LA HUMILDAD
No sería mar la mar si no estuviera por debajo de los ríos.
El separatismo que ha nacido del orgullo, es el error de un intelecto sin
compasión. La docta ignorancia de un saber que no sabe nada de totalidades y
por ello ha perdido su integridad, surge en el contexto de una
autosuficiencia donde ya no hay lugar para la humildad. Sólo entonces cando
estamos al borde de perderlo todo, la seguridad, la familia, la salud, la
vida, surge en nosotros la idea de una instancia superior ante la que nos
postramos. Descubrimos, a veces demasiado tarde, la necesidad de pedir
ayuda. Cuando por el camino de la suficiencia hemos ascendido sin base un
trecho largo, la caída es más estrepitosa. Una y otra vez, el fracaso, la
caída, la enfermedad nos recuerdan el sentido de nuestros propios límites.
Pero sólo cuando habitamos en ese territorio delimitado por nuestra
vulnerabilidad ascendemos a la auténtica seguridad: una construida sobre las
bases sólidas de la humildad.
Una seguridad hecha de vulnerabilidad flexible y fluida como el agua,
abierta y permeable como la humildad es una condición esencial para
adaptarse a la vida. Y la adaptación a la vida está determinada por un nivel
de inteligencia que ya no es sólo intelectual; es la inteligencia de una
mente abierta a la aventura del aprendizaje, cuya actitud es la del aprendiz
humilde.
Recuperamos la humildad, cada vez que reconocemos en todos los eventos un
maestro; cada vez que antes de afirmar o negar, estamos dispuestos a
aprender; cada vez que podemos ver aún en las cosas más oscuras, una
evidencia de los infinitos métodos del Creador.
La humildad es el camino hacia la apertura del corazón. Si no abres el
corazón no podrás abrir tu mente. Si no abres el corazón y la mente nunca
podrás comprender. Y si no comprendes no podrás amar, porque es amor esa
inteligencia que puede realizar la transmutación desde el fuego de la
compasión.
La humildad es silenciosa como la gestación
Es vulnerable como el agua
Es transparente como el aire
Es cálida como el fuego
Es tierna como la infancia.
Es como tú,
Cuando has abierto el corazón...
Jorge Carvajal Posada
Fragmento del libro POR LOS SENDEROS DEL ALMA
http://www.davida-red.org
Me quite la piel para estrecharte. Me quite el cuerpo para amarte.
Me quite el alma, para ser tu.
Un abrazo Héctor
<hector.martinez@...>
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