Asunto: | [GAP] Nuestra piedra de los Soles/ Tlacatzin Stivalet | Fecha: | Sabado, 21 de Febrero, 2004 22:57:55 (-0600) | Autor: | Anahuak Home <redanahuak @...............mx>
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From: Gabriela Gómez Junco <gabiota@...>
Date: Thu, 18 Dec 2003 23:37:00 -0600
To: RedLUZ/LUXWeb <redluz@...>
Subject: Nuestra piedra de los Soles/ Tlacatzin Stivalet
Los proximos dias 16 al 29 de Enero dentro del marco de las actividades del
Tercer encuentro del amanecer de nuestra herencia indigena se llevará a cabo
un coloquio sobre 'huei cuauhxicalli 'gran jícara del águila',o Piedra del
sol, tambien llamado calendario azteca, para tal efecto, nuestro querido
amigo Tlacatzin Stivalet ha preparado este documento. Para todos aquellos
que decidan asistir y tener una mejor idea de la inconmensurable riqueza
escondida en este maravilloso monolito.
les dedicamos este con cariño...
Alianza Anahuaca del Sexto Sol
El Fuego Antiguo, el Gran Estruendo
Nuestra piedra de los Soles
Tlacatzin Stivalet Corral
viernes 12 de diciembre de 2003
Quizás el patrimonio más valioso que poseemos los actuales mexicanos sea la
huei cuauhxicalli 'gran jícara del águila', erróneamente llamada calendario
azteca, donde nuestros abuelos tenochcas nos legaron su cosmopercepción de
una manera precisa y rigurosa. Este monumento estuvo ubicado en la tzacuali
que fue destruida por los invasores españoles para allí construir la
"iglesia mayor de México", actualmente conocida como catedral metropolitana
de la ciudad de México.
En el presente la huei cuauhxicalli 'gran jícara del águila' está convertida
en una pieza de museo, ya que ocupa "el lugar de honor" en la sala mexica
del Museo Nacional de Antropología e Historia. La vemos como simple
"atractivo turístico", desconocemos su contenido científico. En esa piedra
de 3.57 metros de diámetro se resume la sabiduría nahua. Se requiere del
nahuatlahtolli 'hablar armonizante' para acercarse al contenido cosmogónico
registrado allí por los tenochcas.
Para empezar se requiere tener presente el concepto Omeyocan 'espacio dual,
tiempo dual', concepto que en castellano puede ser llamado «dualidad espacio
tiempo». Con limitaciones, este concepto puede hacerse equivaler al concepto
griego Kosmos 'cosmos', el espacio donde existe el conjunto ordenado llamado
universo, y con el concepto sánscrito Parabrahman 'lo supremo y eternamente
inmanifestado, que antecede a todo lo manifestado', la 'causa sin causa del
universo'.
Vale recordar que el Omeyocan 'espacio dual, tiempo dual' es donde se
manifiesta Ometeötl 'fuerza armonizante dual', «gran fuerza electromagnética
univercia» que hace 9,000 millones de años brotó con un gran estruendo y un
gran calor luminoso. Esta totalidad universal fue llamada Brahma por los
arios, en sánscrito, que es 'el impersonal, supremo e incognoscible
principio del universo, de cuya esencia todo emana y a la cual todo vuelve,
y que es incorpóreo, inmaterial, innato, eterno, sin principio ni fin'.
Esta totalidad univeral es la que genera todo lo que percibimos en el
espacio y en el tiempo, todos los fenómenos que presenciamos en cada momento
son una manifestación de esta gran totalidad. Nosotros mismos, los seres
humanos, somos manifestación de Ometeötl 'pupila doble, fuerza armonizante
doble', desde que somos un cigoto: desde ese preciso momento en que ya
ocurrió la unión del espermatozoide y del óvulo que nos dieron existencia
independiente.
Esta identidad permanente nos da una pertenencia electromagnética con todo
lo que existe. Muchos seres humanos de todos los lugares de la Tierra, desde
muy antiguo, nos hemos tratado de explicar la fenomenología de la cual nos
descubrimos ser parte, descubrir nuestra verdad esencial, nuestra identidad
propia en la gran inmensidad que percibimos inasible para un ser humano: en
espacio y en tiempo. Algunos pueblos se han ubicado separados de la
totalidad, otros se reconocen parte de ella.
Es más, en la actualidad muchos seres humanos comparten la creencia de que
un ser extra cósmico, una entidad aparte de todo lo que existe, fue quien
generó la gran inmensidad de la cual todos somos parte. Ellos llaman creador
a tal entidad, a la cual identifican con un ser humano. De haber sido así,
habría sido un humano todopoderoso quien habría generado todo aquello que
existe. Claramente, aquí se puede ver que un tal "creador" resulta
pertenecer al conjunto de cosas que no existe.
Habría que remontarse hasta el apogeo del pensar egipcio para encontrar el
origen de este pensamiento irreal, para esta explicación de "cuento de
hadas" que trata de explicar nuestra realidad cósmica. En efecto, los
egipcios fueron quienes imaginaron que los humanos teníamos una vida después
de la muerte, en donde nuestro cuerpo perdía materia hasta pesar menos que
una pluma. Actualmente se ha visto que no es para tanto, ya que se afirma
que al momento morir nuestro peso se hace de 21 gramos.
Al igual que los católicos apostólicos romanos del presente, los antiguos
egipcios afirmaban que, al momento de morir, las "almas", bah en egipcio,
eran sometidas a un juicio que consistía en pesar el alma del difunto en una
balanza de dos platillos, en el otro platillo se colocaba una pluma, de la
cual no se conoce el tamaño, ni el peso; si la bah 'alma' pesaba más que la
pluma era devorada por Anubis, si pesaba menos que esa pluma, adquiría
derecho para mantenerse "con vida".
Aquí es donde se puede ubicar el origen del actual "temor de Dios" de los
católicos apostólicos romanos, quienes amenazan con "irse al infierno" a
quienes no viven en permanente "temor de Dios", en permanente temor a "la
justicia Divina". En este pensar de "cuento de hadas", cada ser humano está
solo, desprotegido ante "la Voluntad Divina", que se plantea como
todopoderosa. En este irreal referente, cada ser humano vive aparte de todo:
no puede unirse a los demás para salvarse.
En el presente, en buena medida gracias a los descubrimientos de los
investigadores europeos llamados científicos, se puede ver lo fantasioso del
pensamiento religioso, de este pensar de "cuento de hadas". El «pensar
laico», nacido en tiempos de la Revolución Francesa, se vuelve cada vez más
vigente, tomando el lugar del pensar religioso católico apostólico romano,
pero también del pensar religioso judío y del pensar religioso musulmán.
Cada vez más, el «pensar laico» toma su lugar.
La Revolución Francesa de hace 200 años fue el primer intento europeo de
hacer de la unión con nuestros semejantes el camino de salvación. Su lema,
vale la pena recordarlo, era «libertad, igualdad, fraternidad». Los
revolucionarios franceses plantearon primeramente la separación entre los
asuntos religiosos y los asuntos ciudadanos, la llamada «laicidad». De allí
llegó a México la «enseñanza laica». Este camino enmarca la independencia de
pensamiento de cada ser humano.
Los que aún "creen en Dios" generalmente son hablantes de alguna lengua
indoeuropea: como es el caso de los mexicanos. Quienes comparten dicha
creencia afirman que "no se mueve la hoja del árbol sin la voluntad de
Dios". Esta "creencia" implicaría que nada de lo que existe actúa motu
proprio 'por propio movimiento', ya que afirman que todo lo que existe "es
movido" por "Dios", nombre usado por católicos apostólicos romanos y por
otros cristianos, por judíos, por musulmanes, et cetera.
Desde hace más de 200 años esta "creencia en Dios" empezó a dejar de ser
importante. En efecto, con la aparición del pensar europeo llamado
científico las creencias han dejado de tener fuerza, cada vez más los
humanos buscamos la autoridad de la evidencia para aceptar la existencia de
algo. Entre más se generaliza el conocimiento cósmico menos credibilidad
existe para el dios de los católicos. Este proceso hace que cada vez más
humanos generen una creencia en ellos mismos.
Esta situación incluye a los mexicanos del presente. La enseñanza que se
imparte en las escuelas oficiales es apegada a la ciencia, lo cual
corresponde la «enseñanza laica» que se establece en la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos. El clero mexicano se ha opuesto a
este mandato constitucional, no obstante esto la «enseñanza laica» es el
modelo seguido aun en las escuelas llamadas confesionales, las particulares.
Lo anterior ocurre ya a partir de la enseñanza básica.
Por eso, quienes han cursado la enseñanza primaria ya cuentan con un «pensar
laico» respetable, mismo que se refuerza al cursar la escuela secundaria y
al cursar la escuela preparatoria. Quienes estudian alguna carrera
universitaria amplian su «formación laica». Esto origina muchos conflictos
de identidad en quienes van muy más allá de sus estudios primarios.
Afortunadamente, los mexicanos contamos con una herencia autóctona que se
generó sin imaginar a un "dios todopoderoso".
Para comprender nuestro pensar autóctono se puede echar mano del pensar
europeo llamado científico. Aquí se requiere referirse principalmente a la
parte de la Ciencia llamada Física, aunque también la Química y la
Astronomía resultan importantes para entendernos. La Biología, la Bioquímica
y la Fisicoquímica resultan complementarias para ubicar la identidad cósmica
de los humanos, misma que está representada en la huei cuauhxicalli 'gran
jícara del águila'.
Para proceder ordenadamente, cabe ubicar el nombre de la realidad total que
somos, misma que en lengua nahua se llama Ometeötl 'pupila doble, fuerza
armonizante dual', misma que corresponde a lo que los europeos llaman
Universo. Primeramente, esta totalidad es una «fuerza electromagnética
univercia», es decir, es una totalidad de naturaleza «electromagnética»,
nombre cada vez más frecuente en los trabajos de los "científicos", por esto
cabe ubicar la electriciad y el magnetismo.
Hay que tener claro que la «electricidad» es la 'identidad primera de todo
aquello que se manifiesta en la dualidad espacio tiempo que, junto con el
magnetismo, generan todos los fenómenos del Universo' y que «magnetismo»
puede ser expresado como 'fuerza cósmica de atracción y repulsión que actúa
sobre todo aquello que existe en el Universo para que cada fractal se
estabilice en armonía con su identidad propia durante su ciclo en proceso'.
Aquí, «fractal» es 'fracción reciprocante del Universo'.
A diferencia de la "creencia" de quienes hablan alguna lengua indoeuropea,
cada «fractal» actúa de manera autónoma, motu proprio 'por propio
movimiento', no necesitan de que un "ser extracósmico" les ordene qué hacer.
Esto es válido para todos los «fractales» que integran el universo: desde
los quanta hasta las galaxias. Cada uno de nosotros es un «fractal» que
actúa motu proprio 'por propio movimiento', es decir, ejerciendo nuestro
propio libre albedrío.
Este libre albedrío es el correspondiente a nuestra identidad
electromagnética: el ADN. Cada molécula de ADN de las 100 billones que
forman nuestro cuerpo es un «fractal»: actúa motu proprio 'por propio
movimiento'. A su vez cada uno de los 40,000 «genes» que integran una
molécula de ADN también es un «fractal», es decir, cada «gen» ejerce su
libre albedrío. Cada «átomo de carbono» que forma un «gen» es a su vez un
«fractal», también actúa motu proprio 'por propio movimiento'.
Esto aplica para los grandes «fractales»: la electricidad y el magnetismo.
Ambos actúan motu proprio 'por propio movimiento'. La «electricidad» se
manifiesta siempre de manera dual: electricidad positiva y electricidad
negativa. El «magnetismo» también se manifiesta de manera dual: como fuerza
de atracción y como fuerza de repulsión. Los elementos primeros de lo que
existe, los protones y los electrones, manifiestan los unos carga eléctrica
positiva y los otros carga eléctrica negativa.
Este contexto puede ser planteado en castellano gracias al pensar europeo
llamado científico. Esta autonomía de comportamiento nos hace responsables,
cada uno de su propio comportamiento. Nadie externo nos puede marcar un
comportamiento particular. El libre albedrío es consecuencia de nuestra
«identidad propia». Existe una «identidad dual» esencial para cada uno de
nosotros, por así decirlo, nuestro «yo individuo» y nuestro «yo cosmos».
Esta «identidad dual» está expresada en la piedra circular de 3.57 metros de
diámetro que es llamada huei cuauhxicalli 'gran jícara del águila'. Allí se
encuentra representado el huel chicahuac cueponcayotl 'bien fuerte
reventamiento' en la parte exterior del círculo, la parte más antigua de la
imagen representada, es decir es la que corresponde a Huehueteötl 'fuerza
armonizante antigua', uno de los dos nombres que se dan al fuego en tanto
fuerza cósmica.
El otro nombre de fuego en tanto fuerza cósmica es Xiuhtecuihtli Tletl
'fuego protector de hierba'. Esto puede ser confirmado de diferentes
maneras. La más directa procede de la tradición oral de los pueblos
nahuahablantes. En el estado de Morelos, los ancianos explican el origen de
todo lo existente afirmando que fue como cuando se arroja un grano de maíz
sobre un comal caliente: primero se calienta y finalmente revienta para
formar eso que se conoce como palomita de maíz.
Esto es avalado por las ceremonias durante Anáhuac del Quinto Sol en las
cuales se empleaban collares de palomitas de maíz: panquetzaliztli y toxcatl
principalmente. Asimismo por la adivinanza resguardada por Sahagún, misma
que a la letra dice: za zan tlein o xoxouhqui xicaltzintli momochitl ontemi?
'qué es eso que es una jícara llena de collares de palomitas de maíz',
respuesta: aca quittaz tozazaniltzin tlaca nenca ilhuicatl 'alguno verá que
nuestra adivinanza es una menera juguetona de decir cielo'
En la parte inferior del círculo aparecen dos cabezas de saurio, ambas
corresponden al «fuego cósmico» representado en el códice Borbónico. La de
la izquierda aparece como una de las dos figuras centrales de la página
veinte, trecenario ze tochtli 'uno conejo', la de la derecha aparece como
una de las dos figuras centrales de la página nueve, trecenario ze cohuatl
'uno serpiente'. Ambas figuras muestran el pectoral que identifica a
Xiuhtecuihtli Tletl 'fuego protector de hierba'.
El momento del gran estruendo se marca como el choque de dos imágenes de
tecpatl 'pedernal'. Como es bien sabido, el choque de pedernales genera
fuego, fenómeno natural muy utilizado para generar fuego. Estos pedernales
salen en forma de lengua de dos rostros humanos que a su vez salen de las
cabezas de saurio cuyos rostros están frente a frente en la parte inferior
del gran círculo de 3.57 metros de diámetro. Los rostros humanos parecen
mirarse mutuamente.
El rostro de la derecha posee una diadema en la frente, orejeras y
nariguera, similares a las que aparecen en el rostro ubicado en el centro
del gran círculo. El rostro humano de la izquierda aprece sólo con orejeras.
Esto hace pensar que el rostro humano de la izquierda es masculino y que el
rostro humano de la derecha es femenino. En este caso es lógico pensar que
se trata de Tonacatecuihtli 'protector de abundancia' y de Tonacazihuatl
'mujer de abundancia'.
De ser cierta esta suposición, la figura que llena el círculo central tiene
que ser la tierra, que mira hacia arriba, es decir, que mira hacia el sol.
Para que exista abundancia, tonacayotl en nahua, es necesario el trabajo
complementario del sol y de la tierra, además de la lluvia y el aire. Esto
plantea la necesidad de una representación tri dimensional. La parte
superior no estaría explícita sino implícita. La imagen humana que aparece
en el círculo del centro también posee «lengua de pedernal».
Entre ambos círculos, el externo y el central, existe un anillo formado con
las imágenes de los veinte ilhuitl 'retorno día noche' que forman el metztli
'mes tolteca'. La primera figura, zipactli 'iguana', aparece arriba a la
izquierda, "mirando" hacia xöchitl 'flor', la cual termina el ciclo de cada
metztli 'mes tolteca'. Llama la atención que cada figura pareciera estar
mirando a su antecesora en la secuencia de paso del tiempo. Esto parece
atender al concepto nahua del tiempo. Cabe abundar.
El Omeyocan 'espacio dual, tiempo dual' es dual: cahuitl 'tiempo' y
tlacahuililli 'espacio'. La palabra nahua cahuitl 'tiempo' se entiende como:
in icotonca Omeyocan in ipanpa möchi miqui, möchi cahui, inic yancuican
yelohuaz, inic yancuican nemohuaz 'la fracción de la dualidad espacio tiempo
por la cual todo muere, todo abandona, para volver a existir, para volver a
permanecer'. Este concepto nahua no tiene equivalente en el pensamiento
indoeuropeo, ni aun entre los arios.
El término nahua tlacahuililli 'espacio', es entendido como in icotonca
Omeyocan in canin ahmo onca tlamantli yezeh iihtetzinco hueli quizeliliz
tlamantli 'la fracción de la dualidad espacio tiempo donde no hay cosas pero
su interior puede recibir cosas'. Aquí se puede ver que ambos conceptos
proceden de un mismo verbo: cahua 'abandonar [algo]' y cahui 'abandonar [uno
a sí mismo]'. Así, cahuitl 'tiempo' significa en literalmente en castellano
"abandono", "dejamiento".
Esto esclarece la "mirada" de cada ilhuitl 'retorno día noche' hacia su
antecesor. Cada nuevo día nosotros somos nuevos, hijos de lo que fuimos el
día anterior. Lo que hoy somos es padre, o madre, de lo que seremos mañana,
que será nuestro propio hijo, o nuestra propia hija, según sea el caso. Al
conocer el metabolismo humano, es fácil comprender este dejamiento de lo que
somos para volver a ser. Cada día morimos para volver a existir, para volver
a re nacer.
Este círculo de veinte ilhuitl 'retorno día noche' está conectado con el
círculo del huel chicahuac cueponcayotl 'bien fuerte reventamiento' por
medio de cuatro figuras que recuerda una "A", a mayúscula, estilizada, sin
rasgo horizontal, o bien una "V", v mayúscula, o bien una bocina partida a
la mitad. La posición de las cuatro figuras es: arriba, izquierda, abajo,
derecha. Este signo aparece en los códices como signo del año, entreverado
con una "O", o mayúscula, en posición horizontal.
Esta representación parece indicar que la cuenta de los veinte ilhuitl
'retorno día noche" es la conexión entre el huel chicahuac cueponcayotl
'bien fuerte reventamiento' y nosotros. Asimismo, parace ser la
representación de la conexión entre el origen de lo existente y los cinco
«soles» de la cuenta tolteca del tiempo, que aparecen representados entre el
círculo de veinte ilhuitl 'retorno día noche' y el círculo central donde
aparece representada Tonacazihuatl 'mujer abundancia', la Tierra.
La imagen mayor corresponde al nombre del quinto «sol» tolteca, de nombre
nahui olin 'cuatro movida', en los cuatro «rectángulos» que forman la figura
de olin 'movida', que también aparece en la posición 17 en el círculo de los
veinte ilhuitl 'retorno día noche'. Hasta el momento no existe acuerdo en el
orden de representación de los «soles», a la izquierda se lee: ze ehecatl
'uno viento', ze quiyahuitl 'uno lluvia', ze atl 'uno agua', ze ozelotl 'uno
ocelote'. También suelen iniciar en ze ozelotl 'uno ocelote'.
Leyendo de acuerdo a la lectura de la figura nahui olin 'cuatro movida' que
hacen los danzantes que se autonombran guerreros, que pueden ser vistos en
el zócalo de la ciudad de México, como «firma» antes y después de cada
danza, es posible otra secuencia de los «soles». La «firma» se hace cruzando
los pies dos veces. Así, la secuencia sería: ze ehecatl 'uno viento', ze atl
'uno agua', ze ozelotl 'uno ocelote' ze quiyahuitl 'uno lluvia'. Con esta
lectura se puede ubicar mejor la secuencia histórica.
En efecto, en el primer «sol», nahui ehecatl 'cuatro viento', se habría
generado el maíz, como polinización entre el teozintli 'maiz difunto' con la
graminea llamada setaria, por polinización natural gracias al viento. El
segundo sol, nahui atl 'cuatro agua', correspondería a los primeros
asentamientos humanos en lugar donde hay agua, y también tölin 'tule', de
allí en nombre de ciudad, tollan 'entre tules' y el gentilicio toltecatl 'de
entre tules', correspondiente al moderno «ciudadano».
El tercer «sol», nahui ozelotl 'cuatro ocelote', correspondería a la época
de los huehue toltecah 'antiguos toltecas', actualmente llamados "olmecas".
El cuarto «sol», nahui quiyahuitl 'cuatro lluvia', correspondería al
florecimiento de los toltecas de Teotihuacan 'donde se poseen difuntos',
'donde se poseen pupilas', de los mayas, de los zapotecas y de los
totonacas. Estos pueblos están unidos por «la lluvia» cuyo nombre tiene
equivalencia: Tlaloc en nahua, Chac en maya, Cosijo en zapoteca y Tajín en
totonaca.
El quinto «sol», sin lugar a dudas, perteneció a los mexihtin 'mexis',
quienes durante 260 años, cinco xiuhmolpilli 'atado de 52 años' viajaron
alrededor del Valle de Tenochtitlan 'entre tuna de piedra' para descubrir en
la sabiduría ancestral tolteca el camino para cumplir grandiosamente su
responsabilidad histórica, misma que plantearon en la huei cuauhxicalli
'gran jícara del sol', que fue el centro del vivir de los tenochcas, de allí
el tamaño descomunal del monumento.
Quienes ya vivimos el sexto «sol» tolteca, que inició en el primer ilhuitl
nahui cuauhtli 'retorno cuatro águila' de este sexto «sol», mismo que
ocurrió en el metztli toxcatl 'mes de aligeramiento' en el xihuitl ze
tecpatl 'año uno pedernal', que coincidió con el martes 13 de junio del año
2000 europeo, tenemos la responsabilidad de leer minuciosamente esta
herencia de nuestro quinto «sol» tolteca, para integrarnos al devenir de
nuestros ancestros olmecas, teotihuacanos y mexis.
Cada uno de nosotros tiene que hacer su propia lectura, entender la cuenta
tolteca del tiempo, vivirla cada nuevo día. Esta tarea es personal. Para
ello es necesario atender al llamado del señor Cuauhtémoc: Ca
totlacuiloliztzin ihuan totlamatiliztzin ma mopixquili 'cuidar que nuestra
escritura y nuestra sabiduría cosechen', ipanpa inemiloliztzin in
totlazohtlalnantzin Anahuac: ¡ze tonaltzintli moyetzinotiyesqueh! 'por su
perduración de nuestra amada madre tierra Anáhuac: un sol radiante se
dignarán ser'.
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