Asunto: | [redanahuak] Bachelet, el domingo en Santiago de Chile va por la segunda vuelta | Fecha: | Sabado, 14 de Enero, 2006 10:42:34 (-0600) | Autor: | Ricardo Ocampo <redanahuak @...............mx>
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Sent: Friday, January 13, 2006 8:35 PM
Subject: (Chamana) Bachelet, el domingo en Santiago Chile va por la Segunda
vuelta
Compartimos en libertad
William Sanabria
El domingo 15 de enero se celebra la segunda vuelta de las elecciones a la
Presidencia de Chile. En esta segunda vuelta se enfrentan la dirigente del
Partido Socialista (PS), Michelle Bachelet, que se impuso en la primera
vuelta con aproximadamente el 45% de los votos y el candidato de derecha
Sebastián Piñera, destacado empresario que cuenta no sólo con el apoyo de
los partidos que ya lo habían hecho en la primera vuelta sino también de la
derecha pinochetista.
Los sondeos más recientes, realizados tres días antes de la elección del
próximo domingo, muestran una enorme polarización a derecha e izquierda: un
45% de los encuestados -según la encuesta MORI- manifiesta su intención de
votar por Bachelet y un 40% lo haría por Piñera. Según las proyecciones que
recoge el diario La Tercera (12-1-2006) el resultado final podría otorgar la
victoria a Bachelet por un 53% contra un 47% del candidato derechista.
Polarización en líneas de clase
Desde algunos sectores y colectivos de izquierda se ha presentado esta pugna
electoral de la segunda vuelta de las presidenciales chilenas como algo que
a los trabajadores nos trae sin cuidado. Estos sectores denuncian a Bachelet
por haber sido ministra del gobierno de Ricardo Lagos y la califican de
neoliberal. Según este análisis a los jóvenes y trabajadores chilenos y del
resto de América Latina nos da igual quien gane el 15 de enero en Chile. La
postura de estos grupos es llamar al voto nulo. En nuestra opinión esta
postura es absolutamente errónea.
La realidad es que si algo muestran los resultados de la primera vuelta
celebrada en diciembre de 2005 junto a las elecciones parlamentarias y los
que anuncian las encuestas para esta segunda vuelta es una profunda
polarización social. Esta polarización social no es casual sino que expresa
la creciente división de la sociedad chilena en líneas de clase.
No es casual que por primera vez desde el fin de la dictadura la principal
confederación empresarial del país, que siempre ha apoyado a los candidatos
de la Concertación (coalición del PS, las formaciones socialdemócratas PPD y
PRSD y la burguesa Democracia Cristiana -DC-), haya modificado su posición.
En estas elecciones la patronal apoya decididamente a Piñera y se ha
mostrado preocupada por algunas de las declaraciones de Bachelet en el
sentido de revisar la política de privatizaciones.
Giro a la izquierda en toda Latinoamérica
Tampoco es casual que Bachelet (y esta es una delas principales razones de
la preocupación empresarial), pese a las vacilaciones y contradicciones en
su discurso y dudas acerca de cómo actuará exactamente si llega al poder que
generan algunas de sus declaraciones y los dirigentes de la Concertación que
la acompañan, haya despertado amplias ilusiones en sectores de la clase
obrera y los sectores populares. A diferencia de Ricardo Lagos, que era un
independiente y fue puesto a la cabeza de la lista de la Concertación en las
anteriores presidenciales con el beneplácito de los dirigentes
demócratacristianos y de los sectores decisivos de la burguesía, Bachelet
fue elegida candidata de la Concertación después de que se presentase,
empujada por las bases socialistas, contra la candidata presentada por la
DC.
Bachelet despertó un apoyo entusiasta entre sectores de las masas a causa
tanto de sus declaraciones contrarias a las privatizaciones como por su
apoyo a Chávez y Venezuela frente a los ataques del imperialismo o su
promesa de acabar con el binominalismo (antidemocràtico sistema que impide
la representación de los partidos minoritarios, en particular del PC y del
resto de la izquierda, que a pesar de haber alcanzado un apoyo del 8% no
tienen un solo escaño parlamentario). Otro factor que incrementa la simpatía
hacia Bachelet entre sectores importantes de la clase obrera y los sectores
populares es el hecho de que su padre fue un militar afiliado al PS
torturado por la dictadura y ella misma estuvo encarcelada y sufrió tortura
en las cárceles de Pinochet. El apoyo a Bachelet en las primarias de la
Concertación era, de hecho, tan masivo que la candidata democristiana retiró
su postulación porque no tenía ninguna posibilidad.
Otro aspecto clave es que la posición de los revolucionarios ante las
elecciones chilenas no la podemos plantear al margen de la situación de
ascenso de la lucha de clases que se da en todo el continente y del hecho de
que las victorias revolucionarias en Venezuela, Bolivia y las serias
posibilidades de victoria de la izquierda en otros países latinoamericanos
(México, Nicaragua, etc.) plantean cada vez más claramente la perspectiva de
una revolución latinoamericana. Esta perspectiva aterroriza a las distintas
burguesías latinoamericanas y al imperialismo y es una de las razones de su
virulenta oposición y ataques a dirigentes de izquierda que aunque en muchos
casos tengan un programa confuso y contradictorio expresan de un modo más o
menos distorsionado según los casos el deseo de las masas de cambiar la
sociedad.
Esta es una razón más para que sectores muy importantes de la burguesía no
se fíen de Bachelet y vean el riesgo de que su victoria pueda animar la
movilización de las masas. Por todo el país se han creado Comités de Apoyo a
Bachelet y una victoria de esta, en las condiciones del capitalismo chileno
y en el contexto actual latinoamericano -caracterizado por el ascenso
revolucionario de las masas- podría animar la movilización y acrecentar las
expectativas de cambio social de las masas.
'¿Milagro chileno?'
Durante los últimos años, Chile ha sido presentado por los propagandistas
del capitalismo -e incluso por un sector de dirigentes reformistas- como el
país más estable y próspero de América Latina y un modelo a imitar. Sin
embargo, como en la Argentina de los años 90, el supuesto “milagro chileno”
oculta en realidad una de las distribuciones de la riqueza más injustas del
continente y una explotación sin límites de los trabajadores y los sectores
populares. Todo ha sido privatizado y las principales riquezas del país
(especialmente el cobre) han sido entregadas en bandeja a las
multinacionales imperialistas.
Los dirigentes del ala derecha del PS han impuesto durante las dos últimas
décadas a la base obrera del Partido una política de colaboración de clases
con partidos de la burguesía como la Democracia Cristiana -DC- en la
Concertación. Lagos, primer presidente socialista desde 1973, ha llegado
incluso al extremo de apoyar el golpe de abril de 2002 en Venezuela o
auspiciar el nombramiento de connotados represores bajo la dictadura para
cargos de responsabilidad. Y todo ello al mismo tiempo que ordenaba reprimir
importantes luchas sociales o que sigue manteniendo un sistema
representativo (binominalismo) absolutamente antidemocrático que permite,
por ejemplo, que la derecha pinochetista esté sobrerepresentada en el
Parlamento mientras el frente de izquierda, construido por el PC, el MIR y
otros partidos de la izquierda (Juntos Podemos), con un 8% de apoyo en las
recientes elecciones parlamentarias haya quedado sin representación.
La política de Lagos y los dirigentes más a la derecha del PS ha dividido a
la izquierda, ayudado a la burguesía a mantener el control y con todo ello
ha obstaculizado una recuperación más rápida de la clase obrera chilena. Sin
embargo, las contradicciones sociales se están acumulando de una manera
insoportable y más pronto que tarde estallarán de forma abierta. La memoria
y las tradiciones revolucionarias de los años 70 no sólo no han muerto sino
que retornarán más pronto que tarde, multiplicadas.
Los resultados de las elecciones parlamentarias y la primera vuelta de las
presidenciales, como decíamos, reflejan ya una polarización social sin
precedentes en los últimos años. La candidata socialista más el candidato
del frente constituido por el PC, el MIR y otros pequeños grupos de
izquierda (Juntos Podemos) alcanzan algo más del 50% y la suma de los votos
de los dos candidatos de la derecha ronda el 48%.
Dentro de la base electoral de la Democracia Cristiana (DC), un partido
burgués que históricamente intenta mediante la demagogia mantener una cierta
base social entre los sectores populares, hay síntomas claros de división a
derecha e izquierda. Mientras una parte de sus electores sí ha votado por
Bachelet, sectores importantes de su base de clase media más reaccionaria y
una buena parte de sus dirigentes está apoyando a Piñera. Por
contraposición, muchos votantes de Juntos Podemos, que en las municipales de
hace un par de años consiguió un 10% de los votos y ahora en la primera
vuelta de estas presidenciales se quedó en un 5% , votará seguramente por la
candidata socialista.
En las elecciones parlamentarias celebradas conjuntamente con la primera
vuelta de las presidenciales, por primera vez desde el fin de la dictadura,
el PS y otros partidos de orientación socialdemócrata como el PPD y PRSD
(cuyas bases se consideran mayoritariamente de izquierda) consiguen la
mayoría en ambas cámaras. (El senado hasta ahora había estado controlado
siempre por la derecha procedente del pinochetismo.) En la distribución
interna de los votos de la Concertación los candidatos del PS aumentan su
apoyo mientras la DC pierde terreno.
Por un frente PS-PC con un programa socialista
El giro a la izquierda en el seno de las masas obreras y populares y el
aumento de la polarización social empiezan a tener una primera expresión
dentro del PS. Aunque Bachelet fue ministra con Lagos y no se ha enfrentado
abiertamente a las políticas de éste, sí ha tenido que emplear un lenguaje
más a la izquierda en determinados momentos y plantear algunas propuestas
que rompen con la línea del PS y la Concertación de los últimos años
(compromiso de revertir las políticas privatizadoras y otras). A diferencia
del propio Lagos, también ha apoyado a Chávez y Venezuela frente a los
ataques de la burguesía. La llegada al poder de Bachelet sería interpretada
por las masas como una victoria y animaría la movilización popular. Como en
el caso de otros dirigentes reformistas, el principal enemigo de Bachelet es
ella misma y la derecha del PS, que insiste en todas las ideas sobre ganar
el voto de centro moderando el discurso, etc.
El descontento con la dirección reformista de derecha del PS se ha
manifestado en su derrota en varias votaciones importantes en el último
Congreso partidario y en el crecimiento de las corrientes que plantean
recuperar un discurso y propuestas programáticas izquierdistas
(renacionalización del cobre, reforma de la Constitución, recuperación de la
figura de Allende, etc.). Estas corrientes alcanzaron un 47% de apoyo en el
último Congreso. Aunque la composición y dirección de estas corrientes es
bastante heterogénea, la corriente que más ha crecido en el último período
'Socialistas como Allende' se declara marxista y defiende un acercamiento al
PC y la ruptura con los partidos burgueses.
Como hemos dicho anteriormente, pese a estos hechos los sectarios y
ultraizquierdistas cierran los ojos ante todo este giro a la izquierda en
las bases socialistas y plantean que en la lucha entre la candidata
socialista y el empresario de derecha Piñera da igual quién gane. Esta
política sólo sirve para aislar a los sectores de izquierda que la apoyen,
de las bases socialistas compuestas por jóvenes, trabajadores y otros
sectores de los explotados. Pero al mismo tiempo en sectores de las bases
comunistas también se abre paso la idea de que un frente único con los
sectores de izquierda del PS podría cambiar toda la situación social.
Los marxistas revolucionarios genuinos que existen tanto dentro del PS como
del PC tienen una oportunidad histórica. Tanto si Bachelet llega al poder
como si finalmente el giro hacia una mayor moderación para 'ganar al
electorado de centro' que están proponiendo muchos de sus asesores
-combinado con la propuesta ultraizquierdista de distintos grupos de
izquierda que proponen el voto nulo en la segunda vuelta- lo impide, la
polarización social que reflejan estas elecciones irá en aumento y buscará
un cauce revolucionario. La tarea para los marxistas chilenos es luchar por
un frente del PS , el PC y todas las demás organizaciones de izquierda con
un programa genuinamente socialista que plantee la nacionalización de los
bancos, el cobre, los monopolios y la tierra bajo control obrero y una nueva
Constitución que acabe con todos los elementos antidemocráticos contenidos
en la actual. La tarea no es simplemente luchar por un candidato o una
dirección del partido más a la izquierda sino construir una genuina
dirección revolucionaria basada en el programa, las ideas y los métodos del
marxismo que conduzca a la victoria a la clase obrera en Chile, en América
Latina y a escala mundial.
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