EL PAÍS, en colaboración con otros diarios de Europa y Estados Unidos, revela
el contenido de la mayor filtración de documentos secretos a
la que jamás se haya tenido acceso en toda la historia. Se trata de una
colección de más de 250.000 mensajes del Departamento de Estado de Estados
Unidos, obtenidos por la página digital Wikileaks, en los que se descubren
episodios inéditos ocurridos en los puntos más conflictivos del mundo, así como
otros muchos sucesos y datos de gran relevancia que desnudan por completo la política exterior norteamericana,
sacan a la luz sus mecanismos y sus fuentes, dejan en evidencia sus
debilidades y obsesiones, y en conjunto facilitan la comprensión por parte de
los ciudadanos de las circunstancias en las que se desarrolla el lado oscuro de
las relaciones internacionales.
ENTREVISTA DIGITAL
Director de EL PAÍS - Los papeles del Departamento de Estado.
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GRAFICO - El Pais - 28-11-2010
- EL PAÍS
VIDEO - EL PAÍS - 28-11-2010
El director de EL PAÍS comenta en este vídeo la filtración de los llamados
papeles del Departamento de Estado - EL PAÍS
Estos documentos recogen comentarios e informes elaborados por funcionarios
estadounidenses, con un lenguaje muy franco, sobre personalidades de todo
mundo, desvelan los contenidos de entrevistas del más alto nivel, descubren
desconocidas actividades de espionaje y exponen con detalle las opiniones
vertidas y datos aportados por diferentes fuentes en conversaciones con
embajadores norteamericanos o personal diplomático de esa nación en numerosos
países, incluido España.
Queda en evidencia, por ejemplo, la sospecha norteamericana de que la
política rusa está en manos de Vladimir Putin, a quien se juzga como un político
de corte autoritario cuyo estilo personal machista le permite conectar
perfectamente con Silvio Berlusconi. Del primer ministro italiano se detallan
sus "fiestas salvajes" y se expone la desconfianza profunda que despierta en
Washington. Tampoco muestra la diplomacia estadounidense un gran aprecio por el
presidente francés, Nicolas Sarkozy, a quien se sigue con gran meticulosidad
acerca de cualquier movimiento para obstaculizar la política exterior de Estados
Unidos.
Los cables prueban la intensa actividad de ese país para bloquear a Irán, el
enorme juego que se desarrolla en torno a China, cuyo predominio en Asia se da
casi por aceptado, o los esfuerzos por cortejar a países de América Latina para
aislar al venezolano Hugo Chávez.
En ocasiones, las expresiones usadas en estos documentos son de tal
naturaleza que pueden dinamitar las relaciones de Estados Unidos con algunos de
sus principales aliados; en otras, pueden ponerse en riesgo algunos proyectos
importantes de su política exterior, como el acercamiento a Rusia o el apoyo de
ciertos Gobiernos árabes.
El alcance de estas revelaciones es de tal calibre que, seguramente, se podrá
hablar de un antes y un después en lo que respecta a los hábitos diplomáticos.
Esta filtración puede acabar con una era de la política exterior: los métodos
tradicionales de comunicación y las prácticas empleadas para la consecución de
información quedan en entredicho a partir de ahora.
Todos los servicios diplomáticos del mundo, y especialmente de Estados
Unidos, donde esta filtración se suma a otras anteriores de menor trascendencia
con papeles relativos a Irak y Afganistán, tendrán que replantearse desde este
momento su modo de operar y, probablemente, modificar profundamente sus
prácticas.
Intensas gestiones
Tratando de anticiparse a ese perjuicio, la Administración de Estados Unidos
lleva varios días, desde que supo la existencia de esta fuga
de documentos, realizando intensas gestiones ante el Congreso norteamericano y
los Gobiernos de gran parte de las naciones ante los que tiene representación
diplomática para informarles sobre el previsible contenido de las filtraciones y
sus posibles consecuencias. El Departamento de Estado envió a principio de esta
semana un informe a los principales comités de la Cámara de Representantes y del
Senado previniéndoles sobre la situación.
La propia secretaria de Estado, Hillary Clinton, ha telefoneado en las
últimas horas a los Gobiernos de los países más importante afectados por esta
fuga de información, entre otros los de China, Alemania, Francia y Arabia Saudí,
para alertarles de lo sucedido y ofrecer algunas justificaciones
En Reino Unido, Israel, Italia, Australia y Canadá, entre otros socios de
Estados Unidos, portavoces de sus respectivos ministerios de Relaciones
Exteriores confirmaron que habían recibido información de parte de los
embajadores norteamericanos, aunque no revelaron detalles sobre los datos
precisos que habían sido puestos en su conocimiento. No ha habido, sin embargo,
comunicación directa entre la Embajada en Madrid y el Gobierno español acerca de
este asunto.
El portavoz del Departamento de Estado, P. J. Crowley, ha reconocido que no
conoce con exactitud las informaciones que aparecerán en los papeles filtrados,
aunque ha adelantado que "estas revelaciones son dañinas para los intereses de
Estados Unidos". "Van a crear tensiones entre nuestros diplomáticos y nuestros
amigos alrededor del mundo", declaró este fin de semana.
El Departamento de Estado, que ha negociado con uno de los periódicos que hoy
publican los cables algunos contenidos particularmente lesivos para sus
intereses o peligrosos para ciertas personas, está especialmente preocupado por
el daño que esto puede causar en la guerra contra Al Qaeda en algunas regiones
en la que la libran de forma encubierta, como Yemen o Pakistán, así como los
efectos que puede tener para las difíciles relaciones con otras potencias, como
Rusia y China.
Los dos últimos años
Los documentos -251.287 mensajes que cubren un periodo hasta febrero de 2010 y, en su mayor parte,
afectan a los dos últimos años- fueron facilitados por WikiLeaks hace varias
semanas, además de a EL PAÍS, a los diarios The Guardian, de Reino Unido;
The New York Times, de Estados Unidos; Le Monde, de Francia, y al
semanario Der Spiegel, de Alemania. Estos medios han trabajado por separado en la valoración y
selección del material, y pondrán a disposición de sus lectores aquellas
historias que cada uno considere de mayor interés; en algunos casos serán
coincidentes, en otros no.
Ese proceso se ha llevado a cabo bajo una exigente condición de no poner en
peligro en ningún momento fuentes protegidas de antemano o personas cuya vida
podría verse amenazada al desvelarse su identidad. Al mismo tiempo, todos los
medios han hecho un esfuerzo supremo por evitar la revelación de episodios que
pudieran suponer un riesgo para la seguridad de cualquier país, particularmente
de Estados Unidos, el más expuesto por estas revelaciones. Por esa razón,
algunos de los documentos que serán puestos a disposición de nuestros lectores a
partir de hoy aparecerán parcialmente mutilados.
EL PAÍS no ha estado en el origen de la filtración y, por tanto, desconoce
los criterios con los que se ha llevado a cabo la selección del paquete que
finalmente ha llegado a manos del diario. Resulta evidente que los papeles
analizados no son todos los emitidos en el mundo por el Departamento de Estado
en el periodo de tiempo comprendido, pero ignoramos si esos son todos a los que ha tenido acceso WikiLeaks.
Pese a eso, el lector comprobará el valor que en sí mismo encierra el
conjunto de documentos facilitados, al margen de que puedan existir otros muchos
que aún se desconocen. Se trata de un material que aporta novedades relevantes
sobre el manejo de asuntos de gran repercusión mundial, como el programa nuclear de Irán, las tensiones en Oriente
Próximo, las guerras de Irak y Afganistán y otros conflictos en Asia y
África.
Terrorismo y radicalismo islámico
También se recogen los movimientos entre Estados Unidos y sus aliados para
hacer frente al terrorismo y al radicalismo islámico, así como detalles
reveladores sobre episodios de tanta trascendencia como el boicot de China a la
empresa Google o los negocios conjuntos de Putin y Berlusconi en el sector del
petróleo. De especial interés son las pruebas que se aportan sobre el alcance de
la corrupción a escala planetaria y las permanentes presiones que se ejercen
sobre los diferentes Gobiernos, desde Brasil a Turquía, para favorecer los
intereses comerciales o militares de Estados Unidos.
Entre los primeros documentos que hoy se hacen públicos, se descubre el
pánico que los planes armamentísticos de Irán, incluido su programa nuclear,
despiertan entre los países árabes, hasta el punto de que alguno de sus
gobernantes llega a sugerir que es preferible una guerra convencional hoy que un
Irán nuclear mañana. Se aprecia la enorme preocupación con la que Estados Unidos
observa la evolución de los acontecimientos en Turquía y la estrecha vigilancia a la que se mantiene al primer ministro,
Erdogan.
Y, sobre todo, esta primera entrega revela las instrucciones que el
Departamento de Estado ha cursado a sus diplomáticos en Naciones Unidas y en
algunos países para desarrollar una verdadera labor de espionaje sobre el
secretario general de la ONU, sus principales oficinas y sus más delicadas
misiones.
Los lectores descubrirán al acceder a las sucesivas crónicas detalles
insospechados sobre la personalidad de algunos destacados dirigentes y
comprobarán el papel que desempeñan las más íntimas facetas humanas en las
relaciones políticas. Eso resulta particularmente evidente en América Latina,
donde se dan a conocer juicios de diplomáticos norteamericanos y de muchos de
sus interlocutores sobre el carácter, las aficiones y los pecados de las figuras
más controvertidas.
Mañana EL PAÍS ofrecerá detalles, por ejemplo, sobre las sospechas que la
presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, despierta en
Washington, hasta el punto de que la Secretaría de Estado llega a solicitar
información sobre su estado de salud mental. El mismo día se darán a conocer
algunas de las gestiones que la diplomacia norteamericana ha realizado para
repatriar a los presos de Guantánamo, así como la intensa actividad en Asia para
frenar el peligro que representa Corea del Norte.
Cables controvertidos
Entre los cables con los que ha trabajado este periódic o se
encuentran informes extraordinariamente controvertidos, como los mensajes del
embajador norteamericano en Trípoli en los que cuenta que el líder libio, Muamar
el Gadafi, usa botox y es un verdadero hipocondríaco que hace filmar todos sus
exámenes médicos para analizarlos posteriormente con sus doctores, y relatos con
meticulosas descripciones del paisaje local, como el que hace un diplomático
estadounidense invitado a una boda en Daguestán que sirve para ilustrar el grado
de corrupción en la zona.
Hay cables de gran valor histórico, como el que revela la
apuesta de la diplomacia norteamericana por el derrocamiento del general
panameño Manuel Antonio Noriega o el que detalla ciertos movimientos de Estados
Unidos durante el golpe de Estado que destituyó a Manuel Zelaya en Honduras, y
cables de enorme interés sobre acontecimientos actuales, como el que precisa la
presión ejercida sobre el presidente de Afganistán, Hamid Karzai, para que
contenga los abusos de sus allegados y facilite la gobernabilidad del país.
En lo que respecta a España, estos documentos registran el enorme acceso de
la Embajada de Estados Unidos a personalidades destacadas del ámbito político y
judicial, y su influencia en algunos acontecimientos que han marcado la
actualidad de los últimos años. También se descubre el punto de vista que
funcionarios estadounidenses tienen de la clase política española, así como el
que algunos políticos expresan sobre sus compañeros y adversarios.
En determinados casos, estas revelaciones tienen el estrictamente el valor
que tiene la opinión de una persona de posición influyente. En otros casos, se
trata de relatos que aportan pistas sobre acontecimientos importantes pero que
son narrados por una sola fuente: el servicio diplomático de Estados Unidos. EL
PAÍS no ha podido corroborar todos esos relatos y ha prescindido de algunos que
ha considerado de dudosa credibilidad. Pero sí ha certificado otros y ha operado
de forma responsable con el país objeto de la filtración con la intención de causar el menor daño
posible. Entre otras precauciones, se ha decidido aceptar los compromisos a
los que The New York Times llegue con el Departamento de Estado para
evitar la difusión de determinados documentos.
No todos los papeles obtenidos por Wikileaks han sido
utilizados para la elaboración de nuestras informaciones, y solo una parte de
ellos serán expuestos públicamente, independientemente de lo que la propia
WikiLeaks o los demás medios que han recibido el material decidan hacer. Se han
seleccionado tan solo aquellos que consideramos imprescindibles para respaldar
la información ofrecida.
Las informaciones han sido preparadas y escritas únicamente por redactores de
nuestro periódico atendiendo a nuestras particulares exigencias de rigor y
calidad. A lo largo de varios días se irán ofreciendo las crónicas que recogen
la sustancia de esos documentos, añadiéndoles el contexto y la valoración
requeridos, así como sus posibles reacciones y consecuencias.
Algunas de esas reacciones estarán, seguramente, dirigidas a examinar las
causas por las que puede haberse producido una fuga de semejante magnitud. El
origen de este problema puede remontarse a los días posteriores al ataque
terrorista del 11 de septiembre de 2001, cuando se detectaron unos fallos de
coordinación entre los servicios de inteligencia que recomendaron la necesidad
de un modelo de comunicación que permitiera a los diferentes responsables de la
seguridad compartir datos extraídos por el Departamento de Estado.
Un sistema de Internet del Ejército
Se extendió, por tanto, a partir de esa fecha el uso de un sistema de
Internet del Ejército norteamericano denominado SIPRNET, un acrónimo de Secret
Internet Protocol Router Network. Todos los cables que se incluyen en esta
filtración fueron enviados por ese medio, como se comprueba por la etiqueta que
cada uno de ellos lleva en su cabecera, la palabra SIPDIS, que son las siglas
para Secret Internet Protocol Distribution.
Al menos 180 embajadas norteamericanas alrededor del mundo utilizan
actualmente ese sistema de comunicación, según informes elaborados por el
Congreso norteamericano. Aunque se exigen fuertes medidas de seguridad para el
uso de ese sistema, como la de mantenerlo abierto únicamente cuando el usuario
está frente a la pantalla, la exigencia de cambiar la clave cada cinco meses o
la prohibición de utilizar cualquier clase de CD u otro método de copia de
contenidos, el número de personas que ahora acceden a la información ha crecido
considerablemente.
A ese crecimiento ha ayudado también la necesidad de ampliar el número de
personas trabajando en cuestiones de seguridad y, como consecuencia, la del
número de personas a la que se da acceso a documentos clasificados. El
Departamento de Estado clasifica sus informes en una escala que va del Top
Secret al Confidential. En los documentos facilitados a EL PAÍS no
hay ninguno clasificado como Top Secret, aunque sí más de 15.000 situados en la
escala inferior, Secret.
Según se puede deducir de datos elaborados por la Oficina de Control del
Gobierno, perteneciente al Congreso norteamericano, y otros expuestos
recientemente por medios de comunicación de ese país, más de tres millones de
estadounidenses están autorizados al acceso a ese material Secret. Eso incluye
decenas de miles de empleados del Departamento de Estado, funcionarios de la
CIA, del FBI, de la DEA, de los servicios de inteligencia de las fuerzas armadas
y de otros departamentos implicados en la búsqueda de información. En Estados
Unidos funcionan 16 agencias con responsabilidades de espionaje.
Será muy costoso, por tanto, para ese país reparar el daño causado por esta
filtración, y llevará años poner en pie un nuevo sistema de comunicación con
plenas garantías. Lo más importante, sin embargo, es el valor informativo que
esos documentos tienen actualmente. Estamos ante una serie de relatos, sin
precedentes en el periodismo español, que servirán para una mejor comprensión de
algunos conflictos y de personalidades que afectan determinantemente a nuestra
vida y que pueden abrir a nuestros lectores a una nueva interpretación de la
realidad que les rodea.