Asunto: | [GAP] Urgente establecer procedimientos legales agiles que contribuyan y no dificulten la donacion de organos / Demos vida / El cambio es responsabilidad de todos | Fecha: | Martes, 31 de Julio, 2001 15:54:09 (-0700) | Autor: | Ricardo Ocampo-Anahuak Networks <anahuak @.............mx>
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From: Enrique Ortiz <enort@...>
Date: Tue, 31 Jul 2001 11:56:43 -0500
To: Ricardo Ocampo-Anahuak Networks <chicanos@...>
Estimado Ricardo,
Como estás?
Me enviaron una carta referente a una historia de transplantes. Me pide
enviarla a ti Esmeralda Alvarez Durán de Cancún. Tal vez la puedas publicar
en RedLuz.
Gracias por el apoyo.
Un abrazo
Enrique
* * *
"Como abogado me da pena constatar que la Ciencia Jurídica está estancada e
impide la aplicación práctica de los avances existentes en otras ciencias.
Es urgente establecer en los Códigos de Procedimientos Penales la dispensa
expresa de la necropsia cuando se realice la donación de órganos, bastando
para ello la solicitud de un familiar.
Es urgente establecer procedimientos legales ágiles que contribuyan y no
dificulten la donación de órganos.
De todo lo que narro creo que hay que quedarnos con lo bueno. Es realmente
maravilloso el que hoy un niño de seis años tiene un corazón, hoy una niña
de nueve años tiene un hígado, hoy dos niños tienen riñones, hoy dos niños
tienen córneas.
Lo que menos quisiera es que la presente carta sirva como disuasivo para no
donar. Al contrario, los invito a todos a hacerlo. Trascendamos la muerte
dando vida. Tengamos la magnamidad y el valor que tuvo Eugenia.
Pero no podemos hacer como si nada pasara.
No podemos perder la capacidad de indignación.
El cambio es responsabilidad de todos.
Los invito a donar, a pesar de los absurdos trámites legales.
Los invito a que a cada quien en su trinchera luche contra las injusticias.
Como diría Benedetti (y cantaría Mexicanto): NO TE SALVES".
Lic. Sergio Beltrán Merino.
Blvd. Valle de San Javier 534 desp. 401. Col. Valle de San Javier. C.P.
42086. Pachuca, Hidalgo.
Tels. (7) 713-8964, 714-7606.
sergiobeltran@...
* * *
Espero que lean esta carta. Es la narración de lo que fue mi experiencia
personal en la triste muerte de una niña de 10 años, que gracias al
altruismo de su madre, sirvió para donar un corazón, un hígado, dos riñones
y dos córneas a niños que requerían tales órganos. Fue una lección de amor.
Sin embargo, lo que yo narro es el calvario de trámites legales que
tuvieron que vivir los familiares. Creo que es labor de todos lograr que
las cosas cambien. Les envío un abrazo.
El sábado nueve de junio fue la primera comunión de Ilse y Luis, los hijos
de nuestros amigos Chano y Karin. Fuera del salón en que se celebraba la
fiesta, sobre la carretera Pachuca - Tulancingo, una camioneta atropelló a
María Fernanda, su sobrina de diez años.
Gracias a la oportuna asistencia médica en el lugar, y a pesar de la
tardanza en llegar de una ambulancia, María Fernanda pudo ser trasladada
con vida al Hospital del Niño DIF, en Pachuca, de donde fue remitida al
Hospital Infantil de México.
De inmediato Armando López trató de que se iniciará una averiguación
previa. El Ministerio Público se negaba, argumentando que no podía hacer
nada hasta que la mamá de la niña se presentara a denunciar los hechos y él
recibiera una constancia médica del accidente.
El miércoles veinte de junio declararon la muerte cerebral de María
Fernanda. Eugenia, su mamá, decidió donar los órganos de su hija: corazón,
hígado, riñones y córneas. Optó por dar vida en la muerte.
El equipo de médicos del Hospital Infantil de México, encabezado por el Dr.
Carrillo, programó la operación para realizar los trasplantes a la
medianoche.
De no hacerse los trasplantes a la brevedad, se corría el riesgo de que los
órganos dejaran de funcionar y no fuesen aptos para ello.
Sin embargo, la operación tuvo que posponerse, pues no dio tiempo de
concluir los trámites legales necesarios para las donaciones.
Chano y Karin estaban con Armando López y conmigo en mi despacho, viendo
algunos engorrosos trámites legales necesarios para obtener el pago de los
gastos médicos, y en su momento funerarios. Como siempre, la aseguradora
hacía todo lo posible por evadir el pago, y la empresa a la que pertenece
la camioneta que ocasionó el percance se lavaba las manos.
A las ocho de la noche Chano recibió una llamada del Dr. Carrillo. Le
dijeron que el Ministerio Público en el D.F. no autorizaba las donaciones
si no tenía constancia de la existencia de la averiguación previa en
Pachuca.
A esa hora, Armando López y yo corrimos a la Procuraduría a tratar de
conseguir copias de la averiguación. La secretaria del Director de
Averiguaciones Previas llamó al agente del Ministerio Público, quien en un
principio no manifestó oposición alguna a la entrega de las copias. Sin
embargo, después de hablar con el agente del Ministerio Público del D.F.,
así como con el Director de Averiguaciones Previas, éste ordenó que no se
nos expidieran. Ante ellos, de nada sirvió argumentarles que de no llevar
de inmediato las copias al D.F. posiblemente la donación de los órganos no
sería posible.
Finalmente, por ordenes de la Procuradora, se nos entregaron las copias.
Sin embargo, las copias no sirvieron, pues el agente del Ministerio Público
del D.F. argumentó que para hacer la donación se requería de la
autorización del Ministerio Público de Pachuca que tenía a su cargo la
averiguación previa.
Los abogados del Hospital Infantil de México, Raymundo Infante y Leonardo
Gutiérrez, hicieron todo lo posible para lograr la autorización en el D.F.,
la cual no fue posible conseguir.
Hasta la madrugada, la mamá de María Fernanda, Eugenia, su papá y su
hermana, continuaban haciendo trámites en la agencia del Ministerio Público
del D.F., donde Eugenia ratificó su consentimiento para donar los órganos
de María Fernanda.
A media noche, Armando y yo fuimos al D.F. a recoger la documentación que
se requería para solicitar al Ministerio Público de Pachuca autorizara la
donación. Telefónicamente, se le solicitó llegara lo más temprano posible a
la Procuraduría, a fin de cuanto antes tener el acuerdo que permitiera
realizar la donación.
Quedamos en vernos a las 8:30 de la mañana, pero el Ministerio Público
llegó después de las 9:00. Le presentamos un escrito de Eugenia solicitando
autorización para realizar la donación y copias certificadas de la
averiguación previa, escrito al que anexamos el certificado médico de
muerte cerebral, el escrito por el cual Eugenia manifestaba su voluntad de
donar los órganos de su hija, la historia clínica y el acta levantada ante
el Ministerio Público del D.F. en la que constaba la ratificación por parte
de Eugenia de realizar la donación de órganos.
A pesar de saber la urgencia médica de realizar las donaciones a la
brevedad, el Ministerio Público dijo que él no podía hacer nada hasta que
no se lo indicaran sus superiores, quienes no se encontraban en ese
momento.
Cuando llegó el Director de Averiguaciones Previas, ya informado de la
trascendencia del asunto, de entrada dijo que ellos no podían autorizar la
donación porque no estaba dentro de sus facultades, y que en todo caso,
quien autorizaba la donación era la Secretaría de Salud. Basó su argumento
en un ejemplar que tenía consigo de la Ley General de Salud. Se le hizo ver
que la edición que tenía de la Ley de Salud no estaba vigente,
explicándosele las reformas que a mediados del año 2000 tuvo la ley en
materia de donaciones, de acuerdo a las cuales cuando la pérdida de la vida
del donante estuviera relacionada con la averiguación de un delito, se
daría intervención al Ministerio Público para la extracción de órganos.
Después de argumentar que en todo caso el competente era el Ministerio
Público del D.F., de esperar que trajeran una ley vigente y de debatir
sobre la diferencia gramatical entre "autorizar" y "dar intervención",
finalmente el Director de Averiguaciones Previas accedió a que se dictara
un acuerdo en el cual el Ministerio Público manifestara que no tenía
inconveniente alguno para que se realizara la donación de los órganos.
Apenas obtenido el acuerdo, lo remitimos por fax al Hospital, a efecto de
que los médicos fueran preparando la intervención. Simultáneamente, Chano
se fue a México llevando la copia certificada de toda la averiguación.
Armando y yo quedamos tranquilos, satisfechos de en algo haber podido
colaborar a la donación, y creyendo, ilusamente, que nuestra intervención
había terminado.
Las cirugías para realizar los trasplantes iniciaron el jueves a las seis
de la tarde y terminaron hasta las ocho de la noche del viernes.
El viernes a las 3:00 P.M. Chano nos llamó a Armando y a mí para decirnos
que en el D.F. todavía no les entregaban el cuerpo de la niña porque no les
querían dispensar la necropsia, supuestamente porque en la mañana se había
presentado ante el M.P. de Pachuca una abogada de la aseguradora para decir
que si dispensaban la necropsia, el seguro no pagaba. Chano estaba
realmente abatido. "Ya no queremos saber nada".
Al mismo tiempo me dio una excelente noticia: los trasplantes habían sido
un éxito, los seis niños receptores se encontraban bien, incluyendo los que
habían recibido hígado y corazón. ¡Era el primer trasplante exitoso de
corazón de un niño a otro niño en el país!
Para decirle que no importaba la negativa de la aseguradora, que en todo
caso ya después nos pelearíamos legalmente con ellos, Armando y yo fuimos
de inmediato al Ministerio Público de Pachuca. Éste nos explicó que para
dispensar la necropsia se requería del consentimiento del Ministerio
Público, que el del D.F. consideraba que quien debía dispensar tal trámite
era el de Pachuca, y que el Código de Procedimientos Penales de Hidalgo
disponía que sólo podía dispensarse le necropsia cuando los médicos
legistas consideraran que era evidente la causa de la muerte. Todavía tuvo
el poco tino de manifestar que no entendía porqué los familiares querían la
dispensa de la necropisa: "si ya abrieron el cuerpo una vez para
trasplantar los órganos, pueden volverlo a hacer para realizar la
necropsia". Además, nos reclamó porque a su entender estábamos
acostumbrados a pedir siempre las cosas de última hora. Obviamente, motu
proprio el Ministerio Público no movería un dedo.
Subimos a la oficina de la Procuradora, afuera de la cual estaba el
Director de Averiguaciones Previas, quien fingió no vernos. La Procuradora
nos atendió, le expusimos el caso, y le solicitamos se dispensara la
necropsia. Llamó al Director de Averiguaciones Previas, quien argumentó que
la competencia para dispensar la necropsia correspondía al D.F., pues ahí
había ocurrido el fallecimiento y el Ministerio Público de allá debía
iniciar una averiguación previa por homicidio.
Además, en su descargo, decía que debía realizarse la necropsia para que no
hubiera lugar a dudas acerca de la causa de la muerte, que dispensarla
podría complicar la averiguación y la causa penal, y que en todo caso, que
ellos no podían dispensarla, pues para hacerlo se requería la solicitud de
la madre por comparecencia, tener constancia del fallecimiento, y tener a
la vista el cadáver para dar fe del mismo.
Estabamos atrapados entre dos autoridades. En el D.F. decían que la
dispensa de la necropsia correspondía a Hidalgo y en Hidalgo decían lo
contrario.
No es comprensible como después de la generosidad de la familia el
Ministerio Público, tanto en el D.F. como en Pachuca, quería que se
volviera a abrir el cuerpo de María Fernanda para hacerle la necropsia, lo
cual de por sí es penoso, pero además demoraba la entrega del cuerpo. A las
7:00 P.M. estaba programada una misa de cuerpo presente.
Mientras nosotros lo hacíamos en Pachuca, en el D.F. Adolfo Spínola y otras
personas realizaban gestiones para conseguir la dispensa de la necropsia.
Enlazamos telefónicamente al Director de Averiguaciones Previas de Hidalgo
con el Fiscal de la Unidad Cuauhtémoc de la Procuraduría del D.F. Teníamos
la esperanza de que juntos pudieran encontrar una solución. Sin embargo, su
llamada solo sirvió para justificarse mutuamente, para que cada quien
planteara las razones legales por las cuales no podían dispensar la
necropsia. Al colgar el Director de Averiguaciones Previas, frente a la
Procuradora, le reclamé el no haberle expresado al Fiscal del D.F. las
razones por las cuales consideraba que la dispensa correspondía al D.F., el
no haber tratado de darle alguna salida al problema. "Que bueno que no
litiga, se allanaría a todas las demandas".
En un gesto digno de reconocimiento, la Procuradora personalmente volvió a
llamar al Fiscal del D.F. Nuevamente éste explicó porque ellos no podían
dispensar la necropsia. De acuerdo a su normativa, en el D.F. la necropsia
no puede dispensarse cuando la muerte es resultado de la comisión de un
delito. La Procuradora pidió al Fiscal me explicara sus razones. Después de
exponermelas, le respondí que las entendía, pero que era una lástima que a
una madre que había tenido el valor de donar los órganos de su hija,
cambiando la vida de seis niños, se le sometiera a tal calvario de trámites
legales, que realmente quién sabe que pasaría si la gente que quiere donar
órganos supiera lo tortuoso que son los trámites para hacerlo, y que si por
ellos alguien desistía de donar, ojalá entre los niños que requirieran de
un trasplante de órganos, no se encontraran ni mis hijos ni los suyos.
La Procuradora se molestó conmigo en grado sumo. Consideró que le había
faltado al respeto tanto al Fiscal como a ella. Que a la atención que ella
había tenido conmigo de hablarle personalmente al Fiscal después de que su
Director de Averiguaciones Previas ya lo había hecho, yo respondí con una
grosería.
Si les falté el respeto o no, si fui grosero o no, es lo menos importante.
Lo que sí importa es que la misa que se realizó a las 7:00 P.M. ya no fue
de cuerpo presente. No se dispensó la necropsia. Lo que realmente importa y
es verdaderamente trascendente es que gracias a la generosidad que tuvo una
madre en el momento más triste de su existencia, hoy un niño de seis años
tiene un corazón, hoy una niña de nueve años tiene un hígado, hoy dos niños
tienen riñones, hoy dos niños tienen córneas.
La necropsia se realizó hasta la medianoche del viernes.
El cuerpo lo entregaron hasta las tres de la tarde del sábado.
Por la dilación en la entrega del cuerpo, fue necesario embalsamarlo.
Después de vivir once días de tensión y dolor por el accidente, cuando
llegó la muerte, la familia de Fernanda optó por dar vida. Sin embargo,
para cumplir con los trámites legales para la donación, tuvieron que estar
metidos en una agencia del Ministerio Público toda la tarde y noche del
miércoles veinte de junio y regresar al día siguiente. Realizados los
trasplantes, no solo no se dispensó la necropsia, sino los hicieron esperar
todo el viernes y medio sábado para la entrega del cuerpo. Incluso los
médicos que debían estar al pendiente de la evolución de los niños que
recibieron los órganos, tuvieron que separarse de ellos para declarar ante
el Ministerio Público. Por cierto, el día viernes el titular de la agencia,
Nicolás Chávez Cisneros, nunca apareció.
La experiencia que viví y comparto con ustedes me causó un profundo
impacto, que me llevó a reflexionar diversos temas.
Al salir de la oficina de la Procuradora, tenía una confusión de
sentimientos. Al no haber podido lograr la dispensa de la necropsia, me
sentía impotente, sentía coraje, sentía tristeza, me sentía mal conmigo
mismo. No era justo para la familia.
Después Armando me comentó que la Procuradora había cuestionado mi ética
profesional.
No se vale.
No se vale que existan tantas trabas para donar órganos.
No se vale que a la familia del donante las autoridades las traten como si
fueran delincuentes.
No se vale que a la generosidad de una madre que en el dolor de la muerte
de su hija donó órganos para seis niños, se le responda negándosele la
dispensa de la necropsia. Eso es ingratitud extrema.
Es falta de sensibilidad de las autoridades, es mezquindad.
La necropsia no se dispensó porque supuestamente hacerlo entorpecería la
investigación de los hechos. El Ministerio Público temía que no se pudiese
acreditar que efectivamente el fallecimiento fue consecuencia del
atropellamiento.
Sin embargo, aun sin necropsia, es evidente que en este caso la causa de la
muerte era indudable. E incluso si existiera duda: ¿A que le da más valor
la sociedad? ¿Al deseo de castigar o a corresponder con gratitud a la madre
de una niña que donó los órganos de ésta a seis niños? ¿No sería más
sensato evitar más dolor a la familia, aun con el riesgo de que no se
integrara debidamente la averiguación? ¿Puede la venganza predominar sobre
un acto de elemental justicia?
La institución del Ministerio Público se llama a sí misma como
representante social. ¿Ustedes como parte de la Sociedad están de acuerdo
con el accionar de su representante? Yo no.
Las autoridades ministeriales guiaron su actuar por el temor. Temían
realizar algún acto que fuera contrario a la normativa que los regula. No
se atrevieron a ser eficientes y justo, por temor a tener problemas en su
chamba.
Las autoridades pueden justificar su actuar, diciendo que obraron "conforme
a Derecho". En el D.F. dirán que no podían dispensar la necropsia porque el
competente para hacerlo era el M.P. de Pachuca, por haber sido ahí el
atropellamiento. Dirán que existe un acuerdo que no autoriza dispensar la
necropsia cuando la muerte tiene relación con un delito. En Pachuca dirán
que no podían dispensar la necropsia porque no tenían a la vista el cadáver
y no tenían certeza de las causas de la muerte.
Podrán decir que su actuar fue legal. Nunca podrán decir que fue justo.
Desafortunadamente olvidaron el cuarto de los mandamientos del abogado:
"LUCHA. Tu deber es luchar por el derecho; pero el día que encuentres en
conflicto el derecho con la justicia, lucha por la justicia."
Quisiera creer que la escrupulosidad en el cumplimiento de la ley que
mostraron en el caso de María Fernanda, es la norma de su actuar. Sé que no
es así y ello me indigna. Es indignante que todos los días se pisotee la
ley por intereses mezquinos, y que cuando existe una causa justa, no se
atienda con argumentos legaloides.
Como abogado me da pena constatar que la Ciencia Jurídica está estancada e
impide la aplicación práctica de los avances existentes en otras ciencias.
Es urgente establecer en los Códigos de Procedimientos Penales la dispensa
expresa de la necropsia cuando se realice la donación de órganos, bastando
para ello la solicitud de un familiar.
Es urgente establecer procedimientos legales ágiles que contribuyan y no
dificulten la donación de órganos.
De todo lo que narro creo que hay que quedarnos con lo bueno. Es realmente
maravilloso el que hoy un niño de seis años tiene un corazón, hoy una niña
de nueve años tiene un hígado, hoy dos niños tienen riñones, hoy dos niños
tienen córneas.
Lo que menos quisiera es que la presente carta sirva como disuasivo para no
donar. Al contrario, los invito a todos a hacerlo. Trascendamos la muerte
dando vida. Tengamos la magnamidad y el valor que tuvo Eugenia.
Pero no podemos hacer como si nada pasara.
No podemos perder la capacidad de indignación.
El cambio es responsabilidad de todos.
Los invito a donar, a pesar de los absurdos trámites legales.
Los invito a que a cada quien en su trinchera luche contra las injusticias.
Como diría Benedetti (y cantaría Mexicanto): NO TE SALVES.
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vida digna para sus miembros y sus comunidades. Les pedimos el relato de su
experiencia en vistas a encontrar coincidencias positivas y generalizar su
aprendizaje. Sus recomendaciones en materia de identidad (cultura),
seguridad (gobernabilidad) y sostenibilidad (economia y ecologia) serviran
para que liderazgos e instituciones de diversos sectores, escuchen, aprendan
y establezcan criterios de servicio mas efectivos.
Ademas de intercomunicar a las organizaciones civiles, pretendemos con ello
incrementar los niveles de conciencia y relacion, y procuramos diseñar e
inaugurar entre todos una suerte de sistema sinergico de intercambio de
valores, entendiendo por valores no solo las capacidades y realizaciones de
orden economico sino, muy importante, las de caracter cultural, espiritual,
informativo, social y civico.
Necesitamos regenerar los tejidos sociales y establecer practicas de
intercambio reciproco que generen progreso y bienestar en forma general,
equitativa y que tomen en cuenta los desafios globales y las profundas
tranformaciones que vivimos. Este es un reto -ya todos comprendemos- que
rebasa las capacidades de cada uno de nosotros por separado. Reconocemos que
todos somos UNO y que en el facultamiento al OTRO esta la fuerza para
cocrear el cambio que deseamos.
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