www.vidadigna.infowww.yahoogroups.com/group/red-tlalocAgio en Wal-Mart
Plaza
Pública, REFORMA.
Miguel Ángel Granados Chapa
Ya es escandaloso que
los bancos grandes cobren a los consumidores que usan sus tarjetas de crédito
hasta 35 por ciento de interés, pero este nuevo banco cobrará a los consumidores
de clase media baja a quienes preste dinero tasas de hasta 75 por ciento
El martes 13, un año después de obtener su licencia, abrió al público el
Banco Wal-Mart de México Adelante. Esta última parte de esa denominación
recuerda el origen de la cadena comercial adquirida hace 10 años por Wal-Mart
Stores: Aurrerá, nombre de la pionera tienda de autoservicio fundada por la
familia Arango en 1958, es una palabra vasca que quiere precisamente decir
adelante.
El 15 de noviembre de 2006, cuando faltaban dos semanas para que
terminara el sexenio, la Secretaría de Hacienda otorgó licencias a Banco
Comercial del Noreste, Banco Fácil, Banco Ahorro Famsa y Banco Coppel, así como
a Wal-Mart. Al obtener autorizaciones, estos tres últimos establecimientos
siguieron los pasos de Banco Azteca, del Grupo Elektra, pues se trata de bancos
asentados sobre la sólida estructura de cadenas de tiendas de autoservicio.
Azteca había comenzado a operar en octubre de 2002, y a partir de entonces
Hacienda y la Comisión Nacional Bancaria y de Valores otorgaron licencias a
Banco Regional, Barclays, UBS Bank, Autofin y los más notorios, por sus
orígenes, Compartamos (propiedad de los Legionarios de Cristo) y Multiva (del
Grupo Ángeles, de Olegario Vázquez Raña).
Las autorizaciones fueron
acordadas en nombre de la competencia, argumento que no resiste el análisis,
pues una quinteta de grandes consorcios domina la intermediación financiera en
México. Banamex, de Citigroup; Bancomer, de BBVA; Santander, HSBC y Banorte son
dueños del mercado: el 87 por ciento de los créditos y el 89 por ciento de los
depósitos les corresponden. Se agrega a aquella explicación que los nuevos
establecimientos se colocan en nichos de mercado no explotados hasta ahora por
la banca tradicional. Los más de los nuevos bancos, en efecto, van tras una
nueva clientela, los menos pobres de la clase media baja. Con sus prácticas
probablemente lograrán no bancarizar como en lengua bárbara se dice de la acción
de hacer a la gente cliente de los bancos, sino empobrecerla aún más.
Ya
son escandalosas las tasas de interés del crédito al consumo concedido por la
banca grande. Llegan hasta 35 ciento por ciento o más, lo que está ocasionando
morosidad que ya empieza a preocupar a los emisores de las tarjetas y a las
autoridades. Pero la práctica y los planes de los nuevos banqueros empeoran esa
situación; hacen efectivo una vez más el apotegma que describe cuán caro es ser
pobre. Banco Azteca, para los adquirientes de bienes de consumo duradero en las
tiendas Elektra, aplica intereses hasta del 50 por ciento. Será superado por el
banco de Wal-Mart que sin ambages declara a la hora de abrirse al público que su
tasa de interés anual será de 75 por ciento. En muy rudo contraste pagará a sus
depositantes, que podrán serlo colocando desde 50 pesos, apenas el 1.48 por
ciento anual, que es el equivalente a la quinta parte de los Cetes a 28
días.
En un periodo de preparación para que su banco opere con el
público, Wal-Mart lo hizo con sus empleados, que son más de 155 mil, en una
práctica que remite al porfiriato, cuando la tienda de raya (en que se mezclaban
patrón, proveedor y prestamista) esquilmaba a los peones de haciendas
agropecuarias e incipientes establecimientos industriales. Ignoro si en Wal-Mart
será obligatorio ser depositante y acreditado, pero es seguro que sea mal visto
no serlo aunque en otras opciones bancarias las condiciones no sean expoliadoras
como las descritas (aunque tampoco son mucho mejores dado el nivel de ingresos
de los empleados de esa cadena).
Tras el comienzo de sus actividades en
1958, Aurrerá se expandió considerablemente pronto, y diversificó sus giros.
Bodegas Aurrerá, Superama, Suburbia y los restaurantes Vips y El Portón formaron
un vasto consorcio comercial que fue apetecido por Wal-Mart Stores, fundada a su
vez en Arkansas por Sam Walton en 1962. Como suele hacer, la empresa
norteamericana se introdujo en México poco a poquito. El primer paso se dio en
1991 con una asociación con los Arango, de 50 por ciento cada uno para abrir
Sam's Club. Luego, esa proporción alcanzó al resto de las operaciones de
Aurrerá, y en 1997 Wal-Mart adquirió el control de la firma, aunque no modificó
el nombre de sus tiendas principales, para usar el suyo propio sino hasta el año
2000. Con 16 tiendas abiertas en octubre, suma ya 980 establecimientos en todo
el país. Y no es improbable que se interese en adquirir los cerca de 300
establecimientos de la cadena Gigante que precisamente hoy se ponen en venta.
En su país de origen Wal-Mart se propuso obtener una autorización para
operar como banco. Pero lo que consiguió aquí le fue negado en Estados Unidos,
entre otras razones por su mala fama de empleador desconsiderado. Es cierto que
los banqueros de Iowa se opusieron a la pretensión de Wal-Mart de entrar en su
mercado y del litigio iniciado se valieron las autoridades para aplazar para
nunca el pedido de la empresa comercial. Pero sus prácticas hicieron
desaconsejable permitirle el manejo de dinero ajeno.
Aunque Wal-Mart se
ufana de haber obtenido la calificación de empresa socialmente responsable, sus
modos de operar la hacen una presencia incómoda en el medio mercantil mexicano,
al grado de que durante años se abstuvo de participar en, o fue excluida de, la
Asociación de tiendas de autoservicio. Es probable que su política de precios
bajos, insostenible para muchos proveedores, beneficie a los consumidores, de lo
que ahora busque resarcirse mediante el crédito bancario.
Correo
electrónico:
miguelangel@granadoschapa.com
<
http://e1.f330.mail.yahoo.com/ym/Compose?To=miguelangel@granadoschapa.com
>