Nunca me gustó, porque nunca entendí, la numerología. No me decía
nada. Ahora sé por qué: a los números les faltaba el “alma”. En esta pequeña
muestra de numerología, doy la equivalencia indispensable, al aplicar al número
1 el valor de “una conciencia”.
Pero antes imaginemos algo: En cada uno de nosotros habitan tres
personas: 1= la persona que queremos ser
(la conciencia del Yo espíritu)
2= la persona que creemos ser (la conciencia del ego y algo del Yo
espíritu)
3= la persona que los demás ven (lo que sale al exterior y
mostramos al otro)
Ahora va la primera
serie:
1 = Dios = 1
Conciencia
2 = 1 (conciencia del Yo espíritu) + 1 (conciencia del yo
corporal) = conciencia de uno mismo, sin la elevación = 2 conciencias.
3 = 2
(conciencia sin elevación) + 1 (conciencia aportada por el otro) = conciencia
del hombre despierto o elevado = 3 conciencias.
1 = Dios = 1 Conciencia,
aparentemente es completo en sí mismo. Sin embargo se ve que se descompone en
esas tres partes, que son tres conciencias. Así que también podría representarse
como 3, que es la Trinidad, y el Todo.
3 = Hombre (despierto); también
podría representarse como 1, por ser completo.
Por tanto: 1 = 3, y 3 = 1.
Dios = Hombre, y Hombre = Dios.
Así que,
tanto Dios como el hombre, se pueden representar por una trinidad.
De
aquí sale esta suma de conjuntos:
333 (Dios) + 333 (el hombre despierto)+ 333
(el prójimo despierto) = 999, que es el número de Cristo (del Cuerpo de Cristo,
del Todo).
Ahora vamos a considerar el mandamiento
bíblico:
"Amarás a
Dios por sobre todas las cosas, y al prójimo... como a ti mismo". En este
mandamiento se nos dice que amemos a Dios, al prójimo, y a nosotros mismos. Eso
significa que tenemos tres conciencias diferentes de amor: amor para nuestro Yo
espiritual, (que equivale a Dios), amor para nuestro yo corporal, y amor para el
yo del prójimo. De este modo se logra unificar y completar nuestra total
conciencia del amor- el de un hombre despierto- y lo hace equivalente al Amor de
Dios. Es cuando 1 = 3 y 3 = 1. Y cuando el Uno es el Todo, y el Todo es el
Uno.
Pero ¿qué pasaría si solo nos amáramos a nosotros mismos y a Dios?
Entonces amaríamos a nuestro Yo espiritual y a nuestro yo corporal, y seríamos =
2. Si ésta es la conciencia máxima que alcanzamos, y el prójimo hace lo propio,
entonces el Todo (el 3) no puede completarse, y la suma de conjuntos
sería:
222 + 222 + 222 = 666, que es el 999 invertido, y es por tanto...
¡el número del Anticristo! Esta situación provocaría que nunca pudiéramos
elevarnos.
Y ésta es la situación de la humanidad con la vieja energía,
que estaría a la espera de incorporar la conciencia del amor a los demás (y no
el odio y las guerras) para constituir el Todo, que es cuando Dios podría
completarse. Piénsese en los votos de castidad (y celibato), de pobreza y de
obediencia, a veces con reclusiones voluntarias, que bloquean el amor pleno
hacia los demás seres humanos, y aun el desconocimiento de los demás seres
creados, incluyendo la propia tierra. Es la situación en que los humanos son 2,
y no 3.
Ahora
consideremos lo siguiente:
1 = Dios = 1
Conciencia
2 = Cualquier
ser creado = 2 conciencias
2222222222..... = la primera
creación.
Eso fue antes
de amarse las conciencias de los distintos seres entre sí. Fue antes de
iniciarse las combinaciones químicas, antes de formarse los átomos.
3 = un átomo,
una molécula, una célula... Ya son completos, ya son
trinos.
Pero el
hombre es 2, hasta que consiga su elevación, hasta que incorpore la conciencia
del otro (de todos los otros, incluyendo personas, animales, plantas... y la
conciencia de sus células, de sus moléculas, de sus átomos, de toda la materia
de la tierra y del sol...) dentro de sí mismo. ¡Entonces será 3! ¡Entonces será
Dios!
A la
conciencia se la simboliza por un círculo.
A la
Conciencia del Dios Trino se le simboliza como un círculo inscrito en un
triángulo equilátero (otros ponen un ojo). Igual sería con un átomo, con una
molécula, con una célula... y con un hombre
iluminado.
¿Por qué el
triángulo equilátero? Porque cada ángulo representa una conciencia: el ángulo
superior es la Conciencia de Dios, y los horizontales, las del propio ser, y la
del “otro”. Entre las tres incluyen a la conciencia
total.
La conciencia
del hombre es la energía mayor que existe en la tierra (Kryon). Esa energía es
la luz y el amor que Dios incluyó en cada ínfima partícula de la creación. Cada
partícula ilumina con una minúscula luz al “otro”. Cuando los dos hacen lo
propio, se aman, y se forma el 3. Así se van formando conjuntos materiales y de
conciencias cada vez mayores: átomos, moléculas, células, tejidos... hasta el
animal o el hombre. Por tanto, entre todas formarían la conciencia global de ese
gran ser, que estaría por tanto muy iluminada, como también todo el cuerpo
estaría iluminado... “La lámpara
del cuerpo es el ojo (la conciencia); cuando tu ojo es bueno, también todo tu
cuerpo está lleno de luz... así que, si todo tu cuerpo está llenos de luz, no
teniendo parte alguna de tinieblas, será todo luminoso, como cuando una lámpara
te alumbra con su resplandor” (Lc. 11. 34-36) ¡Imposible hablar más
claro!
Pero esto no
es así, porque tenemos muchas partes oscuras. Es porque en el hombre no
ascendido, su ADN está enfermo de muerte. En comparación, se podría afirmar que:
“la ascensión o el estado iluminado es encender plenamente la luz de la
conciencia”, con lo cual el propio cuerpo brillaría por la luz. Esto incluiría,
por supuesto, la regeneración del ADN, como propugna Kryon, porque es
precisamente el ADN el que más luz emite, y prácticamente la suma de la luz de
todos los ADNs celulares completarían la luz de la conciencia del
hombre.
Además, la
energía de la conciencia funciona en dos círculos, pero en sentido contrario.
Son como dos corrientes eléctricas acopladas, y están circunscritas a esos
triángulos equiláteros. En este caso, en condiciones ideales del hombre
ascendido, la corriente tendría tres polos, y no dos, como ocurre con la
corriente eléctrica que nosotros conocemos:
1ª Se inicia
en el polo o ángulo superior de Dios, que es el generador, llega al polo de mi yo, sigue por el polo del tú,
y asciende al polo de Dios. Así gira.
2ª Se inicia
en el polo superior de Dios, que es el generador, desciende al polo del tú,
viene al polo de mi yo, para ascender al polo de Dios, y así
gira.
Parecería que
una corriente gira por abajo y otra por arriba, en correspondencia con las dos
partes de nuestro ser y sus chakras. La inferior tendría relación con nuestra
parte más terrenal, la de los tres chakras inferiores, y la superior tendría
relación con nuestra parte celeste, con sus tres chakras superiores, quedando en
el centro el chakra cardíaco, que es el integrador de ambas. Ambas corrientes
formarían la merkaba humana.
Porque es
evidente que nosotros podemos ver lo de fuera, y recibir la información, y no
solo eso, sino la luz de la conciencia de los seres de fuera. Esto sería una
corriente ascendente. En medicina se hablaría de los nervios de la sensibilidad,
cuya información sube al cerebro para procesarse allí. Si un hombre está poco
desarrollado, esa información no pasará de su yo inferior o ego; pero si tiene
un desarrollo espiritual, llegará hasta la conciencia de su Ser superior. Esto
es la introspección.
Pero también
hay una dirección hacia fuera, cuando nosotros hablamos o actuamos (antes
escuchábamos y mirábamos) e iluminamos con nuestra conciencia “a través de
nuestra mirada” a las conciencias del otro o de los demás. Porque nuestros ojos
pueden mirar lo que hay fuera, con la función de una cámara fotográfica; pero
también pueden iluminar desde nuestra conciencia hacia fuera, con la función de
un faro, iluminando la conciencia del otro. Siendo la corriente hacia fuera, en
medicina- que se queda muy corta aquí- se hablaría de nervios motores.
Pero, como se
ve, ambas corrientes suben al cielo y bajan a la tierra. Por tanto, yo me
atrevería a afirmar que esas dos corrientes no son círculos paralelos, uno
encima del otro, como se dice de la merkaba, sino que serían dos ochos
verticales (el famoso símbolo del infinito), que se entrecruzarían en el chakra
cardíaco. Una sería la corriente de la introspección, de la intuición, y también
de los sentimientos, como la parte de la compasión en el amor; es la parte
femenina. La otra sería la corriente de la acción, de la co-creación, la parte
masculina. Y ambas energías son parte del Tercer Lenguaje de que habla Kryon, el
Sol central y centro de toda conciencia.
(Bueno,
también es posible que las dos corrientes del merkaba se generen perpendiculares
a éstas de que he hablado, que en realidad son del kundalini. Quizá sean
diferentes unas de otras, y he querido simplificar en exceso).
Antonio