Silenciado por los grandes medios, al fin una institución académica
con base en Estados Unidos retoma la merecida atención a lo que constituye una
grave amenaza no sólo para las poblaciones africanas, sino por extensión para el
resto del mundo.
Sin el acompañamiento de los acostumbrados ruidos megamediaticos, los
terrenos que solían servir para la producción de alimentos de consumo local son
ahora comprados por fondos de pensiones e inversiones que los utilizan para
cultivos de exportación, como biocombustibles y flores, para el mercado
consumidor de los paises desarrollados. Algo similar está ocurriendo en
Centroamérica, como ya expusimos en este espacio.
Así, a la chita callando, se va despojando al continente más potencialmente
rico, pero con las más altas tasas de pobreza y frecuentes y dramáticas
hambrunas, de unas de sus principales fuentes alimentarias. Y al instituto
investigador, tal como consigna, le preocupa en este sentido, que gobiernos
africanos ofrezcan incentivos fiscales a estas compañías para promover sus
inversiones.
Ingresos fáciles de algunos bolsillos para hoy y catástrofes humanitarias
para mañana, porque la cuenta es muy clara: si se reducen las ofertas de
alimentos sus precios suben en el mercado, nutren más bien la espiral de la
criminal especulación financiera de los dias que corren.