La mujer parte hermosa de la creación de Dios juega un pepel
fundamental dentro de los propósitos divinos del Dios Creador, ellas no son
menos que los hombres son coherederas del Reino De Cristo y tienen un papel
fundamental en los designios del Todopoderoso, vayamos a los siguientos estudios
que arrojan luz respecto a este interesante Tema.
Su amigo y hermano en Cristo.............AGUILA
BLANCA
La mujer en posiciones de liderazgo
Ahora, surge la pregunta: ¿Pueden las mujeres servir como ancianos y
pastores? ¿Se les permite pastorear, conducir, dirigir y enseñar? Justamente
ahora, todos nuestros ancianos son hombres. ¿Debería la iglesia estar también
reconociendo y entrenando mujeres como pastores y maestros?
Empecemos el examen de esta pregunta haciendo una revisión histórica de cómo
Dios ha usado a la mujer para ayudar a su pueblo. Examinaremos el asunto en gran
detalle para ver qué dice y qué no dice la evidencia.
En el principio
Cuando Jesús hizo una pregunta acerca del divorcio, él usó la historia del
Génesis para mostrar la intención original de Dios para el matrimonio (Mateo
19:4-5).
En el principio Dios dijo: "Hagamos al hombre1 a nuestra imagen,
conforme a nuestra semejanza, y tenga dominio sobre los peces del mar, las aves
del cielo, el ganado, y en toda la tierra, y sobre todo animal que se desplaza
sobre la tierra" (Génesis 1:26-27). Estos mandamientos fueron dados a ambos:
varón y hembra. Génesis 1 trata al hombre y a la mujer por igual.
Este pasaje nos dice que, a pesar de las diferencias en apariencia, ambos el
hombre y la mujer fueron creados a la imagen de Dios. A ambos se les dio dominio
sobre la creación. "Tened dominio", dijo Dios. El versículo 28 nos dice: "Dios
los bendijo y les dijo: 'Sed fecundos y multiplicaos. Llenad la tierra;
sojuzgadla y tened dominio sobre los peces del mar, las aves del cielo y todos
los animales que se desplazan sobre la tierra'". Estos mandamientos se les
dieron a ambos el varón y la hembra. Génesis 1 trata al hombre y a la mujer de
la misma forma.
En Génesis 2, sin embargo, vemos distinciones de género en la narración. El
varón fue creado antes que la mujer y, como veremos más tarde, el apóstol Pablo
nos dice que esta secuencia tuvo algún significado. Génesis 2 también nos dice
que Dios tenía cierto trabajo y ciertos mandamientos para el hombre antes de que
Eva fuera creada (Génesis 2:15-17, 19).
Sin embargo, no era bueno para el hombre estar solo. Por lo tanto, Dios hizo
una mujer para él. Pablo nota esto, también, pero observa que "en el Señor ni el
hombre existe aparte de la mujer, ni la mujer existe aparte del hombre" (1
Corintios 11:8-11). Adán reconoce que la mujer era la misma clase de ser que él,
hecha del mismo material: "Ésta es hueso de mis huesos y carne de mi carne"
(Génesis 2:23). Este texto implica similitud, no diferencia. El versículo 24
luego dice que el marido y la mujer se convierten en una unidad.
Luego el pecado entró en el cuadro. Ambos, Adán y Eva pecaron, y ambos fueron
avergonzados. Dios le habló primero a Adán, y luego a Eva. Luego Dios les
explicó a Adán y Eva las consecuencias negativas de su pecado. Cuando él explicó
las consecuencias, hizo algunas distinciones basadas en el sexo; a la mujer él
le dijo que los nacimientos serían dolorosos. Al hombre, le dijo que el trabajo
de agricultura sería difícil (Génesis 3:16-17).
El Génesis no responde directamente la pregunta que necesitamos responder,
pero nos da algunas pistas. Primero, el hombre y la mujer fueron igualmente
hechos a la imagen de Dios (Génesis 1). Sin embargo, igual valor e igual
significado no requieren idénticos papeles. Ya que la historia nos dice que Dios
no trató con el hombre y la mujer de la misma manera, concluimos que fueron
hechas algunas distinciones de sexo.
Mujeres del Antiguo Testamento que fueron líderes
El Antiguo Testamento refleja una sociedad de dominio masculino. Muchas de
las leyes fueron escritas bajo la perspectiva del hombre. Hay pocos ejemplos en
el Antiguo Testamento de mujeres líderes. Sin embargo, varias veces en la
historia Dios usó mujeres como líderes para su pueblo. Ellas ejercieron
diferentes papeles de liderazgo. Así como los hombres líderes, algunas de las
mujeres líderes fueron buenas y algunas no.
La mujer jugó un papel importante en el éxodo y en la formación de la nación
israelita. María la profetiza cantó canciones de alabanza a Dios, guiando a
otras mujeres a la alabanza pública a Dios (Éxodo 15:20-21). Más tarde, cuando
ella ejerció su liderazgo en una forma equivocada, ella fue criticada por su
rebelión pero no por ser una mujer en una posición de liderazgo (Números
12:1-15). María continuó siendo acreditada como una de las líderes originales de
la nación (Miqueas 6:4).
Débora dirigió a los israelitas por varios años (Jueces 4:4-5). El texto no
dice nada acerca de su papel de liderazgo como si fuera algo inusual o
inapropiado; no dice nada que sugiera que ningún hombre israelita tuviera la
capacidad. Sólo dice que ella fue una profetiza y que sirvió a los israelitas
juzgando sus disputas, así como otros jueces lo habían hecho. Dios le habló a
ella, aparentemente con regularidad, y ella le dio a Barac los mandamientos del
Señor (vers. 6, 14). Ella desempeñó papeles civiles, militares y religiosos.
Débora y Barac cantaron una canción de alabanza (Jueces 5:1-31). El versículo 7
atribuye la canción primeramente a Débora. Hulda la profetiza dio un mensaje
autoritario al sumo sacerdote y a algunos hombres (2 Reyes 22:14-20).
Aunque la antigua Israel fue una sociedad de dominación
masculina, y el liderazgo femenino fue inusual, no es incompatible con la forma
como trabaja Dios. Dios algunas veces llamó a la mujer al papel de liderazgo,
incluyendo papeles militares y religiosos, y la gente aceptaba ese liderazgo.
Mujeres líderes en el Nuevo Testamento
Las mujeres eran también importantes en el ministerio de Jesús. A diferencia
de la mayoría de los rabinos, Jesús les impartía enseñanza a las mujeres (Lucas
10:38-42). Las mujeres estaban entre los discípulos viajeros (Lucas 8:1-3). A
Marta le fue dada la visión espiritual para reconocer a Jesús como el Mesías, el
Hijo de Dios (Juan 11:27).
Jesús le dijo a la mujer samaritana que él era el Mesías (Juan 4:7-26). La
lección que él le dio acerca del agua viva fue justamente tan profunda como la
lección que le dio a Nicodemo, y la mujer tuvo una mejor respuesta. Ella fue y
le habló a la gente de su pueblo acerca del Mesías, y testificó eficazmente
acerca de Jesús. Muchas de las personas creyeron en Jesús a causa de lo que ella
les dijo (vers. 28-29, 39).
Después de que Jesús fue resucitado, él pudo haber elegido aparecer a los
hombres primero, pero no lo hizo. Él se reveló a sí mismo primero a mujeres, y
les dijo que les dieran órdenes a los hombres (Mateo 28:8-10). Aparentemente
esperaba que los hombres siguieran las instrucciones de las mujeres.
La mujer continuó siendo una parte importante de la
iglesia primitiva. Ellas estaban incluidas entre los 120 discípulos (Hechos
1:13-15). Pedro dijo que el Espíritu Santo hizo hablar tanto a los hombres como
a las mujeres (Hechos 2:17). La historia de Ananías y Safira muestra que a la
mujer se le consideraba como igual (Hechos 5:1-11). La iglesia aumentó en número
de hombres y mujeres por igual (Hechos 5:14; 8:12).
Cuando Pablo persiguió a la iglesia tratando de detener su crecimiento,
sintió la necesidad de aprisionar no sólo a hombres sino también a mujeres
(Hechos 8:3). Aparentemente las mujeres también estaban difundiendo el
evangelio. (Aunque los hombres dieron todos los discursos públicos que
conocemos, las mujeres aparentemente evangelizaban con eficacia en otros
sitios.)
La mujer fue prominente en el comienzo de la iglesia en Filipo. Lidia,
aparentemente la encargada de su familia, fue la primera en creer (Hechos
16:12-15). La iglesia se reunía en su casa (vers. 40). En Colosas, la iglesia se
reunía en la casa de Ninfa (Colosenses 4:15). En Tesalónica y Berea, mujeres
prominentes se hicieron cristianas (Hechos 17:1-4, 12). Estas mujeres fueron
probablemente líderes influyentes en sus ciudades y sus congregaciones.
Priscila fue otra mujer prominente. Ella y Aquilas dieron a Apolos una
importante lección sobre el cristianismo (Hechos 18:26). Pablo llamó a Priscila
y Aquilas "colaboradores" (Romanos 16:3), un término que Pablo también usó para
Timoteo, Tito, Epafrodito y otros hombres.
Pablo mencionó otras mujeres que también fueron importantes en su ministerio,
aunque sus papeles específicos no se mencionan en detalle. Él recomendó a Febe,
una diaconisa que servía en la iglesia de Cencrea (Romanos 16:1). Pablo les
pidió a los romanos que recibieran a Febe y que la ayudaran en lo que
necesitara, lo cual indicaba que era una persona de importancia (vers. 2).
Pablo saludó a María, a Trifena, Trifosa y Pérsida, "las cuales han trabajado
arduamente en el Señor" (vers. 6, 12). Similarmente, Pablo dijo de Evodia y
Síntique: "Ruego a Evodia, y ruego a Síntique que se pongan de acuerdo en el
Señor. Sí, y a ti también, fiel compañero, te pido que ayudes a estas hermanas
que lucharon junto conmigo en el evangelio, también con Clemente y los demás
colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida" (Filipenses
4:2-3). Está claro que estas mujeres tuvieron papeles importantes en la obra
evangelizadora de Pablo, pero no está claro cuáles fueron exactamente sus
papeles. Ellas podrían haber sido una clase de apoyo del personal, o podrían
haber enseñado a las mujeres, o podrían haber trabajado con los hombres para
enseñar a los hombres, como Priscila lo hizo. Todos los creyentes deben ser
servidores de la iglesia, y trabajar arduamente para el Señor, y apoyar la causa
del evangelio.
Pablo tenía mucha más alta estima de la mujer que la que tuvieron algunos
rabinos judíos. Por ejemplo, él le dio a la mujer tanto control sobre los
derechos conyugales como al hombre (1 Corintios 7:3-5). Él consideraba a todos
los creyentes iguales en Cristo (Gálatas 3:26-28). Por supuesto, esto no implica
una completa eliminación de las diferencias de sexo. Pablo mismo dio ciertos
mandamientos específicos a los hombres y otros mandamientos específicos a las
mujeres (1 Corintios 11:10; 14:34; Efesios 5:22, 25; 6:4; Colosenses 3:18-21;
Tito 2:2-6).
Las mujeres también influenciaron a la iglesia por medio del don de la
profecía. Ana fue una profetiza (Lucas 2:36). Las hijas de Felipe tenían el don
de la profecía (Hechos 21:8-9). Ya que hablaban la palabra de Dios, ellas
hablaban con autoridad.
En Corinto, tanto hombres como mujeres oraban y profetizaban
(1 Corintios 11:4-16). La preocupación de Pablo acerca de cubrir la cabeza
muestra que estas profecías se hacían en público. Él estaba preocupado acerca de
su apariencia cuando ellas se reunían o estaban juntas "como una iglesia" (vers.
17-18). Las mujeres estaban orando y hablando en la iglesia de Corintio.
La profecía es hablar inspirado que fortalece, anima, conforta y edifica
(1 Corintios 14:3-4). En las reuniones de la iglesia, la profecía podía
convencer a las personas de su pecado y llevarlas a la fe (vers. 23-25). En
Corintio, el Espíritu Santo inspiraba a hombres y mujeres a hablar mensajes
edificantes durante los servicios de la iglesia. Pablo animaba a todos los
corintios a buscar el don de la profecía, y él no les prohibía a las mujeres
usar ese don si lo tenían.
1 Corintios 14: 34-35
Sin embargo, Pablo también escribió: "Las mujeres guarden silencio en las
congregaciones; porque no se les permite hablar, sino que estén sujetas, como
también lo dice la ley. Si quieren aprender acerca de alguna cosa, pregunten en
casa a sus propios maridos; porque a la mujer le es impropio hablar en la
congregación" (1 Corintios 14:34-35). Antes en esta carta, Pablo daba
consejos acerca de cómo la mujer debe aparecer cuando ora y profetiza en público
(1 Corintios 11:4-15). ¿Les prohibe ahora a ellas profetizar y orar del todo?
¿Cómo debemos entender 1 Corintios 14:34-35 sin hacer que contradiga lo que
Pablo escribió antes en esta carta? El contexto indica que el mandamiento de
Pablo en 14:34-35 está limitado a ciertas situaciones.
Primero, entendemos que Pablo no prohibía todo hablar. Él no quería decir que
las mujeres no podían decir "amén" después de una oración; él no quería decir
que las mujeres no podían susurrar a sus niños. Aunque el versículo dice que a
las mujeres no se les permite hablar, no debe interpretarse en un sentido
literal. Eso no contradice lo que Pablo escribió en el capítulo 11 y no
contradice lo que escribió en 14:1 y 14:39, donde les dice a todos los
cristianos corintios que busquen el don de la profecía.
Segundo, debemos notar que las mujeres no son la única gente a la que Pablo
pidió permanecer en silencio. En el versículo 28, él les pidió a los que
hablaban en lenguas a permanecer callados (la misma palabra griega) si los
intérpretes no estaban presentes. En el versículo 30, él les pidió a los
profetas que callaran (la misma palabra griega) si una revelación le venía a
alguno. Para estos grupos, el silencio que Pablo ordenaba era para algunas
situaciones de la iglesia pero no para otras. Esto parece ser verdad también por
sus comentarios acerca de la mujer.
La preocupación de Pablo a través de este capítulo es paz y orden en las
reuniones de la iglesia. Las reuniones de los corintios aparentemente habían
sido bastante caóticas y Pablo estaba dando algunas reglas básicas de orden.
Todos querían hablar al mismo tiempo, algunos en lenguas, algunos con
interpretaciones, algunos con profecías, algunos con enseñanza, algunos con
himnos (vers. 26). De modo que Pablo dijo que hablaran uno a la vez (vers.
27-31). Él estaba poniendo algún orden en el caos.
Vemos por qué Pablo les dijo a los que hablaban en lenguas que estuvieran en
silencio: para reducir el parloteo confuso. Vemos por qué les dijo a los
profetas que permanecieran callados: para reducir la confusión. ¿Por qué les
dijo a las mujeres que permanecieran calladas? Él no nos dice por qué
específicamente menciona mujeres y no hombres, pero esta preocupación es
probablemente la misma que había antes en el capítulo. En vez de que todos
hablasen a la vez, Pablo quería que una persona hablara a la vez. Cuando alguien
estaba hablando, las mujeres debían estar calladas.
¡Silencio, por favor!
¿Acerca de qué estaban hablando las mujeres? Pablo no lo dice directamente,
pero los versículos 34 y 35 nos dan alguna evidencia. El versículo 34 indica que
las mujeres estaban hablando en una forma no sumisa. El versículo 35 indica que
las mujeres estaban haciendo preguntas, presumiblemente en una forma que
contribuía al caos. No sabemos exactamente cuál era la situación, pero podríamos
especular que las mujeres estaban hablando al mismo tiempo que los hombres,
actuando tal vez irrespetuosamente hacia los hombres. Cualquier cosa que fuere,
Pablo les dijo que dejaran de hablar.
¿Por qué les dijo Pablo que no hicieran preguntas en la iglesia? Obviamente,
él no quería prohibir absolutamente todas las preguntas. Para un ejemplo
moderno, si la mujer está tomando notas de un sermón y pierde un punto, a ella
se le permite preguntar calmadamente a su marido (o alguien) acerca de lo que
dijo el disertante. Las preguntas son permitidas si no causan disturbio. Cuando
leemos el versículo 35, debemos considerar el contexto. Pablo quiere reducir el
caos en la iglesia; él no está prohibiendo todas la preguntas.
Aparentemente los cristianos corintios conocían qué clase de preguntas
causaban problemas. En las reuniones caóticas de Corintio, las preguntas debían
hacerse en voz alta (los hombres y las mujeres podrían haber estado en
diferentes partes del cuarto de reunión). Con cada cual hablando al mismo
tiempo, era seguro que surgirían las preguntas: "¿Qué está diciendo?" "¿Qué está
pasando ahí?" Estas preguntas añadían al caos, de modo que Pablo les dijo a las
mujeres que dejaran sus preguntas para más tarde. Su preocupación era el
orden.2
Después de que Pablo escribió acerca de cómo debían aparecer las mujeres
cuando profetizaban en público, y después de exhortar a todos a buscar el don de
la profecía, de hecho él no les estaba prohibiendo a las mujeres que hablaran.
Más aún, su mandamiento de silencio no es una demanda para no hablar en
absoluto. Más bien es una dirección al orden, justamente como su mandamiento a
los que hablaban en lenguas y a los profetas a estar en silencio era también una
dirección al orden.
Debemos entender los versículos 34-35 en su contexto: la necesidad de paz en
una situación desordenada. El versículo 34 no es una completa prohibición total
de hablar, y el versículo 35 no es una completa prohibición de todas las
preguntas. Nosotros prohibimos hablar inapropiado, preguntas de disturbio,
interrupciones argumentativas y más de un disertante a la vez. Pero no
prohibimos a la mujer orar en la iglesia. Del mismo modo, no prohibimos
profetizar, no prohibimos a las mujeres dar mensajes reconfortantes, animadores
y edificantes.
Detalles culturales y principios eternos
Pablo luchó con un asunto similar cuando le escribió a Timoteo. Él le urgió
que las oraciones fueran para todos (1 Timoteo 2:1). Él dio instrucciones de
cómo deberían orar los hombres (el versículo 8 usa la palabra griega
aner, que significa "masculinos", en vez de la palabra genérica
anthropos, que significa "humanos"). "Quiero, pues, que los hombres
oren en todo lugar, levantando manos piadosas, sin ira ni discusión" (vers. 8).
Este mandamiento contiene un aspecto temporal,
cultural, y un aspecto eterno. Los cristianos generalmente concluyen que los
detalles físicos (levantar manos) no son universalmente requeridos hoy día, pero
que los principios de comportamiento (sin ira) son eternos y apropiados para
hoy. La distinción entre los detalles físicos por una parte, y las actitudes por
la otra, ilustran la forma en que la iglesia moderna a veces necesita analizar
las instrucciones que Pablo le dio a la iglesia del primer siglo.
Empezando en el versículo 9, Pablo les da algunas instrucciones a las
mujeres. Primero, que ellas "se atavíen con vestido decoroso, con modestia y
prudencia; no con peinados ostentosos, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos".
Otra vez, el principio que Pablo usa --modestia y evitar excesos-- es eterno,
pero los detalles físicos que él menciona los forma la cultura y son temporales.
No hay nada erróneo inherente con el peinado trenzado; la Biblia no prohibe
las trenzas. Del mismo modo, la Biblia no prohibe a las mujeres usar oro en sus
dedos o en su cabello. No prohibe perlas. El concepto de "costoso" lo determina
la cultura.
La instrucción de Pablo es esencial, pero los detalles de forma que él da
están basados en una cultura específica. El principio de modestia es válido a
través de las culturas y siglos, pero la prohibición de trenzados, oro y perlas
no lo es. En el primer siglo, en Efeso, estas cosas indicaban inmodestia, tal
vez falta de humildad. En el mundo de hoy, no indican necesariamente inmodestia.
1 Timoteo 2:11-12
Pablo después dijo: "La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción; porque
no permito a una mujer enseñar ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en
silencio" (vers. 11-12). ¿Por qué Pablo necesitaba decir esto? Probablemente
porque algunas mujeres en Efeso no estaban aprendiendo en quietud y sumisión.
Ellas estaban tratando de enseñar y ejercer autoridad sobre el hombre. Entonces
Pablo les pidió permanecer en silencio cuando ellas estaban recibiendo
enseñanza.
Justamente como en los previos versículos, algo de lo que Pablo escribió
concierne a las actitudes, y algo de ello concierne a los detalles de cómo las
actitudes son expresadas en el comportamiento. La preocupación primaria de Pablo
aquí parece ser la actitud de sumisión. Diferentes culturas expresan sumisión en
diferentes formas. Juzgando por lo que Pablo escribió aquí, aparentemente la
mujer que enseñaba a los hombres en público no era considerada sumisa en el
primer siglo en Efeso. Justamente como era inapropiado para ellas llevar trenzas
y usar joyas.
En muchas naciones hoy día, sin embargo, las costumbres son diferentes. Por
ejemplo, un profesor podría decir cerca del fin de una conferencia: "Si hay
alguna parte de la conferencia que ustedes no han entendido, quiero que hagan
sus preguntas ahora". Un estudiante sumiso, sea hombre o mujer, podría obedecer
haciendo preguntas en la clase en vez de más tarde en privado. En otras
situaciones, los hombres podrían reconocer que una mujer tiene más conocimiento
acerca de un asunto específico y pedirle a ella que enseñe algo acerca de esto.
En este caso, una mujer sumisa les enseñaría a los hombres.
Las culturas modernas no esperan que la mujer esté en completo silencio. Hoy
día se espera algo diferente. En sesiones de discusión de estudio bíblico, por
ejemplo, la mujer podría hacer preguntas, comentarios o hablar abiertamente con
el líder. Si la mujer tiene acceso a hechos que los otros no conocen, ella puede
suplir la información. En la mayoría de las culturas, eso no se ve como rebelión
o inmodestia.
En los servicios de la iglesia, también, a la mujer no se le requiere
mantener estricto silencio. No les prohibimos a ellas cantar himnos o música
especial. Ellas pueden ser completamente sumisas, tener el deseo de aprender,
pero sin estar completamente calladas. Para nuestros servicios hoy, se espera
que la mayoría de los hombres y mujeres actúen en casi idénticas maneras:
cantando cuando todos cantan, hablando cuando todos hablan (diciendo amén) y
escuchando cuando todos escuchan.
Cualquiera que hubiera sido la situación de los efesios, no creemos que la
mujer debe estar en completo silencio en la iglesia de hoy. Asimismo, no
prohibimos a la mujer todas las formas de enseñanza. Las mujeres enseñan en el
hogar, enseñan las clases bíblicas para los niños, enseñan a otras mujeres y
conducen sesiones de entrenamiento que incluyen hombres y mujeres.
Las mujeres les pueden enseñar a los hombres
¿Pueden las mujeres enseñarles a los hombres? Hemos visto ya algunos ejemplos
bíblicos de mujeres enseñando a los hombres, tanto en privado como en público.
No fue equivocado para Débora decirles a los hombres la palabra del Señor. No
fue equivocado para Hulda dar información autoritaria al sumo sacerdote. No fue
error para Ana hablar públicamente acerca de Jesús "a todos los que esperaban la
redención en Jerusalén" (Lucas 2:38). Éstas son formas de enseñanza.
No fue error para Rode informarles a todos que Pedro estaba en la puerta
(Hechos 12:14). No fue error para las mujeres transmitirles mandamientos a los
hombres (Mateo 28:10). No fue error para las mujeres decirles a los apóstoles
que el Señor había resucitado (vers. 7). Ellas estaban transmitiéndoles a los
hombres información de significado espiritual, y Jesús quería que los hombres
aprendieran de las mujeres.
No fue error para la mujer samaritana decirle al pueblo lo que Jesús había
hecho (Juan 4:29). No fue error para Priscila y Aquilas trabajar juntos para
enseñarle a Apolos (Hechos 18:26). No fue error para las hijas de Filipo (Hechos
21:8-9) decir sus mensajes inspirados a los hombres.
No es erróneo para una mujer enseñar a su marido por medio de su ejemplo (1
Pedro 3:1-2). También vemos en las Escrituras que algunas veces es apropiado
para una mujer enseñar con palabras. No es erróneo para una mujer dar una
respuesta si un hombre le pregunta por la razón de la esperanza que hay en ella
(vers. 15). No es erróneo para una mujer profetizar con palabras edificantes
durante los servicios de la iglesia (1 Corintios 11:4-16). Cuando Pablo les
dijo a los colosenses que se enseñaran unos a otros (Colosenses 3:16), él no
mencionó ninguna restricción de sexo.
Obviamente, Pablo no está diciendo que es siempre erróneo para una mujer
decir cualquier cosa de la cual un hombre pueda aprender. Sin embargo, 1 Timoteo
2:12 dice que él no le permite a una mujer enseñarle a un hombre. El contexto es
la iglesia, y aun así ya hemos visto que Pablo permitía a la mujer orar y
profetizar en la iglesia de Corintio. Para evitar interpretar a Pablo de esa
manera y hacer que se contradiga a sí mismo, concluimos que Pablo permitía
ciertas formas de enseñanza, pero no otras.
El papel de enseñanza de los ancianos
Otras restricciones sexuales que Pablo dio en su carta a Timoteo era que un
obispo o supervisor debería ser "marido de una sola mujer" (1 Timoteo 3:2; Tito
1:6). Él usó la palabra específica de género aner, que se refiere sólo
a varones (a diferencia de la palabra genérica anthropos, que se puede
referir tanto a varones como a mujeres).
Hay algunos
factores que encajan juntos: 1) Pablo dijo que a la mujer no le era permitido
ejercer ciertas clases de enseñanza o papeles de autoridad en la iglesia. 2)
Pablo dijo que los ancianos serían hombres casados. 3) Los ancianos estaban para
enseñar y dirigir, y los miembros debían obedecer su autoridad (Hebreos 13:17).
Una forma de poner estos hechos juntos es concluir que Pablo no les permitía a
las mujeres ser ancianos o ejercer la enseñanza, y funciones de gobierno o de
reprensión que estaban restringidas a los ancianos.3
No se trata de que las mujeres sean incapaces de dirigir y enseñar
eficazmente. La Biblia no hace tal aseveración. De hecho, como vimos arriba, hay
numerosos ejemplos bíblicos de mujeres que eran espiritualmente maduras y
hábiles para dirigir. También, hombres y mujeres son de igual valor (Gálatas
3:28; 1 Pedro 3:7). Pero los hombres y las mujeres tienen diferentes
funciones en la iglesia sin negar igual valor.
Mucha gente piensa que todas las distinciones de género son sexistas. Sin
embargo, el ejemplo bíblico es que a veces es apropiado hacer distinciones de
género. No obstante, mucha gente cree sinceramente que los comentarios de Pablo
acerca de la mujer son culturalmente limitados. Ellos creen que los principios
de interpretación apropiados llevan a la conclusión de que las restricciones de
Pablo ya no son válidas, ni en detalle ni en principio. Respetamos su sinceridad
y admitimos que debe ser necesario mayor estudio. Pero nosotros no podemos
concienzudamente nombrar mujeres como ancianos hasta que veamos una evidencia
persuasiva de que con la apropiada aplicación de las instrucciones de Pablo a
nuestra cultura podamos nombrar mujeres como ancianos.
Algo fundamental en cuanto a otros estudios es el hecho de que aceptamos los
escritos de Pablo como canónicos y, por lo tanto, como guía autoritaria para la
práctica de la fe. En nuestra Síntesis Doctrinal dice que las
Escrituras son nuestra autoridad máxima en todos los asuntos y doctrinas, y eso
incluye el liderazgo en la iglesia. La cuestión es interpretación y aplicación.
Aunque la Biblia da ejemplos de mujeres en varias posiciones de responsabilidad
y liderazgo, no da ejemplos de mujeres como pastoras.
No queremos permitir algo que la Escritura prohibe. Tampoco queremos prohibir
lo que la Escritura permite. Mientras se conduzcan estudios posteriores sobre
este asunto, queremos asegurarnos de que a las mujeres se les permita y se les
anime a participar tanto como sea posible, dentro de las guías bíblicas como las
entendemos.
¿Qué deben hacer las mujeres?
Cada miembro es una parte importante de cualquier iglesia en
funcionamiento. Todos los miembros son espiritualmente dotados y deben ser
equipados para la obra de ministerio. Hay numerosas actividades en la iglesia
que no están restringidas a los ancianos. No importa lo que uno piense acerca de
la ordenación de mujeres, cada cual puede estar de acuerdo en que hay numerosas
actividades en las que pueden participar las mujeres, algunas tradicionales y
algunas no. Papeles tradicionales incluyen cantar y enseñar a los niños. Nuestra
tradición también incluye los papeles de servicio que van con el oficio de
diaconisa: organización de actividades sociales, servir a los enfermos, ayudar a
las señoras cuando dan a luz, etc.
Un papel importante, pero poco utilizado, incluye la enseñanza a otras
mujeres para ayudar a los nuevos miembros a madurar en la fe. Las mujeres
espiritualmente maduras pueden servir como ministros a otras mujeres. Ellas
pueden entrenar a otras mujeres para la obra de ministerio. (Esto puede hacerse
en el ministerio de mujeres, en las clases de mujeres o a través de mentores.)
Las mujeres también pueden compartir el evangelio, sea en un foro público o
en una casa privada, ya sea para hombres o mujeres. Ellas pueden contestar
preguntas de hombres y mujeres.
Aunque no es parte de
nuestra tradición, es permisible que las mujeres oren públicamente en la
iglesia. Muchas canciones son en realidad oraciones y no hay razón para decir
que una mujer puede cantar una oración pero no decir una. Pablo permitía a las
mujeres orar y profetizar (1 Corintios 11:4-16). La oración no es una función
restringida a los pastores o ancianos. No es una función de enseñanza ni de
autoridad. Una mujer puede también conducir a la congregación en canciones de
alabanza y adoración así como conduce coros.
Una mujer puede servir como tesorera de las cuentas de la congregación. Las
mujeres pueden supervisar la organización de actividades sociales, diciendo a
los hombres dónde poner las mesas y la comida, etc. Ellas pueden supervisar a
los maestros de las clases bíblicas para los niños o adolescentes, aun si
algunos profesores son hombres. Las mujeres pueden dirigir reuniones de comité,
discusiones y tomar decisiones. Las mujeres podrían dirigir grupos de estudio y
oración.
Una mujer puede servir como acomodadora, ayudando a la gente a encontrar
asientos. Puede contar la asistencia. Puede ayudar recaudando ofrendas y puede
ayudar a distribuir el pan y el vino en la Cena del Señor. Éstos son papeles de
servicio.
Así como en el primer siglo las mujeres podían orar y profetizar en público,
las mujeres hoy pueden hablar a la iglesia. Pueden dar noticias, actualizaciones
ministeriales, describir acontecimientos, leer anuncios, dar testimonios
personales e ilustraciones de principios espirituales, etc. Ellas también pueden
leer escrituras desde el púlpito.4
Una mujer podría también ejecutar un bautismo. En nuestra tradición, las
mujeres no bautizan, pero no hay un requisito bíblico para esta restricción.
Hemos sido enseñados por décadas que los líderes laicos podrían efectuar
bautismos.5 Sin embargo, el líder laico debería ser autorizado por la
iglesia para efectuar el bautismo y, si es posible, es preferible que un anciano
u otro líder de la congregación esté presente. El anciano y la persona que
bautiza pueden participar en la imposición de manos. (Otros miembros de la
congregación también pueden asistir.)
Así como una mujer capacitada podría ser un líder espiritual y ministrar a
otras mujeres, ella también podría dirigir cuando un hombre capacitado no está
presente. Por ejemplo, en algunas iglesias satélite, los hombres podrían ser
todos nuevos en la fe, no tener la habilidad de dirigir, o no tener el deseo de
dirigir. En tales casos, las mujeres capacitadas estarán a cargo. Aunque el
papel de liderazgo de la mujer podría ser temporal, ella aun puede ser
reconocida como líder. Estas situaciones podrían ser raras, pero es útil
discutir la posibilidad para que la gente no se sorprenda si eso pasa.
Conclusión
Las mujeres y los hombres son de igual valor para Dios. Jesucristo vino
y murió para servir y salvar mujeres tanto como hombres. Pero esta igualdad no
requiere papeles idénticos. El mismo versículo que dice que las mujeres son
herederas de la salvación también dice que los hombres deben tratar a las
mujeres diferentemente de como tratan a los hombres (1 Pedro 3:7). Así como Dios
valora altamente a la mujer, así los hombres deben también valorar altamente a
las mujeres.
Dios da dones espirituales para el bien
común y es por medio del ejercicio de estos dones que la iglesia crece. Miembros
individuales también crecen a medida que usan sus dones para servir a otros.
Para ayudar a la mujer a crecer espiritualmente, la iglesia necesita ayudarles a
usar sus dones espirituales, animarlas a participar en los ministerios de la
iglesia.
Retornemos a una de nuestras preguntas de introducción: "Ya que los pastores
equipan a los miembros para la obra de ministerio, ¿deberían ellos estar
entrenando y equipando mujeres para pastorear y enseñar?" La respuesta es sí.
Muchas mujeres tienen habilidades pastorales o de pastoreo. Esto no hace que
ellas sean ordenadas como pastores o ancianos, pero eso significa que ellas
pueden tener responsabilidades pastorales en la iglesia: hacia otras mujeres,
hacia los niños y adolescentes y a veces hacia los hombres. Si los dones de una
mujer están en esta área, ella debería ser animada a pastorear y enseñar en las
formas como lo permite la Escritura.
Un pastor sabio encontrará una forma de equipar y capacitar a hombres y
mujeres para usar sus dones espirituales para el bien común. Ellas pueden
recibir entrenamiento y se les puede permitir ministrar a medida que Dios les da
la habilidad y las Escrituras lo permiten. Los pastores deben esforzarse para
maximizar el potencial administrativo para todos los miembros, cada uno según
sus dones.
Mujeres que hablaron la palabra de
Dios
Por Michael
Morrison
Las mujeres tienen una función
cada vez más activa en la obra de la iglesia. Las mujeres no solamente dirigen a
otras mujeres en los "ministerios de las damas", sino que también dirigen a
hombres y mujeres en música, oración, enseñanza y predicación.
Algunos se preguntan por qué
se les debe permitir a las mujeres hacer algo en la iglesia. Otros se preguntan
por qué las mujeres no pueden hacer todo en la iglesia.
Para dar una perspectiva
bíblica sobre este tema, veamos la evidencia de que Dios ha usado a mujeres para
hablar a su pueblo. Mujeres han hablado la palabra de Dios, y lo han hecho con
permiso y autoridad divinas.
Agar
El Señor le dio a Agar una
promesa similar a la promesa dada a Abraham (Génesis 16:7-10). Agar entonces
dijo: "Tú eres un Dios que me ve. Pues pensó: ‘¿Acaso no he visto aquí al que me
ve?’ " (v. 13).Lo que dijo Agar está ahora en la Palabra de Dios. Ella nos dijo
uno de los nombres que nos dice quién Dios es. Él es el que nos ve, y Agar es la
persona que habló esa verdad.
María
Después de que Dios llevó a
los israelitas a través del Mar Rojo, María cantó alabanzas que ahora son parte
de la Palabra de Dios: "María la profetisa, hermana de Aarón, tomó un pandero en
su mano, y todas las mujeres salieron en pos de ella con panderos y danzas"
(Éxodo 15:20-21). En adoración pública, María cantó lo que ahora es la Palabra
de Dios.
María era una profetisa, lo
que significa que predicó la palabra del Señor. Un profeta es alguien que habla
de parte de Dios a la gente; una profetisa tenía la misma función.
Débora
La siguiente profetisa en la
Biblia es Débora. "En aquel tiempo gobernaba a Israel Débora, profetisa, esposa
de Lapidot. Ella solía sentarse debajo de la palmera de Débora, entre Ramá y
Betel, en la región montañosa de Efraín. Y los hijos de Israel acudían a ella
para juicio" (Jueces 4:4-5).
Débora fue profetisa y juez,
y en ambas funciones habló la palabra de Dios. Su función no solo fue un acto de
una sola ocasión, sino una responsabilidad continua.
El pueblo buscaba su
liderazgo continuamente; y no hay nada en la Biblia que sugiera que alguien
pensara que era raro para una mujer desempeñar este puesto. Ella era simplemente
la mejor persona para el puesto, y la gente aceptó este hecho.
Dios puede levantar piedras
para hacer su obra, y si necesitaba un hombre para hacer el trabajo, Él podía
levantar a un hombre. Pero en este caso eligió obrar por medio de una mujer,
mostrando que no hay ninguna razón teológica por la cual Dios no puede usar a
una mujer para representarlo, o encargar a una mujer para dirigir a su
pueblo.
Había muchos hombres en
Israel en aquel entonces, pero Dios no estaba buscando uno que fuera el juez, y
aparentemente los israelitas tampoco. Estaban dispuestos a acudir a Débora para
que decidiera sus disputas. Ella tenía sabiduría, y su sabiduría era más
importante que su género.
Débora era una profetisa,
alguien que hablaba la palabra de Dios. "Entonces ella mandó llamar a Barac hijo
de Abinoam, de Quedes de Neftalí, y le dijo: ¿No te ha mandado Jehovah Dios de
Israel, diciendo: ‘Vé, toma contigo a 10.000 hombres de los hijos de Neftalí y
de los hijos de Zabulón, reúnelos en el monte Tabor, y yo atraeré hacia ti, al
arroyo de Quisón, a Sísara, jefe del ejército de Jabín, con sus carros y sus
escuadrones, y lo entregaré en tu mano’?" (v. 6-7).Aquí la Biblia describe a una
mujer hablando las palabras de Dios, dándole órdenes a un hombre que
aparentemente tenía suficiente liderazgo para reunir un ejército de 10.000
hombres. Dios está bien dispuesto a que una mujer les dé sus órdenes a los
hombres.
No hay nada en la naturaleza
de Dios o la naturaleza de los hombres o de las mujeres que haga inapropiado
algo así. Dios puede usar a mujeres, y necesitamos estar alertas a la
posibilidad de que lo está haciendo, y estar dispuestos a responder.
Débora
fue con Barac, y en el versículo 14 una vez más le da la palabra del Señor a
Barac: "Aquel día cantó Débora con Barac hijo de Abinoam, diciendo: ‘Por haberse
puesto al frente los caudillos en Israel, por haberse ofrecido el pueblo
voluntariamente, ¡bendecid a Jehovah!’ " (Jueces 5:1-2).¿Quién es este "yo" que
está cantando? En el versículo 7 vemos que es Débora: "Quedaron abandonadas las
aldeas en Israel; quedaron abandonadas hasta que yo, Débora, me levanté. ¡Me
levanté como madre en Israel!"
Débora es la autora principal de esta porción
de escritura. Como María, estaba cantando alabanzas a Dios en un culto público.
Está expresando liderazgo espiritual, pronunciando la palabra de Dios. Esto es
algo legítimo que las mujeres pueden hacer.
Cuando la mejor persona para
el puesto es una mujer, entonces Dios está dispuesto a utilizar a una mujer para
la obra que se necesita cumplir. Aun en una sociedad patriarcal, Dios puede usar
mujeres para pronunciar sus palabras.
Algo semejante ocurrió con
Ana, la madre de Samuel. "Entonces Ana oró y dijo: ‘Mi corazón se regocija en
Jehovah; mi poder se enaltece en Jehovah. Mi boca se ensancha contra mis
enemigos, porque me he alegrado en tu salvación. No hay santo como Jehovah,
porque no hay ninguno aparte de ti; no hay roca como nuestro Dios’ " (1 Samuel
2:1-2).Una vez más, las palabras de una mujer ahora son Escritura inspirada.
Ella pronunció la palabra de Dios con palabras de adoración que han inspirado
sinagogas e iglesias por miles de años, y eso es un logro notable para
cualquiera. Dios la inspiró a cantar una canción de alabanza.
La mayoría de
los representantes de Dios eran hombres. En esta sociedad patriarcal, todos los
sacerdotes eran hombres, los reyes eran hombres, los líderes militares eran
hombres. Pero aun en esa sociedad dominada por los hombres, Dios podía usar a
mujeres para hacer su obra.
Hulda
En 2 Reyes 22, vemos otro
ejemplo de lo que Dios estaba haciendo con las mujeres. En el año 18 del reinado
de Josías, obreros encontraron un rollo de la ley en el templo.
Josías le dijo al sumo
sacerdote lo que debía hacer: "Id y consultad a Jehovah por mí, por el pueblo y
por todo Judá, respecto a las palabras del libro que ha sido hallado. Porque
grande es la ira de Jehovah que se ha encendido contra nosotros, por cuanto
nuestros padres no han obedecido los mandamientos de este libro de hacer
conforme a todo lo que ha sido escrito acerca de nosotros" (v. 13).
El sumo
sacerdote quería preguntarle al Señor acerca del rollo, entonces "el sacerdote
Hilquías, Ajicam, Acbor, Safán y Asaías fueron a la profetisa Hulda, esposa de
Salum hijo de Ticva, hijo de Jarjas, guarda de las vestiduras, la cual vivía en
el Segundo Barrio de Jerusalén; y hablaron con ella" (v. 14).
Hubieran podido haber buscado
a Jeremías, pero no había razón para hacerlo. Hulda pronunció la palabra de Dios
tanto como Jeremías lo hizo. Un profeta habla las palabras de Dios, y una
profetiza habla las palabras de Dios, y Dios inspira tanto al uno como al
otro.
Hablaron, entonces, con
Hulda, y en los versículos 15-16 leemos su respuesta: "Así ha dicho Jehovah Dios
de Israel: Decid al hombre que os ha enviado a mí, que así ha dicho Jehovah: ‘He
aquí yo traeré el mal sobre este lugar y sobre sus habitantes, es decir, todas
las palabras del libro que el rey de Judá ha leído’ ".Hulda estaba comentando
sobre el significado de las Escrituras y prediciendo el futuro, dando un mensaje
autoritativo de parte de Dios. Una vez más, no hay ninguna indicación de que
algo raro estaba sucediendo.
Nadie dijo que era extraño
acudir a una mujer en vez de a un hombre. Hulda era conocida como una profetisa,
lo que significa que era conocida por hablar la palabra del Señor.
Ella estaba haciendo lo mismo
que había estado haciendo en muchas otras ocasiones: Ella habló de parte de Dios
para el pueblo. Eso era lo que hacían las profetizas.
El Nuevo Testamento
En el Nuevo Testamento
aprendemos sobre otras mujeres que hablaron la palabra de Dios. María cantó
alabanzas que ahora son escrituras (Lucas 1:46-55). Ana fue una profetiza (Lucas
2:36-38). Después de la resurrección de Jesús, Él se les apareció a unas mujeres
y les dio un mensaje: "Entonces ellas salieron a toda prisa del sepulcro con
temor y gran gozo, y corrieron a dar las nuevas a sus discípulos. Y he aquí,
Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Os saludo! Y acercándose ellas,
abrazaron sus pies y le adoraron. Entonces Jesús les dijo: No temáis. Id, dad
las nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea. Allí me verán" (Mateo
28:8-10).
Jesús no tuvo problema alguno
con el hecho de que las mujeres les dieran órdenes a los hombres. No hay nada
inherentemente malo con eso.
Él les dio esa autoridad al
darles el mensaje, y al hacerlo así, estas mujeres estaban hablando las palabras
del Señor. Jesús esperaba que los hombres escucharan a las mujeres y obedecieran
el mandamiento que les llevaron.
También había profetisas en
la iglesia primitiva. Cuando los discípulos estaban hablando en lenguas, Pedro
le dijo a la multitud lo que estaba sucediendo. Era un cumplimiento de la
profecía de Joel: "Sucederá en los últimos días, dice Dios, que derramaré de mi
Espíritu sobre toda carne. Vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán,
vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños. De cierto,
sobre mis siervos y mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu, y
profetizarán" (Hechos 2:17-18).
Dios inspira tanto a hombres
como a mujeres a hablar. Eso no era inaudito en los tiempos del Antiguo
Testamento, y así debe ser en la era del nuevo pacto también. Dios causará que
tanto hombres como mujeres hablen.
Lucas no nos dice lo que las
mujeres fueron inspiradas a decir. Toda la predicación en el libro de los Hechos
está hecha por hombres. Eso probablemente era una necesidad práctica en esa
cultura. Pero no hay nada teóricamente o teológicamente erróneo con la
inspiración de mujeres para hablar.
Lucas menciona en Hechos 21:9
que Felipe tenía cuatro hijas que profetizaban. Como profetisas, hablaban la
palabra de Dios, a medida que eran inspiradas por Dios.
1 Corintios 11
1 Corintios 11 nos da otro
ejemplo de mujeres que hablan la palabra de Dios, y esto en una carta de parte
de Pablo, a quien a veces se cita por haber dicho que las mujeres no deben
hablar. Pero ese tipo de cita es posible únicamente cuando se saca de su
contexto, porque 1 Corintios 11 muestra que Pablo sí aprobó que las mujeres
hablaran, aun en la iglesia.
Hay muchos detalles en el
capítulo que no podemos explorar ahora, pero podemos tomar en cuenta algunas
cosas acerca de la mujer.
Pablo escribe: "Todo hombre
que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta su cabeza. Pero toda mujer
que ora o profetiza con la cabeza no cubierta, afrenta su cabeza, porque da lo
mismo que si se hubiese rapado" (v. 4-5).
Cristianos han debatido el
significado de estas palabras por cientos de años. Pablo estaba escribiendo
acerca de una costumbre cultural que no tenemos hoy en día. Su punto parece ser
que los hombres y las mujeres deben comportarse en maneras culturalmente
apropiadas cuando oran o profetizan.
Pablo está dirigiéndose a
algo que se hace en público. No está preocupado por si la gente se cubre la
cabeza en privado; y profetizar casi por definición tiene que hacerse en
público.
En el capítulo 14, habla con
mayores detalles acerca de profetizar, y es algo que se hace en la iglesia, en
los servicios de adoración. Parece claro que en el capítulo 11 Pablo está
hablando acerca de las mujeres orando y profetizando en la iglesia.
¿Qué quiere decir Pablo
cuando habla de profetizar? En el capítulo 12, él incluye la profecía como un
don espiritual. En el capítulo 14 dice: "El que profetiza habla a los hombres
para edificación, exhortación y consolación. El que habla en una lengua se
edifica a sí mismo, mientras que el que profetiza edifica a la iglesia" (v.
3-4).
La profecía es la habilidad que Dios le da a personas para fortalecer,
animar, confortar y edificar a otros. Pablo deseaba que todos en la iglesia
pudieran hacer esto. Es un don valioso para fortalecer a la iglesia en general.
Se hace en la iglesia para el bien de la iglesia. El versículo 24 dice que la
profecía es algo que puede convencer a personas del pecado y puede llevar a
alguien a la fe en Cristo.
Cuando Pablo habla acerca de
mujeres que profetizan, él se refiere a mujeres que animan, confortan, edifican
y fortalecen a la iglesia. Se refiere a mujeres que están hablando en la iglesia
para ayudarle a la iglesia a crecer, para ayudar a los creyentes a llegar a ser
mejores siervos de Dios.
Algunas personas deben guardar
silencioEn el versículo 26, Pablo da algunas instrucciones para los servicios de
adoración. "¿Qué significa esto, hermanos? Que cuando os reunís, cada uno de
vosotros tiene un salmo o una enseñanza o una revelación o una lengua o una
interpretación. Todo se haga para la edificación".
En los versículos 27-28,
dice: "Si es que alguien habla en una lengua, hablen dos o a lo más tres, y por
turno; y uno interprete. Y si acaso no hay intérprete, que guarde silencio en la
iglesia y hable a sí mismo y a Dios". "Guarde silencio" en el griego no
significa silencio total, sino paz y orden. En vez de todos hablar a la misma
vez, las personas deben tomar turnos.
Versículo 29: "Igualmente,
los profetas hablen dos o tres, y los demás disciernan". No tenemos que asumir
que se trata de un mensaje de parte de Dios solo porque alguien dijo que así
era.
Al contrario, debemos escudriñar la Escritura cuidadosamente, pensando
acerca de lo que significa y cómo encaja con otras cosas que sabemos acerca del
evangelio.
Versículos 30-31: "Si algo es
revelado a alguno que está sentado, que calle el primero. Porque todos podéis
profetizar uno por uno, para que todos aprendan y todos sean exhortados [la
misma palabra griega se usa aquí para guardar silencio]". Todos podrían
profetizar a medida que Dios les da el don espiritual para fortalecer, animar,
edificar e instruir.
¿Cuáles mujeres deben guardar
silencio?Pablo dijo que todos podían profetizar, con tal de que tomaran turnos
haciéndolo. Entonces, ¿qué quiso decir en el versículo 34: "Las mujeres guarden
silencio en las congregaciones; porque no se les permite hablar, sino que estén
sujetas, como también lo dice la ley"?
¿Está contradiciendo lo que escribió
en el capítulo 11? ¿Está diciendo, contrario a las Escrituras que hemos visto,
que a las mujeres no se les permite hablar la palabra de Dios? ¿O que lo pueden
hacer en cualquier lugar con excepción de la iglesia?
No, Pablo no se está
contradiciendo. Hay varias razones para creer que este versículo se aplica a una
situación limitada.
En primer lugar, el sentido común nos dice que las
mujeres no pueden estar completamente calladas en la iglesia. Pueden decir amén,
pueden cantar himnos, pueden susurrar una pregunta a su esposo para encontrar
cuál versículo se está discutiendo.
Pablo no prohíbe toda palabra o
preguntas. Él está preocupado principalmente acerca de la paz y el orden en el
servicio de adoración, y lo que prohíbe es el hablar que interrumpe el servicio
de adoración.
Cuando les dice a las mujeres
que guarden silencio, usa la misma palabra griega que usó para los hombres que
estaban hablando en lenguas o profetizando. Se refiere a hablar fuera de
turno.
La segunda clave que indica que Pablo se refiere a una situación
limitada es que la ley no le dice que las mujeres deben guardar silencio en los
servicios de adoración. La Biblia dice que las esposas deben someterse a sus
maridos, pero no a todos los hombres en general. La palabra griega para
"mujeres" significa también "esposas", y el contexto indica que Pablo se refería
a las "esposas".
En tercer lugar, el versículo
35 demuestra que el mandamiento se limita a las esposas: "Si quieren aprender
acerca de alguna cosa, pregunten en casa a sus propios maridos; porque a la
mujer le es impropio hablar en la congregación".
Este versículo no se puede
aplicar a las solteras, a las viudas o a las mujeres casadas con no creyentes.
Cuando Pablo dice que las mujeres deben guardar silencio, quiere decir que las
esposas no deben hacer preguntas que interrumpan o que demuestren falta de
sumisión a sus maridos en el servicio de adoración. Preguntas susurradas no son
deshonrosas, pero las preguntas que interrumpen sí lo son.
Pablo está hablando sobre
cómo diferentes personas van a profetizar y otros van a evaluar cuidadosamente
lo que se dijo. Quizá había discusión durante esta parte del servicio de
adoración, y las personas le hacían preguntas al que hablaba.
Pablo está
diciendo que no es apropiado para una esposa tomar parte en esta discusión, o
desafiar lo que su esposo había dicho. Eso no demostraría sumisión, y por lo
tanto, va en contra de lo que la ley dice.
Si las esposas quieren saber
algo, les pueden preguntar a sus maridos en el hogar. Si el esposo no es
creyente, no podría preguntar en la casa. Tendría que preguntar en la iglesia
tal como los demás.
Si sacamos el versículo 34
fuera de su contexto, lo volveríamos en un requisito de silencio total de todas
las mujeres en la iglesia. Pero eso no es lo que Pablo quería decir.
Pablo simplemente exige que
las esposas se callen por un momento, de la misma manera que exige que todos los
demás se callen por un tiempo.
El mismo contexto nos dice
que las palabras de Pablo se limitan a una situación específica, a una situación
que rara vez ocurre en las iglesias de hoy en día, porque nuestros servicios de
adoración usan un formato diferente.
La Biblia dice claramente que
las mujeres pueden hablar la palabra de Dios, y Pablo permitió que mujeres
hablaran en la iglesia. O sea que cuando dice que las mujeres deben guardar
silencio, debemos entender que sus comentarios están limitados de alguna manera
por la situación.
Como explicamos en nuestro
documento de estudio de 1996, la conclusión básica es que las mujeres pueden
hablar en algunas situaciones, y pueden tener ciertos tipos de autoridad, pero
no otros.
Pablo no nos explica estos
detalles, pero la Escritura nos lleva a esa conclusión. En ese documento
asociamos el límite de autoridad como la autoridad de un ministro local. Pero
una persona no necesita ser un anciano ordenado para hablar en la iglesia, o
para dar sermones, o para comentar con respecto al significado de las
Escrituras, o para confortar, edificar e instruir. Las mujeres pueden hacer
todas estas cosas, a medida que Dios les da los dones espirituales para servir a
la iglesia.
Pedro nos da una conclusión
apropiada: "Cada uno ponga al servicio de los demás el don que ha recibido, como
buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.
Si alguien habla, hable
conforme a las palabras de Dios" (1 Pedro 4:10-11). El que habla en la iglesia
debe esforzarse por hablar las palabras de Dios, y las mujeres ciertamente están
incluidas entre los que pueden hablar las palabras de Dios en la iglesia.