Embajadores del Aire
La historia de Nancy Rivard
Cuando era una pequeña niña enviaba cartas a Dios en el viento. No me sentía
completamente a gusto en este mundo y muy dentro en mi memoria recordaba otro
lugar como mi verdadero hogar. Tenía recuerdos vagos en donde me postraba con
gran reverencia a los pies de grandes Maestros y escuchaba sublimes enseñanzas.
Era una experiencia de estímulo espiritual mucho más grande y profunda que
cualquiera que haya sentido en las iglesias que posteriormente conocí. También
recordé una promesa solemne que había hecho en donde me comprometía a utilizar mi
vida para ayudar en la elevación del nivel de conciencia de la humanidad. "Padre
Amado, ayúdame a recordar, y enséñame que es lo que debo de hacer", al terminar,
soltaba mis cartas… y miraba como el viento las tomaba y las elevaba por sobre
los árboles… seguramente el viento sabría el camino para llevarlas al Maestro de
Sabiduría, y así mis plegarias serían escuchadas.
Muchos años más tarde, en la víspera de Navidad, mi padre de 54 años murió
repentina e inesperadamente. El estremecimiento de su muerte repentina, me hizo
recordar mi oración de niñez. Si mi padre podía morir tan joven, entonces mi vida
también se podía acabar en cualquier instante: “¿Estoy lista para morir? ¿Ya
cumplí con mi misión?”, me preguntaba. Tenía la edad de 29 años y trabajaba como
supervisora de sobrecargos de vuelo para American Airlines. Era un buen trabajo,
y con una Maestría seguramente estaría lo suficientemente preparada para
continuar mi ascenso hasta una gerencia. Observaba a la gente delante de mí en la
escalera laboral. Sabía que si mantenía los pasos de mi vida por el mismo camino
terminaría igual que ellos. Eran gente agradable. Trabajaban duro, mas su vida no
estaba fundamentada sobre un propósito elevado.
"¿Qué es lo que realmente deseo?" Me pregunté profundamente. "Deseo conocer a
Dios", fue la respuesta, "deseo conocer la verdad, deseo entender la esencia de
la realidad." Sabía que mis amigos se reirían de mí, pero la inquietud dentro de
mi corazón para encontrar el verdadero propósito de mi vida había llegado a ser
mayor que cualquier otro deseo. Tomé un paso hacia atrás profesionalmente, de
manera tal que pudiera comenzar a dar pasos hacia mi espíritu. El trabajar como
asistente de vuelo me daría más tiempo libre y la flexibilidad para seguir en
búsqueda de la verdad. Esto inició una búsqueda espiritual muy intensa de siete
años que me llevó a conocer muchísimos lugares del mundo.
Comencé a meditar a diario, pidiendo sinceramente que se me guiara. Cada mes
iba a alguna parte, buscando milagros y siguiendo el rastro hacia un sentido
elevado más allá de toda religión. Viví con los indios Hopi, y los indios en los
Andes del Perú, tuve un testimonio de la virgen María en Medjugore y en Betania,
adopté a una pequeña niña en Sri Lanka, tuve una curación espiritual en las
Filipinas, fui testigo de materializaciones (p. ej., de cenizas) en la India,
Italia e incluso Nuevo México y Tennessee. Viajé como diplomática ciudadana
representando a la extinta URSS. Busqué a maestros espirituales en África,
Tailandia, Alemania y más. En verdad fui testigo de milagros y también encontré
sabios y elevados maestros en este mundo.
Lo que aprendí de ellos en verdad no me lo esperaba. Me dijeron claramente que
si realmente deseaba crecer, si deseaba encontrar mas luz en mi interior… debía
fijar mi atención de nuevo a la humanidad ordinaria. Debía encontrar una manera
de poner amor en acción… no solo para mí, sino para miles. En este punto precario
en la evolución de nuestro planeta, si existiera la manera de idear para hombres
y mujeres de buena voluntad un medio para ayudar personalmente a otros… entonces
el Señor tendría un conducto alineado a través del cual podría verter sus
bendiciones. Las acciones no solo bendecirían a ésos que se les ayudara, sino que
también levantaría y transformaría el estado de conciencia del que ayudase.
"¿Que puedo yo hacer para lograr que esto suceda?" ¡Me pregunté! Me serené
para oír la respuesta de Dios. American Airlines acababa de anunciar la apertura
de una nueva base en Hawaii, y mi voz interna me impulsó a ir allí y escuchar. Me
deshice de la mayoría de mis pertenencias, y me trasladé a una pequeña cabaña a
la orilla de la playa norte de Oahu… justo al frente del mar. Tenía una cama, dos
sillas, una mesa pequeña y una estufa eléctrica de dos hornillas. Trotando cada
día en la playa, nadando en el agua al claro de la luna llena y llevando un
estilo de vida relajado fue mucho más gratificante que tener mi mansión grande en
California, fiestas sociales y un trabajo de mucha exigencia. Me sumergí en
oración y meditación profunda y comencé a intuir una visión para la industria de
viajes.
Mis propios viajes y búsqueda espiritual me habían mostrado un mundo
subdesarrollado. Había visto tanta injusticia e inequidad. Miles de niños con
necesidades primordiales insatisfechas… no tenían alimento, agua, un lugar cómodo
y limpio para dormir, educación básica o asistencia médica. Por otra parte, en el
mundo desarrollado, había tantos con demasiado, materialmente hablando, y
atrapados en una forma de vida estresante, que les dejaba poco tiempo para su
familia o vecinos o para atender los dictados, cada vez mayores, de su corazón
que les decía que debían de servir al mundo y sus hermanos.
Quizás, la industria de viajes podía convertirse en una fuerza que ayudara a
despertar a tantos. Si pudiéramos idear una manera para que personas ordinarias
tomaran un viaje y ayudaran a satisfacer realmente alguna necesidad física de un
niño en otro país, estarían sirviendo no solamente al niño, sino que tendrían una
experiencia que cambiaría sus valores y consolidaría la espiral de crecimiento
espiritual dentro de ellos. Dándoles un medio para poner compasión y caridad en
acción, automáticamente estarían alineados con una parte más elevada de sí mismos
- el resultado de esa alineación es siempre ALEGRIA. En vez de buscar milagros
fuera de nosotros mismos, podemos SER un milagro nosotros mismos, un vehículo
para el amor vivificante. ¡Los asistentes de vuelo, que pueden viajar más
fácilmente que la mayoría, podrían convertirse entonces en ejemplos vivientes de
servicio para popularizar esta idea de viajar para hacer la diferencia!
Comencé a escribir propuestas a diferentes líneas aéreas y a platicar con
asistentes de vuelo sobre la idea. Nadie se mostró interesado en lo más mínimo y
después de muchos meses de escribir propuestas y de reuniones me sentí muy
cansada y desalentada. En meditación pregunté cómo sería que podría hacer la
diferencia en la industria de viajes, la industria más grande del mundo, yo era
solo una asistente de vuelo. Entonces, la voz interna me habló serenamente otra
vez y me dijo… “la mejor manera de enseñar es con el ejemplo”. Tu hazlo, lleva un
abrigo a un huérfano, escolta a un niño para que reciba asistencia médica y
observa lo qué sucede".
Estaba determinada a hacer algo cada mes. Ese mes, Marzo de 1993, se me pidió
que reuniera voluntarios para llevarlos a Kyoto, Japón para asistir en la
inauguración de la Cruz Verde de Mikhail Gorbachev. Diseñé volantes y a panfletos
pero no podía conseguir un solo asistente de vuelo o una línea aérea que apoyara
la iniciativa. "Bien, Padre, seguiré tu designio y lo haré yo misma - iré yo sola
en la primera misión como embajador del aire". En abril, dos asistentes de vuelo
se unieron a mi trayendo los jabones, champúes y amenidades de hoteles,
recolectados de nuestros viajes, para llevarlos a los refugiados de Bosnia. Estos
artículos fueron recibidos como oro y fue tan inspirador para las tres de
nosotras... En mayo, volé a Guatemala para acompañar a una niña de 2 años que se
llamaba Maria Jose, a los E.U. "¿Que es lo que haces?" los asistentes en el vuelo
preguntaron, mirando a la pequeña muchacha guatemalteca en mis brazos, "bueno,
tengo esta idea llamada Embajadores del Aire" contesté, "donde los asistentes de
vuelo pueden ofrecer voluntariamente su tiempo para ayudar a niños alrededor del
mundo. Ahora estoy escoltando a Maria Jose a Nueva York, en donde se le
practicará cirugía del corazón que necesita". “¿Podrías anotar nuestros nombres?
Quisiéramos hacer esto como embajadores del aire también!" Comencé a hacer listas
de asistentes de vuelo interesadas. A mediados de 1996, las listas eran tan
largas que decidimos formar una asociación sin fines de lucro.
En los últimos 7 años hemos logrado cosas increíbles… no solo hemos
entregando de mano a mano millones de dólares en ayuda y escoltando a centenares
de niños que necesitaban asistencia médica, sino que hemos incitado una cambio
dramático en las conciencias de los que contribuyen y suman esfuerzos. Somos no
solamente asistentes de vuelo, somos estudiantes, gente de negocios,
profesionistas y amas de casa. Es mi creencia que los hombres y las mujeres de
buena voluntad son el recurso MAS PRECIADO DE NUESTRO PLANETA. Dándoles una
oportunidad de utilizar sus habilidades y conocimientos para encausarlos en la
ayuda al mundo, no solo ayudan a otras personas, sino que también se convierten
en una fuente de inspiración ellos mismos para otros. Únete a nosotros para que
formes parte del milagro de amor que se esta logrando.
Por
Nancy Rivard
Presidente
Embajadores del Aire
California
SITIO WEB: www.airlineamb.org