Estados Unidos: crisis económica,
bancos y corrupción
Cómo el Congreso de Estados Unidos se ha
vendido a Wall Street
por Greg
Gordon*
Imitando a los Estados Unidos, muchos
países han adoptado costosos planes para relanzar la economía, durante y
después de la crisis financiera de 2008. Pero como lo señala el
investigador Greg Gordon, la concepción de estos planes y su aplicación en
EEUU fueron impuestos al Congreso por los mismos bancos que finalmente han
sido los principales beneficiarios, gracias a la ayuda de los
parlamentarios que han sido groseramente gratificados con dinero por ello.
Podemos identificar algunas personalidades conocidas que se han
beneficiado como… Barack Obama. Senadores y diputados responsables de
supervisar la economía de EEUU han recibido millones de dólares de las
empresas de Wall Street. Desde 2001, ocho de las empresas indicadas
como siendo las más debilitadas por la crisis han donado 64.2 millones de
dólares a los candidatos del Congreso, a los candidatos presidenciales y a
los partidos Republicano y Demócrata. Senadores como Barack Obama y
JohnMcCain recibieron entre ellos dos un total de 3.1 millones de dólares.
Los donantes son bancos de inversión como: - Bear Stearns,
-
Goldman Sachs,
-
Lehman Brothers,
-
Merrill Lynch,
-
Morgan Stanley,
-
la aseguradora American International Group
los gigantes
hipotecarios - Fannie Mae
-
FreddieMac.
Algunos de los beneficiarios más
relevantes recibieron contribuciones de compañías que a su vez recibieron
dinero fiscal aprobado en el paquete gubernamental de ayuda financiera
conocido como TARP (por su sigla en inglés) aprobado por los mismos
miembros del Congreso que ocupaban cargos en los comités encargados de
regular al sector financiero y de supervisar la eficacia de este programa
de apoyo gubernamental sin precedentes.
En total, los miembros del
Comité del Senado sobre Actividades Bancarias, Vivienda y Asuntos Urbanos,
Comité de Finanzas del Senado y Comité de Servicios Financieros de la
Cámara de Representantes recibieron 5.2 millones de beneficiarios del TARP
en el ciclo electoral 2007-2008.
El Presidente Obama recogió por
lo menos 4.3 millones de la parte de estas compañías para su campaña
presidencial. Casi todos los miembros del Comité de Servicios Financieros
de la Cámara de Representantes, que en febrero de 2009 supervisaron en
audiencias públicas cómo serían gastados los 700 mil millones de dólares
del TARP aprobado con urgencia, recibieron contribuciones asociadas a
estas corporaciones financieras durante el ciclo de elecciones de 2008.
«Podría decirse que la industria de las finanzas consiguió su dinero
con el apoyo de los miembros del Congreso que estuvieron dispuestos a
mirar hacia otro lado», dijo Lawrence Jacobs, director del Centro de
Estudios Políticos y Gobernabilidad de la Universidad de Minnesota.
Por ejemplo, en 2004, cuando la Comisión de Bolsa y Valores adoptó un
cambio importante de la regla permitiendo a los bancos invertir decenas de
billones de dólares en dinero prestado en hipotecas desvalorizadas
(«subprime») y otros juegos aventurados, los comités de actividades
bancarias del Congreso no llevaron a cabo ninguna audiencia sobre este
descuido. La inactividad del Congreso impidió regulaciones para
prevenir prácticas depredadoras de los prestamistas y también permitió que
los agentes de hipotecas ganaran elevadas comisiones por la venta de
préstamos hipotecarios de puerta en puerta a compradores de viviendas
insolventes.
El periodista Matt Taibbi, escribió (en su
nota en la revista Rolling Stone) que parte de la venta más notoria del
gobierno de EEUU a Wall Street se concretó a fines de los años noventa,
cuando «los demócratas, cansados de morir barridos por los republicanos en
la arena de la recolección de fondos, decidieron zafarse de su vieja
dependencia de las uniones corporativas y grupos de interés y hacerse más
«amistosos hacia los negocios».
Wall Street respondió inundando
Washington con dinero, comprando aliados en ambos partidos». En el período
de diez años que comenzó en 1998, las compañías financieras gastaron 1.7
mil millones de dólares en contribuciones para campañas federales y otros
3.4 mil millones dólares en pagos a cabilderos o miembros de grupos de
presión. Las sabias inversiones políticas de los grandes banqueros de EEUU
les permitieron desechar con eficacia cualquier control parlamentario
significativo de la industria financiera.
En 1999, el senador
republicano por Texas Phil Gramm copatrocinó una iniciativa que revocó los
aspectos claves de la ley Glass-Steagall Act, que desde la Gran Depresión
impedía que los bancos ingresaran al negocio de los seguros. Al año
siguiente, Gramm redactó una nueva legislación arrolladora llamada
Commodity Futures Modernization Act, que hizo imposible regular los
intercambios de créditos «swaps» [permuta financiera] y otras jugadas poco
seguras.
Así se abrió la puerta para que el aventurismo entre en
los intercambios y negociados de títulos de crédito a alto riesgo se
impongan como cosa corriente. En 1997 y 1998 –los años iniciales de la
reforma de Phil Gramm que destripó la ley Glass-Steagall– las industrias
bancarias, de agentes de bolsa y aseguradoras gastaron 350 millones de
dólares en contribuciones políticas y en cabildeo.
Gramm, entonces presidente del Comité de
Actividades Bancarias del Senado, recogió 2.6 millones de dólares en
solamente cinco años. La ley 90-8 fue aprobada en el Senado con el apoyo
de 38 demócratas, incluyendo a Joe Biden [1], John Kerry, Tom Daschle,
Dick Durbin y John Edwards. La ley ayudó a crear los fracasados
grandes monstruos financieros del tamaño del Citigroup, de AIG y del Bank
of América, y a la vez ayudó a esas compañías a demoler lentamente a sus
competidores más pequeños, dejando a las principales empresas de Wall
Street con aún más dinero y poder para cabildear en favor de más
desregulación adicional.
A comienzos de 2009, se inventó toda una
nueva serie de operaciones del gobierno para inyectar dinero en efectivo a
la economía, la mayoría de ellas bajo control totalmente reservado al
sector financiero. Taibbi señaló que «mientras el resto de EEUU y la mayor
parte del Congreso han estado alardeando sobre el programa urgente de 700
mil millones de dólares de ayuda denominado TARP, los nuevos organismos
recientemente creados en el «zoológico» de la Reserva Federal (FED, por su
sigla en inglés) han estado bombeando discretamente, no miles de millones,
sino millones de millones de dólares, a favor de las empresas privadas
(por lo menos 3 millones de millones de dólares hasta ahora en préstamos,
con otros tantos 5.7 billones adicionales en garantías de inversiones
privadas)».
Taibbi continúa: «Esta nueva y secreta actividad de la
FED eclipsa totalmente el programa TARP en términos de su influencia en la
economía… Nadie sabe quién se está llevando ese dinero o exactamente
cuánto está desapareciendo a través de estos nuevos agujeros en el
deteriorado casco de la solvencia de EEUU.
Por otra parte, nadie
puede estar seguro de que estas nuevas instituciones sean realmente
temporales, o si las están poniendo como muletas permanentes del Estado
para ayudar aWall Street, diseñadas para chupar sistemáticamente malas
inversiones desde los libros de prestamistas irresponsables»
Taibbi concluyó: «La realidad es que la fusión económica mundial y
el vaciamiento que le siguió fueron juntos una suerte de revolución, un
golpe de estado. Solidificaron y formalizaron una tendencia política que
se ha estado manifestando por décadas: se trata de la toma de posesión
gradual del gobierno por parte de una pequeña clase de iniciados
conectados, quienes utilizaron el dinero para controlar las elecciones,
comprar influencia y debilitar sistemáticamente las regulaciones
financieras».
El fraude y la crisis continúan profundizándose y se
expanden con conflictos de intereses significativos en el Congreso, en el
Poder Ejecutivo y gobierno, de EEUU. Simon Johnson, economista, ex jefe
del FMI, dijo: «La industria de las finanzas ha capturado con eficacia a
nuestro gobierno».
Actualización de Lindsay Renick Myer (de
Capitol Eye)
Incluso, mientras el gobierno federal
continúa inventando fórmulas para salvar al sector financiero y dar un
impulso a la economía, el gobierno recibe consejos y recomendaciones de
las mismas compañías que aceptaron dólares de los contribuyentes y que
son, en parte, las principales responsables de la crisis actual.
Pero esto no es todo con respecto a las colectas del Congreso, que
ha estado ocupado en obtener fondos del sector financiero, incluyendo a
esas compañías que recibieron miles de millones de dólares en ayuda del
gobierno a través del programa TARP.
Desde que se escribió este
artículo en febrero, el sector financiero, por supuesto, ha continuado
dando dinero a candidatos, a los comités de partidos y a los comités de
acción política. Desde que comenzó el año 2009, Wall Street ha donado 12.6
millones de dólares, más que cualquier otro sector este año. Y el 58% de
ese dinero ha ido a los demócratas, marcando quizás un cambio de
estrategia política, pues desde el ciclo electoral de 1990, el mundo
financiero, los seguros y las inmobiliarias no habían destinado más del
52% de sus donaciones totales a los demócratas, y desde 1991 a 2006, el
sector financiero dio la mayor parte de su dinero a los
republicanos.
Muchas de las
compañías involucradas en este artículo que escribimos han enviado a sus
altos ejecutivos a atestiguar ante el Comité de Servicios Financieros de
la Cámara de Representantes y, sin embargo, realmente han superado sus
donaciones totales en el primer trimestre de 2009 en comparación a los
primeros trimestres de 2007 y 2005.
Esto incluye a JP Morgan
Chase, Bank of América, Goldman Sachs (que este año ha sido la número uno
en disminuir sus contribuciones, en comparación con el comienzo de
2008),Morgan Stanley, Citigroup y Wells Fargo. Sin embargo, es
importante recordar que todavía es muy temprano para el ciclo [del
Congreso] y que las contribuciones para campañas generalmente comienzan a
fluir con más intensidad en fecha más cercana a una elección. Al igual que
el resto de la industria, ahora estas compañías también apuntaron
mayoritariamente a los demócratas como recipiendarios de sus donaciones
políticas.
Por supuesto, una gran historia para conocer este año
será si los legisladores sufrieron algún golpe en sus finanzas personales,
como el común de los mortales de EEUU, o si se beneficiaron personalmente
tras sostener a las compañías de Wall Street con dinero en efectivo del
contribuyente, los casos más interesantes serán sin dudas, aquellos
concernientes a los miembros de las comisiones encargadas de controlar las
actividades bancarias y financieras. Las declaraciones financieras
personales correspondientes a 2008 se encuentran disponibles con sus
respuestas en OpenSecrets.org en: