Asunto: | [GAP] Los Esenios: Una luz en el camino hacia la Totalidad | Fecha: | Miercoles, 20 de Abril, 2005 22:05:22 (-0500) | Autor: | Anahuak Home <redanahuak @...............mx>
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From: Santiago Merino <lavozdelasestrellas@...>
Date: Mon, 18 Apr 2005 15:15:39 +0200
Subject: Los Esenios: Una luz en el camino hacia la Totalidad
Los Esenios:
Una luz en el camino hacia la Totalidad
Mucho se habla de lo Esenios, pero es casi nada lo que se sabe a ciencia
cierta de esta secta o fraternidad judía del siglo II a. C., dedicada a la
oración, la vida austera y monacal en comunión con Dios y la naturaleza, a
servir al prójimo y a iluminar las conciencias en el camino hacia Dios. Sin
embargo, los Esenios están mucho más cerca de lo que pensamos, presentes en
infinidad de oraciones, costumbres, creencias, ritos y filosofías de vida
propias del Cristianismo que han perdurado hasta nuestros días. También
muchas creencias místicas y esotéricas derivan de ellos. Prácticamente,
todas sus enseñanzas y mensajes han cruzado nuestra cultura y forma de vida.
Es inabarcable lo que se puede aprender de su cultura, considerando que
muchos dicen que Jesús mismo, y otras grandes personalidades del
Cristianismo, fueron Esenios.
Por: Alejandra Bluth Solari
Son muchos los estudiosos y expertos que sostienen que Jesús descendía de
los Esenios, una tribu o secta judía de ascetas monásticos y origen semítico
sirio que había tenido su origen en Palestina, en el tiempo de los Macabeos,
entre 300 y 150 años a.C., y que vivía apartada de las otras tribus
predominantes de la época –los saduceos y fariseos- y dedicada a la
artesanía y a la práctica de la caridad y santidad.
Se dice que su misión fue neutralizar, con la fuerza de sus pensamientos y
poder vibratorio, las bajas vibraciones del entorno en el área donde habría
de nacer el Mesías. Pero aunque hoy se considera a la tribu esenia como la
precursora de la Iglesia Cristiana, como la cofradía que plantó la semilla
para que las enseñanzas de Jesús cayeran en tierra fértil, esta permaneció
oculta al conocimiento profano por lo hermético de su enseñanza, por la
elevada misión que les correspondió cumplir y por no ser mencionada en la
Biblia. Recién se hizo conocida en nuestra cultura a partir del hallazgo, en
el año 1947, de 800 rollos de Evangelios Apócrifos, conocidos hoy como los
Papiros de Qumram o los Rollos del Mar Muerto. Fueron descubiertos en
vasijas de arcilla ocultas en 11 cuevas ubicadas a un kilómetro,
aproximadamente, de un lugar denominado Chirbet Qumram, en la ribera
noroccidental del Mar Muerto, y que desde mediados del siglo pasado es
conocida como El Paraje en Ruinas por ser una zona desértica e inhóspita,
pocos kilómetros al sur de la ciudad mítica de Jericó.
De hecho, el historiador romano Plinio el Viejo ubica a los Esenios en el
borde occidental del Mar Muerto, en el oasis de Engandi y en otras regiones
entre Asiria y Palestina. También en Egipto, en el canto del Lago Maoris:
“Los esenios habitan en la costa occidental del Mar Muerto. Son gente
solitaria y muy superior al resto de la humanidad. Carecen de dinero y las
palmeras son su única compañía. Se renuevan de continuo merced a la
incesante corriente de refugiados que acuden a ellos en gran número, hombres
hastiados de la existencia a quienes las vicisitudes de la fortuna
impulsaron a adoptar tal género de vida. Así un pueblo se ha perpetuado, por
increíble que parezca, en un lugar donde nadie ha nacido. Muy útil para
acrecentar su número es el disgusto de otros hombres por la vida”.
El capítulo 17 del libro quinto de La Historia natural de Plinio el Viejo,
en la traducción de Philemon Holland hecha en 1601, dice: “Los Esenios son
una nación de las más admirables y maravillosas de todo el mundo. Mujeres no
se ve ninguna: La lujuria carnal no se conoce: No manejan dinero: Dirigen su
vida ellos mismos, y mantienen compañía solamente con árboles de dátiles.
Aún más, el país está bien poblado, y numerosos extraños de otras partes lo
recorren diariamente: Y a saber, tal como están cansados de esta vida
miserable, van por las oleadas emergentes de fortuna traída acá, de juntarse
con ellas en su forma de sustento. Así por muchos miles de años (cosa
increíble pero verdadera) un hato de gente estuvo sin suministro alguno de
recién nacidos y de generaciones. Tan poderosamente se incrementaban, por la
agotadora hacienda y arrepentimiento de otros hombres. Bajo ellos, se
levantaba Engadda, para fertilizar el suelo y hacer florecer las arboledas
de palmeras datileras, considerada como la siguiente ciudad de toda Judea, a
Jerusalén. Ahora, dicen, sirve como lugar para enterrar a sus muertos.
Además es un castillo o fortaleza situada en las rocas, y lo mismo no lejos
del lago de los Asphatites de Sodoma. Y así en lo tocante a Judea”.
Philo de Alejandría, filósofo neoplatónico judío que escribió en las
primeras décadas de la Era cristiana, da las cuentas más tempranas de los
Esenios en sus libros Quod Omnis Probis Liber Sit y Apología pro Judaeis. El
segundo está perdido pero el pasaje sobre los Esenios está citado por
Eusebius de Cesarea. Philo dice en el primero: “Los Esenios están
completamente dedicados al culto de Dios. No ofrecen sacrificio animal.
Huyen de las ciudades y viven en pueblos. En su mayor parte trabajan en los
campos. Otros practican oficios tranquilos. No amontonan dinero o compran o
alquilan la tierra. Viven sin bienes o propiedad. Nunca fabrican armas o
cualquier objeto que pueda ser utilizado para mal propósito. No se
involucran en ningún comercio. No tienen esclavos y condenan la esclavitud.
Evitan la metafísica, la lógico, y toda filosofía exceptuando las éticas que
estudian en las leyes divinamente ancestrales dadas a los judíos. Cada
séptimo día es considerado santo y no hace trabajo alguno sino que pasan su
tiempo en reuniones religiosas sentados estrictamente según su rango, y
escuchan la exposición de sus libros sacros clarificados según el sistema
simbólico antiguo. Estudian la devoción, la santidad, la justicia, la ley
sacra, y las reglas de su orden, toda conducción para el amor de Dios, de la
virtud, y de los hombres, a los cuáles dedican completamente sus vidas.
Rehúsan a tomar juramentos y nunca mienten. Creen que Dios es la causa única
del bien, nunca del mal. Convidan a todos los hombres con igual bondad y
cohabitan en una forma comunal. Nadie posee su propia casa. Sus casas están
siempre abiertas a las visitas de los miembros. Comen conjuntamente una
comida común y toman sus ropas de un almacén común. Cuidan de los enfermos,
la gente joven, y los ancianos”.
En su Apologia pro Judaei, Philo añade: “Viven en varias ciudades de Judea
y también en pueblos en grandes compañías. No hay niños entre ellos. [Esto
es una contradicción de su anterior fragmento] Su variedad de ocupaciones
los hace autosuficientes. Aquellos que ganan salarios en el ”mundo” dan su
dinero para el capital común. No se casan”.
Filón, también historiador, inspirado en los Esenios, ilustró la tesis de su
Tratado para probar que todo hombre bueno es también libre. Señala de esta
comunidad: “Hay 4.000 Esenios residiendo en muchas poblaciones de Judea.
Evitan las ciudades y prefieren vivir en los pueblos. Tienen todos sus
bienes en común y un administrador hace las compras y maneja el dinero.
Cultivan la tierra y se dedican a oficios pacíficos, son granjeros,
pastores, vaquerizos, agricultores, artesanos y artífices. No deben fabricar
instrumentos de guerra ni ocuparse del comercio. Entre ellos no hay esclavos
ni señores por estar convencidos que la fraternidad humana es la relación
natural de los hombres. Poseen el don de la predicción del futuro, son
extremadamente limpios y visten siempre de blanco. No dan importancia al
tiempo ni lo usan como excusa para no trabajar. Vuelven gozosos de sus
tareas, como quien regresa de un concurso atlético. Los Esenios se han
reunido a causa de su celo por la virtud y la pasión de su amor a la
humanidad”.
El historiador judío Flavio Josefo, autor de La Guerra Judía entre los años
70 y 75 d.C. dijo de los Esenios: “Los Essenes son célibes pero adoptan
niños y los crían en la orden. Dan toda sus propiedades para la orden y
viven una vida común sin pobreza o riqueza. Consideran el aceite como una
profanación y no ungen sus cuerpos. Siempre traen puestas prendas de vestir
blancas. Sus tesoreros y otros oficiales son elegidos por la comunidad
entera. Ellos ni compran ni realizan ventas entre ellos mismos. Cada hombre
da para cualquier necesidad y recibe a cambio lo que fuere que él
requiriere. [De cada cual según su habilidad, a cada cual según sus
necesidades. ]”.
Se levantan, rezan a la salida del sol, trabajan hasta casi las 11 de la
mañana, se bañan, vestidos, en agua fría, y van a su comida comunal de pan y
un plato de comida. Antes y después de comer un sacerdote bendice la comida
y dice una oración. Después todos ellos dan gracias a Dios, apartan las
prendas de vestir que han traído puestas para la comida, ya que son prendas
de vestir sagradas. Trabajan hasta la puesta del sol, y entonces van a la
cena de la misma forma que la comida. La mayor parte de sus acciones les son
ordenadas por sus administradores pero la ayuda y la piedad a los demás son
iniciativa del individuo. No prestan juramentos. Estudian sus libros
antiguos y las hierbas y los minerales que curan la enfermedad. Un
postulante para la orden espera un año y es sometido a juicio y probado. Si
se le acepta recibe un hacha, luego un paño, y una túnica blanca [como en la
Hermandad Pitagoreana]. Por dos años él sirve a un noviciado y puede tomar
parte en los ritos purificatorios. Si pasa este período de prueba, entonces
él es aceptado en la orden, admitido para las comidas comunes, y por única
vez en su vida jura su lealtad a la orden en el más solemne de los
juramentos. Los culpables de las faltas más serias son expulsados y, todavía
sujetos a su juramento, perecen por falta de comida. La justicia es
dispensada en asambleas enteramente comunales, no menos de cien. No sólo no
trabajan en el Sabbath; sino que no prenden fuego, ni mueven cualquier
objeto, o hacen sus necesidades. Alguno usa su hacha para cavarse una
letrina y vaciar sus intestinos cubiertos por sus ropas. Durante la guerra
con los romanos fueron brutalmente torturados, pero soportaban sus dolores
impasiblemente, y rehusaban blasfemar o comer alimentos prohibidos. Creen en
la inmortalidad del alma, que los buenos van a las Islas de la Divinidad y
los malos al Hades. Alguno de ellos, estudiando sus libros sagrados, se hizo
experto en predecir el futuro”.
“Constituyen de hecho una hermandad que tiene algo de común con los
pitagóricos. Identifican el placer con el vicio, se ejercitan en la
temperancia y la autodisciplina. Los Esenios renuncian también a la riqueza,
comen solo los alimentos necesarios. Usan las ropas y el calzado sin lujos.
La mayor parte de ellos viven más de 100 años y leen los escritos de los
antiguos. Su silencio da la impresión de un tremendo misterio. Sostienen que
el cuerpo es cosa corruptible pero el alma es imperecedera. El espíritu
emana del más puro éter, un hechizo natural lo arrastra hacia abajo y queda
atrapado en la prisión del cuerpo; pero, una vez puesto en libertad por la
muerte, se alegra y es llevado a lo alto. Triunfan sobre el dolor gracias a
una voluntad resuelta. La guerra con los romanos probó sus almas de cuantas
maneras era posible: Estirados en el potro, retorcidos, destrozados,
quemados, sometidos a todos los instrumentos de tortura para blasfemar de su
Legislador o comer alimentos prohibidos, no consienten en tales demandas y
ni una sola vez adularon a sus perseguidores ni derramaron lágrimas.
Sonriendo en la agonía y perdonando a los torturadores, exhalaron el alma
con júbilo, pues confían que la recibirán nuevamente. Cualquier palabra de
ellos tiene más fuerza que un juramento no causan daño a nadie ni por propia
determinación ni bajo órdenes; en el caso de obtener autoridad jamás abusará
de ella; será un amante de la verdad; mantendrá sus manos alejadas del
robo y su alma pura de toda ganancia pecaminosa; no ocultará nada a los
miembros de la comunidad y tampoco descubrirá ninguno de sus secretos a los
extraños, aun cuando sea torturado hasta la muerte; transmitirá las reglas
tal como las recibió y preservará con cuidado los libros grupales”.
Considerados como uno de los hallazgos arqueológicos más importantes del
siglo XX en la validación y revisión de los textos bíblicos del Antiguo
Testamento, los papiros del Mar Muerto están reconocidos como uno de los
descubrimientos papirológicos más importantes de la historia, al contener la
colección de textos hebreos más antigua y completa que se ha encontrado, por
lo que se los considera el mayor tesoro manuscrito jamás encontrado.
La mayoría de los estudiosos han identificado a la hermandad Qumran
precisamente como los Esenios, calificándolos como una secta religiosa a
principios de la era cristiana que privilegió un regreso a la vida de la
comunidad primitiva que había precedido a la cultura helenística y aun la
hebrea, altamente ritualizado en una rebelión consciente contra la vida de
la ciudad y la estructura sacerdotal de los templos y el reinado
militarista.
El monasterio de Khirbet Qumrán, en el noreste del Mar Muerto, era una zona
que el erudito romano Plinio (24-69 d. de C.) había descrito como sede de
una numerosa colonia de Esenios, una secta judía del siglo I a. de C. que se
llamaba a sí misma Nueva Alianza. A partir de esto, muchos científicos e
investigadores sostienen que los orígenes del Cristianismo ya no se deben
buscar entre los fariseos y los talmudistas, sino entre los Esenios.
A partir de los Rollos del Mar Muerto, sobre ellos se dijo que eran
budistas, Magi o pitagóricos o miembros de un culto oculto eremítico
egipcio. En el siglo XIX, Ernest Renan hizo la especulación más equilibrada
sobre las relaciones entre los Esenios, Juan, Jesús, y los primeros
Cristianos. Sus ideas tuvieron gran influencia en la imagen de la
Cristiandad primitiva en la mayoría de los socialistas radicales tras la
publicación de su libro “Vida de Jesús”.
El contenido de los papiros el Mar Muerto indica claramente que los autores
eran un grupo de sacerdotes que mantenían una vida comunal estrictamente
dedicada a Dios, liderados por el "Maestro Justo" y opositores al llamado
"Sacerdote Cruel", un alto sacerdote judío en Jerusalén que, probablemente
fue uno de los legisladores Macabeos que ilegítimamente asumió la posición
de alto sacerdote entre los años 150 y 140 a.C.
Por otro lado, uno de los hallazgos más fascinantes fue un pergamino de
cobre, que tuvo que se cortado en tiras para poder ser abierto, y que
contenía una lista de 60 tesoros localizados en varias partes de Judea
(ninguno de los cuales encontrado hasta ahora). Otro pergamino, recuperado
por arqueólogos israelíes en 1967 de las manos de un vendedor de
antigüedades en Belén, describe con lujo de detalles un elaborado templo
para rituales donde participaba la comunidad judía. Este ha sido llamada "El
Pergamino del Templo".
La Iglesia, que se había opuesto en un comienzo a la divulgación de estos
textos herejes, levantó la interdicción y, previa traducción, autorizó que
fueran publicados. De esa lectura surge que Jesús era Esenio y que el Nuevo
Testamento era su Obra Divina, apoyándose por ejemplo en el hecho de que
Jesús hablaba arameo, la lengua asirio babilónica usada en todo el Asia
occidental y propia de los Esenios, y en la que fueron transmitidos los
Evangelios. Puesto que se dice que Jesús no hablaba griego y el hebreo no lo
comprendía bien, posteriormente, los Apóstoles Juan, Mateo, Marcos y Lucas
vertieron los escritos a otros idiomas, de donde surgieron diversas
interpretaciones.
Las excavaciones que siguieron al descubrimiento de los Rollos del Mar
Muerto demuestran que la elaborada estructura jerárquica de la comunidad de
Qumran no es solamente una iniciación de la orden religiosa. Es militar. El
término común de “ secciones locales ” y los asentamientos de la comunidad
se traducen normalmente por “ campamentos.” No sólo Khirbet Qumran con sus
tiendas de campaña y sus cabañas que rodeaban a los edificios en las
excavaciones tienen la apariencia de un viejo fuerte, como un campamento
militar, sino que era uno de los cuarteles generales del ejército de
salvación implicado en una guerra santa, la guerra del Hijo de Dios en
contra del Hijo de las Tinieblas. En esa guerra cada hombre tenía su lugar y
su rango, en un ejército pensado para pelear junto con los anfitriones del
cielo. La batalla ocurría en la eternidad, en el tiempo en el que la
comunidad estaba aguardando la orden para atacar al enemigo.
Jesús, ¿uno de ellos?
Se dice que los Esenios eran poseedores de un modo de vida excelente y
virtuoso, llevaban una vida en total ostracismo, dedicada al trabajo
agrícola y la oración, apegada al estricto cumplimiento de la Ley de Moisés.
Esta fraternidad de hombres y mujeres santos vivían juntos en una comunidad,
y fueron las semillas de lo que más tarde sería la Cristiandad y la
civilización occidental. Habitaban con máxima modestia en cuevas, cabañas o
en celdas, como los antiguos hebreos, y sólo se reunían en el monasterio
para realizar sus actos sagrados comunes, para orar y para las comidas.
Practicaban la humildad, y por ello las tumbas de su cementerio eran de gran
sencillez, sin adornos, inscripciones ni ofrendas.
De hecho, al investigar en las ruinas de Qumran se descubrieron bodegas,
acueductos, baños rituales y un salón de asambleas. Uno de los cuartos más
interesantes fue el escritorium, identificado por dos tinteros y algunas
bancas para los escribas.
Como secta, los Esenios se habían separado del Templo de Jerusalén, una
especie de monjes que se regían por un consejo de 12 personas a cuyo mando
estaba un enigmático personaje llamado Maestro de Justicia, un sacerdote de
la estirpe de Zadok. Tras la muerte de su líder, pocos discípulos
sobrevivieron y, al llegar Herodes el Grande, algunos quisieron reintegrarse
en la sociedad judía puesto que la profecía de Jacob en el Génesis hacía
referencia expresa de que el Mesías llegaría cuando el cetro de Israel ya no
se hallara en manos de un judío (curiosamente, Herodes no era judío, sino
idumeo). Lo cierto es que Herodes defraudó a los Esenios, y cuando le
sucedió su hijo Arquelao en el año 152 a.C., descontentos con la frivolidad
y decadencia del sacerdocio hebreo dominado por los fariseos y saduceos, se
retiraron de la ciudad de Jerusalén hacia el desierto, a Qumrán, donde se
mantuvieron como uno de los principales grupos religiosos en que se dividía
el judaísmo anterior a la destrucción del Templo de Jerusalén, en el año 70
d.C.-Allí se mantuvieron hasta que en el año 68 a.C., las tropas romanas
destruyeron el monasterio de Qumran y parte de su comunidad posiblemente
como parte de las guerra entre romanos y rebeldes judíos.
Se dice que la evolución tanto espiritual como material de los Esenios
causó envidias de otras comunidades y generó una feroz persecución por parte
de los romanos. Al acercarse la décima legión romana a Judea para acabar con
la revuelta judía de los años 66 a 70 d.C. y reducir a los rebeldes judíos,
los Esenios huyeron, no sin haber ocultado antes su riquísima biblioteca en
las cuevas de los alrededores con el fin de preservar sus conocimientos y
tradiciones. Las fechas coinciden, ya que los escritos más antiguos datan
del siglo II a.C.,y los últimos de la primera mitad del I d.C. Los
sobrevivientes de esta comunidad se vieron obligados a emigrar a otros
países.
Lo anterior se encuentra avalado por las excavaciones realizadas en las
ruinas entre 1953 y 1955, y que condujeron a descubrimientos que asombraron
a la ciencia. Tras descubrir una tinaja muy parecida a la encontrada en la
primera cueva, los arqueólogos encontraron monedas de la época de los
procuradores romanos, de lo que se puede deducir que el monasterio había
sido ocupado por los romanos en el año 68 d. de C. Para ciertos estudiosos,
los textos del Qumrán no habrían sido conocidos por Jesús y sus apóstoles,
aunque muchos de la comunidad tras la destrucción del monasterio podrían
haber huido con copias de sus manuscritos, de modo que los autores de los
Evangelios habrían tenido acceso a su contenido, o bien a personas que
conociesen los textos.
Sin embargo, no existe ninguna prueba que indique que los Esenios influyeron
directamente sobre los primeros cristianos. A pesar de las teorías de
algunos investigadores que difieren con la comunidad científica, como
Carsten Peter Thiede (en relación con el famoso papiro "7Q5"), aun no se ha
demostrado vinculación alguna entre Jesús de Nazareth y los Esenios, y
muchos expertos afirman que estos escritos han tenido poca o ninguna
significación en lo que respecta al origen y la creación del Nuevo
Testamento. De hecho, salvo porque tanto la comunidad esenia como el
movimiento original de Jesús eran grupos mesiánicos contemporáneos, que
creían que "El Reino de Dios" (o sea un mundo perfecto en donde reinaría un
rey justo y divino) estaba cerca, nada más los relacionaría.
No obstante, todo esto no ha impedido que muchos pretendan retrotraer la
época de redacción de los Evangelios Canónicos a los tiempos en que la
comunidad esenia todavía existía, haciendo de los descubrimientos de Qumran
un valuarte para la verificación histórica de los orígenes del Cristianismo.
De hecho, los escritos Esenios señalan que antes de Cristo existió un
«maestro de la virtud», un ser quizás elegido por Dios y redentor del mundo,
como un predecesor de Cristo, que predicó, como el Hijo de Dios, la
humildad, la caridad y el amor al prójimo. Después, al igual que él, fue
condenado y ajusticiado a causa de la hostilidad de los sacerdotes y de la
casta judía dominante, como también le ocurrió a Cristo. Por tanto, los
científicos opinan que el esenismo fue un precursor del Cristianismo, y se
dice que de los manuscritos se sacan numerosos y decisivos paralelos con los
sermones de Cristo. Es especialmente importante la similitud de los textos
con el Evangelio del apóstol Juan.
En el documento llamado el Manual de la Disciplina o Ley de la Comunidad,
encontrados entre los papiros del Mar Muerto, se establece que el creyente
debe continuar viviendo bajo la ley "hasta la llegada del profeta y los
ungidos de Aaron e Israel". En otro documento, encontrado en la cueva cuatro
y conocido como el Testimonio, se mencionan un número de pasajes del Antiguo
Testamento, concretamente una cita de Deuteronomio 18:18-19, donde Dios le
dice a Moisés: "profeta levantaré de en medio de sus hermanos, como tú".
Después, se incluye una cita de Números 24:15-17, donde Balaam prevé el
levantamiento de un príncipe conquistador. "Y se levantará cetro de Israel,
y herirá las sienes de Moab". El tercer pasaje es la bendición pronunciada
por Moisés sobre la tribu de Leví en Deuteronomio 33:8-11. Por la forma
como estos pasajes están agrupado, se cree que el escritor esperaba el
advenimiento de un gran profeta, un gran príncipe o un gran sacerdote.
Algunos teólogos sostienen que Juan el Bautista, el profeta que anunció la
venida de Cristo, también habría pasado algún tiempo con la comunidad
Qumran, ya que los Evangelios Canónicos dicen que estuvo un tiempo
considerable en el desierto cerca del área donde ésta se localizaba. (Mateo
3:1-3, Marcos 1:4, Lucas 1:80; 3:2-3). Otros de los principales fundadores
de lo que luego se denominó la Cristiandad, y considerados faros de la
civilización actual, se dice que fueron Esenios, como Santa Ana, y José y
María, los padres terrenales de Jesús.
El mismo Jesús habría vivido algún tiempo con los Esenios practicando la
meditación; si así fue, Jesús habría leído probablemente estos y otros
rollos de los escribas Esenios y, si al final no tuvo una relación directa
con ellos, es seguro que si estuvo cerca de ellos cuando oraba en el
desierto. Por otra parte, ciertas ideas como " la justificación por la fe" y
" la paternidad de Dios", que parecían originales del Cristianismo, ahora se
sabe que provienen de la cultura religiosa de la época de los Esenios.
Asimismo, determinadas prácticas litúrgicas como las inmersiones en el
agua para purificarse eran corrientes durante el siglo I, y ello demuestra
que el cristianismo no traía un mensaje completamente nuevo e innovador,
sino que podría haberse inspirado en otro anterior.
Algunos autores, incluso sostienen que Jesús de Nazareth, como esenio, fue
el fundador de la comunidad del Qumrán. Se sabe que el Maestro de Justicia,
si bien fue de suma importancia para el desarrollo de la misma, no fue su
fundador. Nunca se atribuyó a si mismo la identidad del Mesías, y lo que
realmente hizo fue crear un sistema de ritos, reglas y conductas dirigidas
al cumplimiento estricto de la Torah. Jesús, en cambio, habría aprendido de
los Esenios el dominio de los sentidos y el desapego a lo externo,
desarrollando su elevado nivel de Conciencia suprahumana en la materia. De
este modo, habría vencido todas las limitaciones del plano temporal y
recibido la Cuarta Iniciación, la más grande jamás dada ni recibida en la
Tierra. Muchos historiadores sostienen que cuando el Mesías inició su
misión, los Iniciados Esenios se dan cuenta que su tarea ha dado el fruto
deseado, y Jesús queda liberado de todo lo que lo unía a ellos. Los Esenios
se marginan y Él continúa solo como el Mesías que es., descubriendo en Sí
mismo lo que el Padre le encomendó y llegando a ser Jesucristo o la energía
del Padre. Se dice que, cumplida su misión de preparar el terreno para la
venida de Jesús, los Esenios, a los 50 años de haber Este desencarnado, se
dispersaron.
Mentalidad esenia
En la antigüedad, todos conocían a "Los Hermanos y Hermanas Vestidos de
Blanco". Los hebreos los llamaban "La Escuela de los Profetas", y para los
egipcios, ellos eran "los Sanadores, los Médicos". Tenían propiedades en
casi todas las grandes ciudades, y en Jerusalén había incluso una puerta que
llevaba su nombre: Puerta de los Esenios.
Vivían repartidos en numerosas ciudades, y cada vez que un miembro de la
secta llegaba de otro lugar se le ofrecen los bienes comunitarios para que
hiciera uso de ellos y se le daba alojamiento. Por ello, los Esenios
viajaban sin llevar encima absolutamente nada, sólo armas para defenderse de
los bandidos. En cada .ciudad se nombra por elección a una persona para que
se ocupe de la ropa y de los alimentos de los huéspedes de la secta.
Las personas sentían en general respeto y estimación por los Esenios, por su
honestidad, su pacifismo, su bondad, su discreción, y su talento como
sanadores mediante la entonación de sonidos, dedicados tanto a los pobres
como a los ricos. Las gentes sabían que muchos grandes profetas hebreos
provenían del linaje de la Escuela esenia.
La forma de vida esenia era sencilla, austera, casi monacal, y la mentalidad
y costumbres también eran de estricta santidad. Los Esenios rechazaban los
placeres como si fueran males, y consideraban como virtud el dominio de sí
mismo y la no sumisión a las pasiones. Entre sus costumbres se destaca la
necesidad de purificarse constantemente, física y espiritualmente, lavándose
los pies, las manos y el cuerpo. Lo hacían antes de entrar a la casa de
alguien, al comenzar el día, y antes de cenar, o de orar. También lavaban a
otros los pies en señal de amistad, y cultivaban la idea de que tenían que
cuidarse los unos a los otros, como mismo el Padre de todos cuidaba de
ellos. También se bendecían unos a otros imponiendo las manos sobre la
cabeza, para poder siempre estar unidos en la luz y reforzar el amor que
fluía entre ellos.
Desde la infancia aprendían a hablar en tono suave y a controlar sus
palabras. Ser esenio significaba ser un ejemplo de moralidad; moderaban muy
bien su ira y sus impulsos, guardaban fidelidad y en forma natural
aprendían a controlar toda pasión y deseo. Jamás apetecían las cosas
temporales, y sin egoísmo, servían a los demás desarrollando sus valores
espirituales. Mediante técnicas y disciplinas lograban transformar el
conocimiento recibido en sabiduría, que desde lo interno brota con su luz
hacia afuera.
Se abstenían de jurar ya que creían que sería condenada toda persona que no
pudiera ser creída sin invocar a Dios con un juramento. Estudiaban con gran
interés los escritos de los autores antiguos, sobre todo aquellos que
convienen al alma y al cuerpo, y estudiaban, entre otras disciplinas, los
secretos de las plantas y minerales con sus aplicaciones para beneficio
humano, descubriendo sus maravillosos poderes curativos contra las
enfermedades.
Los Esenios vivían solos y se servían entre sí. Elegían hombres buenos como
administradores de sus ingresos y de los productos de la tierra, y
sacerdotes para la elaboración del pan y de (otros) alimentos. Reticentes al
matrimonio, se casaban sólo con fines de procreación y no por placer, y sí
la adopción de hijos de otros. Es tal la importancia de la procreación, que
antes del matrimonio las mujeres eran sometidas a una prueba de purificación
durante tres años para asegurarse que fueran fértiles. Mientras están
embarazadas, se abstenían del sexo, y siempre se bañaban vestidas y los
hombres con sus partes cubiertas.
Despreciaban la riqueza y compartían absolutamente todo los bienes. Entre
ellos nadie era más rico que otro, pues una ley los obligaba a entregar sus
posesiones a la orden, de modo que el patrimonio de cada uno formaba parte
de una comunidad de bienes, como si todos fueran hermanos. No se cambian de
ropa ni de calzado hasta que no estaban totalmente rotos o desgastados por
haberlos usado mucho tiempo.
Los Esenios hacían una vida comunitaria que estaba perfectamente organizada
como jerarquía. Por encima estaba el Maestro de la Corrección, seguido por
los sacerdotes y Levitas, y más abajo por la comunidad en general. A pesar
de esta estructura la comunidad fue una democracia completa; en las materias
teologales la autoridad de los sacerdotes parece haber sido absoluta, pero
el consejo gobernante constaba de doce laicos y de tres sacerdotes,
enmarcados en el gobierno de Israel en las tierras Salvajes, y las
decisiones de este consejo estaban sujetas a la reunión (o asamblea) de toda
la comunidad en la que cada hombre tenía un voto. La teología de la
comunidad era una clase de interpretación apocalíptica, milenarista y
rigurosamente escatológica de la vida y la historia.
Algunos Esenios llevaban una vida simple, austera y piadosa al ritmo de las
estaciones en villas rodeadas por una pared baja, completamente separados de
las ciudades, en medio de la naturaleza.
Otros vivían en las ciudades, en grandes edificios que pertenecían a la
Comunidad y que les servían al mismo tiempo como vivienda, albergue y
hospital. dedicados principalmente a sanar enfermos y a dar hospitalidad a
los extranjeros, recorrían los caminos, circulando las noticias y llevando
las informaciones a todos los centros en cada país. Se dice que fue así como
el Maestro Jesús pudo llevar su mensaje a todo el mundo, gracias a la
detallada y perfecta organización esenia.
También estaban los que residían en la escuela-monasterio, situada en
lugares escogidos según el conocimiento de la tierra de la luz, y de las
puertas que existen entre ésta y la tierra Los Esenios que vivían en estos
templos eran casi siempre célibes.
Tanto los activistas como los más contemplativos, se destacaban como
albañiles, carpinteros, tejedores y orfebres. Después de Dios honraban con
una gran veneración el nombre de su legislador, y si alguien blasfema contra
él, es condenado a muerte. En los asuntos judiciales son muy rigurosos e
imparciales. Si algún miembro de la comunidad era sorprendido en un delito
grave, se lo expulsaba y ni siquiera se le daba comida. Sin embargo, muchos
se compadecían de los moribundos cuando estaban a puntos de expirar de
hambre ya que creían que la tortura de haber estado a punto de morir era
suficiente castigo por sus pecados.
En una época en que se imponía el despotismo de los gobernantes de Judea y
los celos de los sacerdotes corruptos, los Esenios se refugiaban en sus
quehaceres agrícolas y artesanales, ya que no practicaban el comercio, y
entre ellos nada se vendía o se compraba, sino que cada uno daba y recibía
lo que necesitaba. Su objetivo primordial era curar enfermedades físicas y
morales, sirviendo al Dios único con piedad y humildad. A pesar de vivir
enclaustrados eran libres, trabajando los unos con los otros, sin admitir
ninguna clase de servidumbre o esclavitud por considerarla ilícita.
Para los Esenios, el Hado dominaba todas las cosas, y todo cuanto sucede a
los hombres es por decisión suya. Toda su doctrina está referida a Dios y
postulaban la inmortalidad del alma. Se trataban entre ellos de hermanos
–como haría luego Jesús con los demás en sus prédicas- y oraban tanto de
rodillas al estilo de Salomón; con el rostro en tierra, como de pie a la
usanza de David; en los casos de súplica, extendían las manos como el
Patriarca y volvían el rostro hacia el Santuario de Jerusalén. Antes de
salir el sol, no decían ninguna palabra profana, y rezaban algunas oraciones
aprendidas de sus antepasados. A continuación, cada uno era enviado por los
encargados a trabajar en lo que sabe. Aunque no hacían nada si no era por
orden del encargado, dos aspectos dependían sólo de ellos mismos: la ayuda a
los demás y la compasión. Se les permitía prestar auxilio a las personas que
ellos consideren oportunas, cuando éstas se lo pidan, y entregar alimentos a
los necesitados, pero no podían dar nada a sus familiares sin la
autorización de sus superiores.
Después de haber hecho su tarea diligentemente hasta la quinta hora, se
reunían de nuevo en un mismo lugar y con un paño de lino atado a la cintura
se lavaban el cuerpo con agua fría. Tras esta purificación, entraban al
comedor como a un recinto sagrado, ya que la comida comunal tenía un
carácter sacramental como señal física exterior de una realidad espiritual
interior, como una anticipación del banquete mesiánico celebrando la
victoria en la guerra santa y la inauguración del nuevo reino. La comida
comienza con la bendición del pan y el vino por un sacerdote y por el
administrador laico, quién son referidos en los textos litúrgicos como el
Padre Mesías, el descendiente de Aarón, y el Rey Mesías, el descendiente de
David. Los Hijos de la Luz, el ejército victorioso del Señor, está sentado
en la mesa, cada uno en su lugar establecido. En silencio, cada uno comía un
pan y un plato con un único alimento. Antes de comer, el sacerdote rezaba
una oración y no estaba permitido probar bocado hasta que no concluya la
plegaria. Al acabar la comida, se pronunciaba otra oración y luego se
quitaban la faja blanca y regresaban a sus trabajos hasta la tarde. Al
regreso de sus faenas, cenaban de la misma forma, sin gritos ni agitaciones,
y cediéndose la palabra por turno entre ellos.
El sábado, el día sagrado para los judíos, no encendían fuego, ni movían
objetos. Ni siquiera iban al baño.
Los Esenios se consideraban separados del resto del mundo porque la
iluminación de su vida interna y su conocimiento de los ocultos misterios de
la naturaleza eran desconocidos para otros hombres. Eran un grupo
rigurosamente iniciático y esotérico, con tres niveles para la Enseñanza
regidos por rigurosas leyes de silencio. Su sabiduría mística les había
enseñado a diferenciar entre las almas dormidas, las medio despiertas y las
despiertas. Su tarea era ayudar, consolar y aliviar a las almas dormidas,
tratar de despertar a las que estaban a medias, y dar la bienvenida y guiar
a las almas despiertas dentro de su comunidad.
Pese a que la Fraternidad era muy estricta sobre las leyes secretas en
relación con su doctrina interna, cultivaban muchos puntos de contacto con
las personas, principalmente a través de los sitios donde daban alojamiento
a peregrinos, proporcionando ayuda en los períodos difíciles, y
especialmente a través de la sanación de los enfermos. Estos sitios donde se
impartían las enseñanzas básicas y se practicaba la sanación estaban
localizados en lugares que tuvieran acceso público para que todas las
personas pudieran acudir.
La mayoría de los Esenios superaba los 100 años de edad debido a su
disciplina y simplicidad de su forma de vida. Despreciaban el peligro,
acababan con el dolor por medio de la mente y creían que el cuerpo es
corruptible y de que su materia perece, mientras que el alma permanece
siempre inmortal. Ésta procede del más sutil éter y atraída por un
encantamiento natural se une con el cuerpo y queda encerrada en él igual que
si de una cárcel se tratara. Cuando las almas se liberan de las cadenas de
la carne, como si salieran de una larga esclavitud, ascienden contentas a
las alturas. Así, al igual que los griegos, sostenían que las almas buenas
irán a un lugar más allá del Océano, donde no hay lluvia, ni nieve ni calor,
sino que siempre le refresca un suave céfiro que sopla desde el Océano. En
cambio, para las almas malas, hay un antro oscuro y frío, lleno de eternos
tormentos, por lo que exhortaban siempre a buscar la virtud y a alejarse del
mal.
Los Esenios se consideraban herederos de la antigua y gran civilización de
los hijos e hijas de Dios, ya que poseían avanzados conocimientos y
trabajaban arduamente en secreto por el triunfo de la luz sobre las
tinieblas en la mente humana como guardianes de las Divinas Enseñanzas.
Poseían un gran número de manuscritos muy antiguos, algunos de los cuales
databan del inicio de los tiempos. Una gran parte de los miembros de la
Escuela pasaban el tiempo dedicados a la sagrada tarea de descifrar sus
códigos, traduciéndolos a varias lenguas y reproduciéndolos para perpetuar
y preservar este avanzado conocimiento.
Gracias a los libros sagrados de los profetas y ritos como purificaciones,
algunos Esenios podían predecir el futuro. Pero su misión era la fundación
del Cristianismo y la civilización occidental, apoyados en este esfuerzo por
seres altamente evolucionados que dirigían la fraternidad. Hoy, se los
considera verdaderos santos, maestros de sabiduría y de las antiguas artes
maestras. Se dice que poseían infinidad de revelaciones y que, de este modo,
sabían cómo comunicarse con los seres angélicos y conocían la causa del
origen del mal en la tierra.
Por lo mismo, una de sus grandes preocupaciones era protegerse de cualquier
contacto con espíritus del mal para preservar la pureza de sus almas. Sabían
que estarían en la tierra durante un corto período de tiempo, y no querían
prostituir sus almas eternas. Fue esta actitud de estricta disciplina, esta
absoluta negativa a mentir o a comprometerse, lo que les hizo objeto de
muchísimas persecuciones a través del tiempo.
Los Esenios no se limitaban a una sola religión, sino que estudiaban todas
para poder extraer de ellas los grandes principios científicos. Consideraban
que cada religión era un estado diferente de una misma manifestación. Así,
le daban gran importancia a las enseñanzas de los antiguos caldeos, de
Zoroastro, de Hermes Trismegisto, a las secretas instrucciones de Moisés
-uno de los fundadores de su Orden, que había trasmitido técnicas similares
a las del Budismo- así como a las revelaciones del profeta Enoch.
Mucho de lo que se ha especulado en torno a los Esenios fue confirmado o
rechazado a partir de los descubrimientos del Mar Muerto, que incluían
grandes partes o fragmentos de casi todos los libros del Antiguo Testamento
y de las escrituras apócrifas pseudoepigráficas, así como comentarios,
himnos, escrituras apocalípticas y proféticas peculiares de la secta, y un
extensivo y detallado Manual de Disciplina o de regla monástica. Por este
motivo fueron reivindicados los relatos de los tres autores clásicos. El
hecho de que se encontraran muchos esqueletos de mujeres en el cementerio de
Qumran indica que, o la secta no fue célibe, o estaba dividida en una orden
célibe y una asociación de laicos casados como todavía se encuentra entre
los franciscanos.
Por otro lado, dentro del cerco comunal los arqueólogos descubrieron un gran
número de jarras cuidadosamente enterradas llenas con huesos de ovejas,
cabras, y vacas, cada animal estaba sepultado individualmente. Hay pocas
dudas de que éstos son restos de banquetes sacrificatorios de la comunidad,
así que la información de Josefo debe ser reinterpretada como que los
Esenios rechazaban el culto sacrificatorio del templo de Jerusalén y seguían
el suyo propio (como los Falasha de Etiopía hacen hoy). Esto es importante
porque significa que la comunidad esenia no se consideraba solamente una
secta judía más, sino un Nuevo Jerusalén que reemplazaría al antiguo.
La iniciación
Los Esenios se consideraban un grupo en el centro de todos, porque
cualquiera que hubiera puesto en marcha un completo proceso del despertar
del alma y estuviera listo para ascender las escaleras del sagrado templo de
la humanidad podía formar parte de su Fraternidad tan pronto pasaran con
éxito las pruebas selectivas y severas penitencias junto a un estricto
ascetismo, no sólo en el primer año de su iniciación, sino en los
subsiguientes períodos, donde comenzaban a ser invitados a los ágapes o
cenas íntimas.
Sólo las almas despiertas de 21 años como mínimo podrían recibir la
iniciación en los misterios de la Fraternidad, y comenzar el sendero de
evolución sin fin a través del ciclo de sus encarnaciones.
Antes de ingresar a la secta, el candidato recibía una pequeña hacha, un
paño de lino y un vestido blanco. Después de haber dado tiempo pruebas de su
fortaleza durante un año, avanzaba aún más en su forma de vida y participaba
de las aguas sagradas para sus purificaciones. Tras demostrar su constancia
y poner a prueba su carácter durante dos años era admitido en la comunidad.
Antes de empezar su primera comida colectiva, debía pronunciar juramentos
ante los demás hermanos de la secta, prometiendo venerar a la divinidad,
practicar la justicia con los hombres, no hacer daño a nadie ni por deseo
propio ni por orden de otro, abominar siempre a las o personas injustas y
colaborar con las justas, y ser fiel siempre a todos, sobre todo a las
autoridades. Si llegaba a ocupar un cargo de poder, debía jurar que nunca se
comportaría de forma insolente ni trataría de sobresalir ante sus
subordinados por su forma de vestir o por alguna otra marca de superioridad.
Juraba, también, siempre amar la verdad y a aborrecer a los mentirosos,
mantener sus manos limpias del robo y su alma libre de ganancias ilícitas;
no ocultar nada a los miembros de la comunidad ni revelar nada sobre ella a
las personas ajenas, transmitir las normas de la secta de la misma forma que
ellos las han recibido, y abstenerse de participar en el bandidaje.
Solamente una vez verificadas las aptitudes para la vida interna del
candidato, éste tenía que practicar una especie de meditación. En completa
calma, examinaba su vida pasada con toda claridad, para poder hacer un
recuento objetivo de la sabiduría adquirida. Tenía que discernir entre los
impulsos que había recibido del "cielo" y los de "su ángel" durante su
infancia y a través de su vida, y observar la forma en que había respondido.
¿Trató de alejarse de ellos o se mantuvo fiel?
Mediante ese análisis, se forjaba un nueva relación con el mundo superior
del espíritu en libertad, y el candidato era llevado a conocer sus propios
errores, la causa de todo su sufrimiento. De esta forma, podía efectuar
cambios dentro de sí, tomar el control de su vida, hacerse responsable en el
sentido iniciático de la palabra, y prepararse en forma efectiva y con plena
conciencia para entrar en la Comunidad de la Luz.
Las comidas comunitarias eran la primera incorporación del aspirante. En
ellas se leían e interpretaban las Sagradas Escrituras en su esencia y no en
su forma, de modo que el Iniciado recibía el conocimiento de las Sagradas
Leyes, comprendía la divinidad del hombre septenario con el alma que
permanece en una etérea región entre el espíritu y el cuerpo corruptible y
transitorio que la ayuda a crecer.
Así, entraba al mundo sagrado del sendero real y se convertía en un Hermano
(o Hermana) de la Comunidad. Junto con sus blancas ropas de lino, recibía la
misión que debía desempeñar durante su vida, con un propósito y una
orientación que nunca debería abandonar y que era una forma de unirse a Dios
y hacerse útil para la tierra y la humanidad. Nunca debería separarse del
hilo conductor de esa misión, que le daba un significado positivo a su
pasaje en la tierra y lo convertía en un verdadero ser humano. Para los
Esenios, ser hombre era llevar dentro de sí una hermosa luz, para ofrecerla
a la tierra, a sus habitantes, y a sí mismo.
Las ropas blancas eran la materialización del poder del bautismo y de la
pureza del alma, que lo protegerían de las muchas contradicciones del mundo.
El cayado o bastón simbolizaba el conocimiento de las leyes secretas de la
vida y su capacidad para utilizarlas armoniosamente por el logro exitoso de
su tarea. Los iniciados se dividían en cuatro clases. Los más recientes,
considerados una categoría inferior, debían lavarse si tocaban a algún
veterano.
Otro requerimiento de todo esenio era jurar respeto por la tierra como ser
viviente, sagrado e inteligente. Para mantenerse en contacto con ella, para
honrarla y participar en su sana evolución, debía tener sus pies en contacto
con la tierra --y algunas veces, incluso su cuerpo entero- por lo que
frecuentemente los Esenios frecuentemente andaban descalzos.
El conocimiento viviente de las leyes de la reencarnación (las leyes de la
evolución y la compasión) y las leyes del destino (las leyes de causa y
efecto) permitían a los hierofantes escoger la misión que correspondía
exactamente al trabajo que cada alma que venía a la tierra tenía que
desempeñar. Para cumplir esta misión en particular, la persona debía
enfrentarse a sí mismo, interrogarse y buscar la asistencia del Espíritu
Santo. Periódicamente tenía que revisar su vida , observar la forma en que
ésta transcurría ante sí, como las páginas de un libro, y preguntarse si lo
que veía era digno de ser incluido en el Gran Libro de la Vida. Cada
pensamiento, cada sentimiento, cada acto, y también sus motivaciones, tenían
que estar claramente delineados "en blanco y negro".
Los Maestros Esenios conocían por experiencia cuán pronto uno puede
desviarse del sendero de la luz y perderse, por lo que la tarea del neófito
era simplificar todo dentro de sí para convertirse en uno con su ideal. Si
este ideal solamente brillaba en forma intermitente, como si quisiera
llamarlo al orden, no era una buena señal, y de inmediato debía esclarecer
su vida para poder mantener vivo y puro su vínculo con el Altísimo, la
fuente de toda sanación.
Alejandra Bluth
Editora y Coordinadora Periodística Andesenios
Fono 56 2 7210801
Móvil: 09 2206475
e-mail: editorial@...
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