GLOSA SOBRE LOS 10
MANDAMIENTOS
José Luis Martín Descalzo
Tomado de "Razones para La
Esperanza"
1.
Amarás a Dios. Lo amarás sin retóricas, como a tu padre, como a tu amigo.
No tengas nunca una fe que no se traduzca en amor. Recuerda siempre que tu Dios
no es una entelequia, un abstracto, la conclusión de un silogismo, sino Alguien
que te ama y a quien tienes que amar. Sabe que un Dios a quien no se puede amar
no merece existir. Lo amarás como tú sabes: pobremente. Y te sentirás feliz de
tener un solo corazón y de amar con el mismo a Dios, a tus hermanos, a Mozart y
a tu gata. Y, al mismo tiempo que amas a Dios, huye de todos esos ídolos de
nuestro mundo, esos ídolos que nunca te amarán pero podrán dominarte: el poder,
el confort, el dinero, el sentimentalismo, la
violencia.
2.
No
usarás en vano las grandes palabras: Dios, Patria, Amor. Tocarás esas grandes
realidades de año en año y con respeto, como la campana gorda de una catedral.
No la uses jamás contra nadie, jamás para sacar jugo de ellas, jamás para tu
propia conveniencia. Piensa que utilizarlas como escudo para defenderte o como
jabalina para atacar es una de las formas más crueles de la blasfemia.
3.
Piensa siempre que el domingo está muy bien inventado, que tú no eres un
animal de carga creado para sudar y morir. Impón a ese maldito exceso de trabajo
que te acosa y te asedia algunas pausas de silencio para encontrarte con la
soledad, con la música, con la Naturaleza, con tu propia alma, con Dios en
definitiva. Ya sabes que en tu alma hay flores que sólo crecen con el trabajo.
Pero sabes también que hay otras que sólo viven en el ocio
fecundo.
4.
Recuerda siempre que lo mejor de ti lo heredaste
de tu padre y de tu madre. Y, puesto que no tienes ya la dicha de poder
demostrarles tu amor en este mundo, déjales que sigan engendrándote a través del
recuerdo. Tú sabes muy bien, que todos tus esfuerzos personales jamás serán
capaces de construir el amor y la ternura que te regaló tu madre y la honradez y
el amor al trabajo que te enseñó tu padre.
5.
No
olvides que naciste carnívoro y agresivo y que, por tanto, te es más fácil matar
que amar. Vive despierto para no hacer daño a nadie, ni a las personas, ni
animal, ni a cosa alguna. Sabes que se puede matar hasta con negar una sonrisa y
que tendrás que dedicarte apasionadamente a ayudar a los demás para estar seguro
de no haber matado a nadie.
6.
No aceptes nunca esa idea de que la vida es una
película del Oeste en la que el alma sería el bueno y el cuerpo el malo. Tu
cuerpo es tan limpio como tu alma y necesita tanta limpieza como ella. No temas,
pues, a la amistad , ni tampoco al amor: ríndeles culto precisamente porque los
valoras. Pero no caigas nunca en esa gran trampa de creer que el amor es
recolectar placer para ti mismo, cuando es transmitir alegría a los demás.
7.
No
robarás a nadie su derecho a ser libre. Tampoco permitirás que nadie te robe a
ti la libertad y la alegría. Recuerda que te dieron el alma para repartirla y
que roba todo aquel que no la reparte, lo mismo que se estancan y se pudren los
ríos que no corren.
8.
Recuerda que, de todas tus armas, la más peligrosa es la lengua. Rinde
culto a la verdad, pero no olvides dos cosas: que jamás acabarás de encontrarla
completa y que en ningún caso debes imponerla a los
demás.
9.
No desearás la mujer de tu prójimo, ni su casa,
ni su coche, ni su vídeo, ni su sueldo. No dejes nunca que tu corazón se
convierta en un cementerio de chatarra, en un cementerio de deseos
estúpidos.
10.
No codiciarás los bienes ajenos ni tampoco los
propios. Sólo de una cosa puedes ser avaro: de tu tiempo, de llenar de vida los
años pocos o muchos que te fueran concedidos. Recuerda que sólo quienes no
desean nada lo poseen todo. Y sábete que, ocurra lo que ocurra, nunca te
faltarán los bienes fundamentales: al amor de tu Padre, que está en los cielos,
y la fraternidad de tus hermanos, que están en la
tierra