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Lágrimas de cocodrilo de ex pejistas 
 
www.reneavilesfabila.com.mx 
 
A lo largo de estas angustiosas cuatro semanas he podido leer y escuchar 
toda clase de arrepentimientos. Desde los agudos e inteligentes periodistas 
e intelectuales afamados que confiesan haberse equivocado con Andrés Manuel 
López Obrador, hasta los más sencillos, dictados por el sentido común. Gran 
cantidad de tinta y palabras que no van más allá de justificaciones 
ridículas. Preferible un discreto silencio al lloriqueo ante la opinión 
pública. La gravedad del asunto es tal que apenas hoy comienzan los 
problemas, gracias a todos esos votantes y comunicólogos ingenuos o 
generosos. Viviremos días difíciles: habrá más provocaciones en busca de 
mártires. 
 
Es difícil suponer que personas inteligentes y cultas no vieran el engaño de 
López Obrador. Para ser analista hay que meterse en la historia. López había 
dado pruebas infinitas de su capacidad para mentir y mostrado su lado brutal 
y autoritario. Con un aceptable bagaje político a cuestas, era posible ver 
qué estaba ocurriendo en el Distrito Federal: no tenía programa serio, lo 
endeudó con obras innecesarias que chocaban con su eje temático: primero los 
pobres. 
 
Por otro lado, sus mejores hombres y mujeres provenían de dos fuentes 
objetables: el PRI y los bajos fondos de la peor agitación social. 
Lidercillos que aspiraban a casa propia, automóvil y cuenta bancaria. El ex 
priismo venía albergando, como el propio AMLO, una enorme carga de rencor, 
deseaba el poder no para fines sociales sino para consumar la venganza 
contra aquellos que les habían impedido el paso al siguiente empleo 
burocrático. ¿Era esto imposible de ver? ¿Han olvidado de qué forma AMLO se 
convierte en jefe de Gobierno capitalino? En fin, unos se arrepienten por 
puro oportunismo, como dice López, otros para expiar culpas. 
 
El PRD se había degradado, envilecido sensible y ostentosamente. Los 
vínculos de cada delegado, cada diputado o senador lo manifestaban. La 
corrupción se adueñó del partido esperanzador bajo la presencia impecable de 
Cuauhtémoc Cárdenas. En manos del lópezobradorismo llegó a límites de 
simulación inauditos. Valentín Campa solía decir que la verdad es 
revolucionaria, pero en el primer círculo del PRD el engaño se hizo 
costumbre, consigna, centro de las acciones políticas. La mentira se repitió 
tantas veces y con tanto aplomo o cinismo que buena parte de la ciudadanía 
la creyó. El apoyo de los medios no se hizo esperar. Veían a López Obrador 
como un mesías, un semidiós, un titán de la política, un hombre todo carisma 
y talento, cuando por años había sido un pésimo alumno y un patético 
dirigente del PRI. Un brillante historiador lo comparó con Carranza, Madero, 
Morelos, Juárez y sólo le faltó Zapata. Este tipo de ridículos fue creando 
un culto a la personalidad que no tuvieron Stalin o Mao Tse-tung. No hubo 
límites. Parte de los intelectuales se sumaron sin considerar el daño que 
había hecho al desarrollo cultural capitalino y sin tomar en cuenta que es 
un hombre de escasas lecturas y reacio al arte. 
 
Ha comenzado la verdadera batalla, la que está en el gusto y ánimo de López 
Obrador: la violencia callejera, las amenazas, los gritos y otra vez las 
falsedades, que todavía muchos ingenuos creen al gritar consignas sutiles 
como "Pinche fraude" o "Solución o revolución". 
 
Recuerdo encuestas inauditas: señalaban que la mayoría votaría por AMLO y al 
mismo tiempo respondían que de todos los candidatos, él sería el único que 
no aceptaría la derrota. Cuando sobrevino el final para Hitler muchos 
intelectuales y periodistas dijeron, al ver el holocausto y los enormes 
crímenes de los nazis cometidos en la Unión Soviética y Polonia, que los 
habían engañado. Por favor, Hitler jamás mintió: desde Mi Lucha había 
anticipado cuál sería el fin de comunistas y judíos. 
 
Usted perdone, yo voté por El Peje, pero no volvería a hacerlo, qué violento 
y arbitrario puede ser, dicen a coro miles de mexicanos. Bueno, ¿y no lo 
vieron actuar durante su fracaso para gobernar Tabasco, no observaron su 
rostro descompuesto cuando las cosas no iban a su gusto, no lo escucharon 
ofender a los "pirruris" y a la "derecha" cuando se dio la enorme 
manifestación en contra de la inseguridad, no lo vieron, por último, 
enloquecer de furia cuando una encuesta le era adversa? 
 
Aceptemos que AMLO es Dios y su programa político es la Biblia, ¿con quién 
iba a llevar a cabo la tarea de purificar a México: con Batres, Ímaz, 
Sheinbaum, Bejarano, Barrales, Ebrard, Camacho, Padierna, El Pino..? ¿Hará 
la revolución con los delegados que se enriquecen en el DF, con los 
resentidos que fracasan en el PRI y se regeneran en el PRD? Imposible creer 
en justificaciones tardías y lacrimosas. Es mejor asumirse, como 
Poniatowska, su pejeviejita a toda costa. 
 
Contra el mesianismo "progresista" de López también luchó la izquierda real 
y la gente que rechaza la demagogia y la mentira. En la siguiente elección, 
sería adecuado pensar en ideas, partidos y acciones colectivas antes de 
sumarse ciegamente a un dios susceptible de derrumbarse al primer 
encontronazo. 
 
Rene Avilés Fabila 
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