Nada se regala. Nada es gratis sin el esfuerzo de cada
uno por lograr lo que se quiere lograr para con uno y también para con
todos.
La Gran Casa de Ustedes es la Tierra y si Ustedes que la habitan no la
cuidan
¿Quién la va a Cuidar? el Todo,
Dios?
¿Por qué? Si son ustedes quienes la atacan, la golpean,
la contaminan, la bombardean, la vacían, la exprimen, le regalan basura y
plagas.
Entonces viene Dios y limpia todo (dicen) (Los que creen en Dios).
No importa seguimos explotando, total Dios no existe (dicen) (Los que no creen en Dios).
Así
no se aprende, ni de una ni de otra manera.
La Tierra está viva, tiene
también sus centros de energía o chakras planetarios. Es el Medio Cosmos, ya que
Ustedes, cada uno es un microcosmos formando partes integrantes del Macrocosmos
Universal.
Todos los chackras de la tierra han sido abiertos purificados y
energizados desde planos espirituales, luego muchos grupos de verdaderos
trabajadores de la luz han enriquecido y energizado dichos chacras.
Desde aquí nuestro amor y agradecimiento, ahora
necesitamos que todos los hijos de la luz individual o
colectivamente hagan lo mismo.
Si la Tierra no estaría viva, sería
totalmente estéril, pura roca y sequedad, no crecería nada, ni nada en ella
viviría.
(La Tierra, nuestra Madre Tierra
es un ser vivo; es la manifestación de la Madre, la Mater, la Materia. De
ella dependemos en forma total; todo es dádiva de ella, desde el alimento hasta
los lujos. Todo lo que usamos depende de ella. Nuestro cuerpo físico está
formado por Hidrógeno, Carbono, Oxígeno, Nitrógeno y 20 silicatos del planeta en
que habitamos.
Ella es la Vida,
es tan ridículo ensuciarla para después limpiarla, lo mismo que al agua
que también viene de ella. tomen conciencia y hagan lo que esté en las
manos de cada uno para que la respeten. Envíenle Amor constantemente, ella lo
siente, estén seguros.)
A Dios y al Todo hay que ayudarlos con el pensamiento,
con el deseo y la acción de todos para lograr el mundo que quieren merecer, para
el que fueron creados los Hijos de la Luz.
Y si siguen esperando soluciones
de lo Alto, les comento que Dios esperará que sus Hijos pasen y sufran las
experiencias que ustedes mismos generan, hasta que reaccionen determinados a
cambiar y hacer, para crecer y evolucionar.
Si a un niño de 5 años se le enseñan ecuaciones de física
cuántica, no las va a entender porque es chico.
Se espera el tiempo y la hora
para que pueda comprenderlo, si quiere comprenderlo, respetándolo.
Dios tiene
todo el tiempo universal, que no es el mismo tiempo, para esperar a que los
niños crezcan.
¿Pero si en ese crecimiento Destruyen todo lo Creado?
No es
culpa de Dios. Es culpa del Hombre o de los Hombres que lo quieren
destruir.
Evidentemente a Dios no le gustaría que destruyan lo que El
construyó.
Sepan que El va a intervenir porqué no es un niño que hay que
esperar, es una Humanidad y un Planeta que está en peligro por las
desinteligencias del Hombre al perseguir el poder y el control sobre los
demás.
¿Pero, porqué llegar a los extremos de vivir más
experiencias de sufrimientos, de destrucción y de caos? ¿Pero, donde está la
voluntad y la determinación de querer un mundo nuevo y mejor?
Si todos pidieran la Energía Divina, ya sentirían
a Dios y su infinito Amor, entonces corroborarán su concreta existencia y si con
esa energía envolvieran a la Tierra y a todos los Hijos de la Luz, estén seguros
que todo empezará a cambiar y todos querrán crecer.
Un Maestro de Luz de ese plano dijo:
“La
casualidad no existe, porque por casualidad ya el hombre hubiera destruido la
Tierra” y esto es verdad.
En esa tierra hay bombas nucleares, que la
destruirían más de 130 veces. Ah..., Dios no construyó las bombas.
La
casualidad, no existe. Pero Dios si existe, si El no existiera, nada existiría,
porque nada hubiese sido creado.
También lo que existe es la “Causalidad” por
la Ley Universal de Causa y Efecto. Todas las causas, generan sus
efectos.
Cada siembra, resultará una cosecha.
Cosecharan lo que se
sembró.
Con el Todo y por el Todo.
El Todo está en mí
Y Yo estoy en El.
Con todo amor, Arcángel
Miguel