: Adiós
Madre.
El Hermano: Adiós hermanos. PUBLICO: Adiós
Hermano.___
|