Los cables emitidos por la Embajada
de Estados Unidos en Buenos Aires y filtrados por Wikileaks a Página/12 revelan
que Washington presionó a lo largo de varios años para que no se siguiera
adelante con la investigación contra Carlos Menem, el ex juez Juan José Galeano,
el comisario Jorge “Fino” Palacios y otros funcionarios por haber frenado y
desviado la investigación del atentado a la AMIA. “Los oficiales
(norteamericanos) de nuestra Oficina Legal le han recomendado al fiscal Alberto
Nisman que se concentre en los que perpetraron el atentado y no en quienes
desviaron la investigación”, se sostiene en un cable del 22 de marzo de 2008 que
hoy da a conocer este diario.
La Oficina Legal era, en realidad, un eufemismo,
ya que se trataba de la cobertura usada por los hombres del FBI, que eran
quienes verdaderamente presionaban para proteger a los que encabezaron la
investigación inicial –Menem, Galeano, Palacios–, tradicionalmente afines a las
posturas de Estados Unidos. “Esto podría ser usado por Irán para cuestionar la
credibilidad e imparcialidad de la investigación”, señala en el cable el por
entonces embajador de Estados Unidos Earl Anthony Wayne, a quien no parecía
preocuparle que la pesquisa por el desvío de la investigación del atentado había
sido ordenada por el propio Tribunal Oral que juzgó el caso AMIA. Poco tiempo
después, el pedido de procesamientos que emitió Nisman fue convalidado por el
juez Ariel Lijo y luego confirmado por la Cámara Federal.
El 22 de mayo de 2008, el fiscal pidió la
detención del ex presidente Menem, de su hermano Munir, del ex juez Galeano, del
titular de la SIDE Hugo Anzorreguy, de su segundo Juan Carlos Anchézar, y del
jefe de la Unidad Antiterrorista de la Policía Federal, Palacios. Todo se
centraba en una investigación iniciada diez días después del atentado sobre
Alberto Jacinto Kanoore Edul, un ciudadano de origen sirio, cuyo padre fue amigo
de Carlos y Munir Menem. Kanoore Edul realizó, ocho días antes del atentado
contra la AMIA, por una llamada a Carlos Telleldín, el último tenedor de la
Trafic que estalló en la mutual judía. Kanoore nunca pudo explicar aquella
comunicación y fue cambiando su versión varias veces. Además, en la hoja de ruta
de una empresa que dejó un container delante de la AMIA cinco minutos antes de
la explosión, también figuraba un predio vacío en la calle Constitución,
contiguo a varios domicilios de Kanoore. Con esas evidencias en la mano, Galeano
ordenó el allanamiento de las propiedades, así como la intervención de todos los
teléfonos de Kanoore. Sin embargo, como determinó Nisman y luego confirmó el
juez Lijo, toda la investigación se frenó no bien Alberto Kanoore Edul padre fue
a la Casa Rosada y habló allí con Munir Menem, entonces asistente del Presidente
(ver página 4).
El cable del 22 de mayo fue emitido casi a las 23
del día en que Nisman pidió las capturas y está firmado por el propio embajador
Wayne. Revela que los oficiales del FBI le venían insistiendo a Nisman que
dejara la causa del encubrimiento. “Cuando la oficina de Legales (en verdad, el
FBI) le hizo notar a Nisman que su anuncio podía llevar, otra vez, a que el
gobierno iraní cuestionase la credibilidad o imparcialidad de la investigación,
Nisman dijo que no debería, aunque luego concedió que no había considerado las
implicancias que el pedido de detención podría tener en la investigación
internacional”. Había otra cuestión que también molestaba al embajador: que los
medios consideraban a Kanoore Edul como la punta de la llamada pista
siria.
La preocupación fundamental de la embajada,
reflejada todo a lo largo del cable, era que no se abriera la más mínima
posibilidad de duda sobre las acusaciones contra Irán planteadas desde el inicio
mismo de la investigación. Desde su óptica, cualquier cuestionamiento sobre si
hubo un desvío intencional de la investigación o sobre la posible existencia de
otra pista que no fuera la iraní sólo serviría para complicar el avance de la
causa. Lejos de las minucias tribunalicias, como la necesaria investigación del
encubrimiento, la piedra angular de la postura de Estados Unidos era no moverse
de lo que sirviera para acusar a Irán.
Washington ha usado la causa AMIA como una punta
de lanza contra el régimen de Teherán, pese a que éste nunca fue acusado con
anterioridad de atentados masivos contra civiles fuera del Medio Oriente. Sí hay
imputaciones por asesinato de figuras opositoras en Alemania o Francia, pero no
de la colocación de artefactos explosivos o coches bomba. Las únicas dos
acusaciones de ese tenor son las de Buenos Aires, la de la Embajada de Israel y
la de la AMIA. En un cable emitido cinco días más tarde –también filtrado por
Wikileaks y dado a conocer por el diario El País de Madrid–, Wayne dice que van
a tratar de averiguar qué otra información desclasificó Nisman de la SIDE y cómo
frenar cualquier intento de uso de la nueva investigación por parte de Irán.
También destaca las opiniones de dos informantes de la embajada: un importante
dirigente de la comunidad judía y un funcionario del Ministerio de Relaciones
Exteriores de la Argentina.
El dirigente de Familiares y Amigos de las
Víctimas del Atentado contra la AMIA, Sergio Burstein, remarcó ayer la dudosa
objetividad de la fuente comunitaria citada en los cables de Wayne: Alfredo
Neuburger, cuya identidad fue dada a conocer por lo publicado por El País. Al
dar a conocer el cable de la embajada, el diario español tachó el nombre de
Neuburger en numerosas oportunidades, pero en el punto 8, cometen el error de no
hacerlo, con lo que quedó claro que la fuente de Estados Unidos es el
funcionario de la DAIA, quien figura nombrado aunque con tachadura en varios
tramos del cable del 27 de mayo.
Lo llamativo es que Wayne lo cita todo el tiempo,
siempre abogando en contra de que se investigue el desvío de la causa AMIA. No
era para menos. Neuburger era la mano derecha de Rubén Beraja, titular de la
DAIA en el momento del atentado y también imputado en la causa por las
irregularidades en la investigación del ataque contra la mutual judía. “Nuestra
preocupación es mayúscula dijo ayer Burstein. Queremos saber si fue en nombre de
la DAIA o en forma personal a la Embajada de Estados Unidos a argumentar a favor
de los que desviaron la investigación del atentado. No me sorprende que esta
persona sea nombrada en el cable. Creo que hay que denunciarlo ya que no hizo
más que tomar una postura que afectó a todos los familiares y a cada decisión
que tomábamos. Siempre que dijimos algo lo tuvimos a Neuburger criticando, es
histórico”, aseguró.
La otra fuente de la interpretación de que se
pretendía utilizar el dictamen de Nisman para distraer la atención de los
problemas de aquel momento provino de lo que el cable identificó como una alta
fuente de la Cancillería. Esa fuente también sostiene que, en su opinión, no
existió un desvío de la pesquisa con el argumento de que “es difícil creer que
Menem haya sido tan estúpido”. A fuentes judiciales consultadas por este diario
no les resultó difícil identificar al funcionario de la Cancillería que hablaba
con Wayne. Se trataría de Guillermo González, ex embajador argentino en
Washington durante el gobierno de Fernando De la Rúa. En el propio cable se
habla de que es un hombre que ayudó con la presentación argentina ante Interpol
en 2007 y ese papel lo jugó González.
En los últimos días, el diario El País, seguido
luego por La Nación y Clarín, interpretaron que el cable del 27 de mayo señalaba
que, según la opinión norteamericana, Nisman, en combinación con Néstor y
Cristina Kirchner, pretendieron tapar, con el pedido de detención de Menem y los
demás, el problema que por entonces estaba en el centro de la escena: el
conflicto con las entidades del campo. En el cable del día 22 queda claro quién
sostiene esa hipótesis: los propios Menem y Galeano. Ambos dijeron públicamente
que la acusación en su contra era una maniobra política. Sin embargo, todo fue
confirmado en las dos instancias judiciales superiores, el juez y la Cámara. Los
otros dos que abonan esa teoría del desvío de atención fueron Neuburger y
González. Los cables traducen esas opiniones y, sobre el final, Wayne más bien
expresa sus dudas.
Más allá de las especulaciones, la noticia
relacionada con la investigación AMIA no podía tener, ni tuvo, el peso
suficiente para desplazar la caliente actualidad de aquel momento. La
oportunidad de la noticia parece haber tenido otra explicación. Nisman según
transcribió entonces este diario buscó hacer la presentación antes de empezar el
mes de junio porque, de lo contrario, considerarían que estaba preparando una
novedad especialmente orientada a evitar críticas en los actos por el
aniversario del atentado, el 18 de julio. Además, el propio cable del 22 de mayo
cuenta que “Nisman explicó que tenía a los familiares de las víctimas
presionándolo para que se investiguen los desvíos en la primera investigación”.
Ningún diario publicó el pedido del fiscal en su tapa y hasta los propios
norteamericanos ironizan sobre esa interpretación: “Si alguien pensó que con el
pedido de Nisman se iba a desviar la atención, se equivocó miserablemente. La
ruptura de negociaciones entre el Gobierno y las entidades del campo sigue al
tope de las noticias”, culmina el cable del 27 de mayo.
Página/12 consultó a Nisman sobre una frase del
“garganta profunda” de la Embajada: “Nisman está totalmente dominado por el jefe
de Gabinete Alberto Fernández. Obedece sus ordenes sin discusión y no descarto
que todo sea una maniobra política de Alberto Fernández”. El fiscal respondió
brevemente a Página/12. “Vi a Alberto Fernández dos veces en mi vida. Ambas en
2005, cuando se estableció la fiscalía especial para el caso AMIA. En ese
momento gestioné ante el jefe de Gabinete la compra del sistema Excalibur de
entrecruzamiento de llamadas. El presupuesto dependía de él y por ello lo fui a
ver. Nunca más lo vi.”
La oficina del FBI, que presionó durante dos años
para que no se investigue a los investigadores ni el desvío de la causa AMIA,
estaba en aquel momento bajo la conducción de William Godoy, un cordobés que
tenía magnífica relación con quienes resultaron imputados por las
irregularidades: Palacios, Galeano, Anzorreguy. Algunos dicen que hoy sigue
viviendo en la Argentina y que está a cargo de la seguridad de una conocida
empresa de venta de hamburguesas.