Derrumbe del edificio
n°7 del World Trade Center Este edificio no fue impactado por ningún avión
y su derrumbe presenta las características de una demolición controlada.
(cf. video). La comisión
investigadora ni siquiera abordó el tema.
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Para cada mentira nos
referiremos a los análisis que hace el profesor David Ray Griffin en su
obra Omisiones y manipulaciones de la Comisión Investigadora. Las cifras
que aparecen entre paréntesis se refieren a las páginas de la edición
original estadounidense de ese libro.
1. Omisión de la
prueba de que por lo menos 6 de los supuestos secuestradores aéreos (entre
ellos Waled al-Shehri, acusado por la Comisión de haber apuñaleado a una
azafata del vuelo UA11 antes del choque del avión contra la torre norte
del World Trade Center) están vivos actualmente (19-20).
2. Omisión de pruebas
sobre Mohamed Atta (como su pronunciada inclinación por la bebida, por la
carne de puerco y las exhibiciones eróticas privadas o lap dances) que
contradicen las afirmaciones de la Comisión de que Atta se había
convertido en un fanático religioso (20-21).
3. Confusión
voluntariamente creada alrededor de las pruebas que demuestran que Hani
Hanjur era tan mal piloto que nunca hubiera sido capaz de lograr estrellar
un avión de pasajeros contra el Pentágono (21-22).
4. Omisión del hecho
que las listas de pasajeros (flight manifests) que se hicieron públicas no
contenían ningún nombre árabe (23).
5. Omisión del hecho
que nunca, ni antes ni después del 11 de septiembre, se ha visto que un
incendio haya provocado el desplome total de un edificio con estructura de
acero (25).
6. Omisión del hecho
que los incendios de las Torres Gemelas no fueron ni extremadamente
extensos ni especialmente intensos y que ni siquiera duraron mucho tiempo
comparados con otros incendios ocurridos en rascacielos (con estructuras)
similares sin que estos últimos se desplomaran (25-26).
«Omissions et manipulations de la commission
d’enquête sur le 11 septembre» (Omisiones y manipulaciones de la Comisión
investigadora) es el libro del profesor estadounidense D. Ray Griffin, en
version francesay disponible en la librería electrónica de la Red
Voltaire.
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7. Omisión del hecho
que, dada la hipótesis que el incendio provocó los derrumbes, la torre
sur, que fue golpeada después que la torre norte y afectada por un
incendio de menor intensidad, no debería haber sido la primera en
desplomarse (26).
8. Omisión del hecho
que el edificio n°7 del World Trade Center (contra el cual no se estrelló
ningún avión y que sólo sufrió pequeños incendios muy localizados) también
se desplomó, hecho sobre el cual la Agencia Federal para el Manejo de
Situaciones de Emergencia (FEMA) confesó que no podía ofrecer ninguna
explicación (26).
9. Omisión del hecho
que el derrumbe de las Torres Gemelas (y el del edificio n°7) presenta al
menos 10 características de haber sido producto de una demolición
controlada (26-27).
10. Afirmación según
la cual el núcleo de la estructura de cada una de las Torres Gemelas era
«un pozo de acero vacío», afirmación que niega la presencia de 47 columnas
de acero macizo que eran en realidad el centro de cada torre. Según la
teoría del «apilamiento de pisos» (the «pancake theory») que explica los
derrumbes, varias decenas de metros de esas columnas de acero macizo
debieran haber quedado en pie (27-28).
11. Omisión de la
declaración de Larry Silverstein [el propietario del WTC], declaración
según la cual el propio Silverstein en coordinación con los bomberos
decidió «demoler» –en lenguaje técnico (to «pull»)– el edificio n°7
(28).
12. Omisión del hecho
que el acero de los edificios del WTC fue rápidamente recogido del lugar
de los hechos y enviado al extranjero por vía marítima ANTES de que
pudiera ser analizado en busca de huellas de explosivos (30).
13. Omisión del hecho
que el edificio n°7 había sido evacuado antes de su derrumbe, lo implica
que la razón que se dio oficialmente para acelerar lo más posible la
recogida del acero [en aquel lugar] (porque podía haber sobrevivientes
bajo los escombros) no tenía ningún sentido en el caso de este edificio
(30).
14. Omisión de la
declaración del alcalde R. Giuliani quien dijo que se le advirtió de
antemano que el WTC iba a derrumbarse (30-31).
15. Omisión del hecho
que Marvin Bush, hermano del presidente estadounidense, y su primo Wirt
Walker III eran los directores de la compañía encargada de garantizar la
seguridad del WTC (31-32).
16. Omisión
del hecho que el ala oeste del Pentágono, [la misma que fue impactada el
11 de septiembre], era precisamente, por diversas razones, la que menos
posibilidades tenía de ser blanco de los terroristas de al-Qaeda
(33-34).
17. Omisión de
toda discusión tendiente a determinar si los daños que sufrió el Pentágono
correspondían realmente con los daños que podría haber provocado el
impacto de un Boeing 757 desplazándose a varios cientos de kilómetros por
hora (34).
18. Omisión
del hecho que existen fotos que demuestran que la fachada del ala oeste no
se derrumbó hasta 30 minutos después del impacto y que el orificio de
entrada es demasiado pequeño para el diámetro de un Boeing 757
(34).
19. Omisión de
todo testimonio contradictorio sobre la presencia o la ausencia de pedazos
visibles de un Boeing 757, ya sea dentro o fuera del Pentágono
(34-36).
20. Ausencia
total de discusión tendiente a determinar si el Pentágono disponía de un
sistema de defensa antimisiles capaz de derribar un avión de pasajeros,
aún cuando la Comisión sugirió que los terroristas de al-Qaeda decidieron
no atacar una central nuclear precisamente porque pensaron que esta
dispondría de ese tipo de defensa (36).
21. Omisión
del hecho que las imágenes provenientes de diferentes cámaras (incluyendo
las de la gasolinera que se encuentra frente al Pentágono, confiscadas por
el FBI inmediatamente después del impacto) podrían ayudar a determinar qué
fue realmente lo que impactó el Pentágono (37-38).
22. Omisión de
la alusión del secretario de Defensa D. Rumsfeld a «un misil[ utilizado]
para golpear [el Pentágono]» (39).
23. Aprobación
aparente de la respuesta, totalmente insatisfactoria, a la pregunta
tendiente a saber por qué los agentes del Servicio Secreto permitieron que
el presidente Bush permaneciera en la escuela de Sarasota cuando, según la
versión oficial, deberían haber pensado que un avión secuestrado podía
tener esa misma escuela como blanco (41-44).
24. Fracaso en
explicar por qué el Servicio Secreto no pidió una escolta de aviones de
caza para [el avión presidencial] Air Force One (43-46).
25. Afirmaciones según
las cuales en el momento en que el cortejo presidencial llegó a la escuela
[de Sarasota], ninguno de los asistentes sabía que varios aviones habían
sido secuestrados (47-48).
26. Omisión del
informe según el cual el secretario de Justicia John Ashcroft había
recibido una advertencia para que dejara de viajar en líneas aéreas
comerciales antes del 11 de septiembre (50).
27. Omisión de la
afirmación de David Schippers de que, basándose en informaciones
provenientes de agentes del FBI sobre posibles ataques en el sur de
Manhattan, él había tratado infructuosamente de transmitir dicha
información al secretario de Justicia John Ashcroft durante las 6 semanas
anteriores al 11 de septiembre (51).
28. Omisión de toda
mención sobre el hecho que agentes del FBI afirmaron tener conocimiento de
los blancos y fechas de los ataques [terroristas] mucho antes de los
hechos (51-52).
29. Afirmación,
mediante una refutación circular que da la cuestión por resuelta, de que
el desacostumbrado volumen de compras de acciones en baja antes del 11 de
septiembre no implica que los compradores supieran de antemano que los
ataques iban a producirse (52-57).
30. Omisión de los
informes según los cuales el alcalde [de San Francisco] Willie Brown y
ciertos responsables del Pentágono fueron advertidos de que no debían
tomar el avión del 11 de septiembre (57).
31. Omisión del
informe según el cual Osama ben Laden, que ya en aquel entonces era el
criminal más buscado por Estados Unidos, fue atendido en julio de 2001 por
un doctor estadounidense en el hospital estadounidense de Dubai y que
recibió allí la visita de un agente local de la CIA (59).
32. Omisión de los
artículos que sugieren que, después del 11 de septiembre, el ejército
estadounidense permitió deliberadamente la fuga de Osama ben Laden
(60).
33. Omisión de
informes, entre ellos el que reportaba la visita del jefe de los servicios
de inteligencia de Arabia Saudita a Osama ben Laden en el hospital de
Dubai, que entran en contradicción con la versión oficial de que la
familia de Ben Laden y su país han renegado de este (60-61).
34. Omisión del
resumen de Gerald Posner sobre el testimonio de Abu Zubaydah, según el
cual tres miembros de la familia real saudita (que murieron los tres
misteriosamente con sólo 8 días de intervalo) estaban financiando a
al-Qaeda y conocían de antemano la realización de los ataques del 11 de
septiembre (61-65).
35. Desmentido de la
Comisión sobre el descubrimiento de una prueba del financiamiento de los
sauditas a al-Qaeda (65-68).
36. Desmentido de la
Comisión sobre el descubrimiento de una prueba que demuestra que dinero
perteneciente a la esposa del príncipe Bandar, la princesa Haifa, fue
entregado a agentes de al-Qaeda (69-70).
37. Desmentido, que
simplemente ignoró la diferencia existente entre vuelos privados y vuelos
comerciales, sobre el hecho que el vuelo privado en el que varios sauditas
viajaron el 13 de septiembre desde Tampa hasta Lexington violó los
reglamentos sobre el espacio aéreo establecidos en aquella fecha
(71-76).
38. Desmentido sobre
la autorización extendida a varios sauditas para que salieran del
territorio de Estados Unidos poco después del 11 de septiembre sin que
esas personas fuesen sometidas a una investigación apropiada
(76-82).
39. Omisión de la
prueba que demuestra que el príncipe Bandar obtuvo una autorización
especial de la Casa Blanca para los vuelos de los sauditas
(82-86).
40. Omisión de la
afirmación de Coleen Rowley según la cual responsables del Cuartel General
del FBI habían visto el memo de Phoenix del agente Kenneth Williams
(89-90).
41. Omisión del hecho
que el agente del FBI en Chicago Robert Wright afirma que el Cuartel
General del FBI cerró su investigación sobre una célula terrorista y trató
posteriormente de intimidarlo para impedir que publicara un libro en el
que relata sus experiencias (91).
42. Omisión de la
prueba que demuestra que el Cuartel General del FBI saboteó el intento de
Coleen Rowley y de otros agentes [del FBI] de Minneapolis de obtener una
orden de búsqueda para conseguir la computadora de Zacarias Moussaoui
(91-94).
43. Omisión de las
tres horas y media de testimonio que prestó ante la Comisión la ex
traductora del FBI Sibel Edmonds que, según una carta que ella misma hizo
pública y que dirigió al presidente [de la Comisión] Kean, revelaba serias
disimulaciones por parte de responsables del FBI en relación con el 11 de
septiembre y dentro del propio Cuartel General del FBI
(94-101).
44. Omisión del hecho
que el general Mahmud Ahmad, jefe del ISI [los Servicios de Inteligencia
pakistaníes], se encontraba en Washington una semana antes del 11 de
septiembre y que se reunió allí con el director de la CIA, George Tenet,
así como con otros altos responsables estadounidenses (103-04).
45. Omisión de la
prueba que demuestra que Ahmad, el jefe del ISI [los Servicios de
Inteligencia pakistaníes] ordenó el envío de 100 000 dólares a Mohamed
Atta antes del 11 de septiembre (104-07).
46. Afirmación de la
Comisión de que no encontró prueba alguna de que algún gobierno
extranjero, incluyendo al de Pakistán, haya financiado a agentes de
al-Qaeda (106).
47. Omisión del
informe según el cual la administración Bush presionó a Pakistán para que
Ahmad fuese destituido de su cargo de jefe del ISI después de la
divulgación de la información que revelaba que este había ordenado el
envío de dinero del ISI a Mohamed Atta (107-09).
48. Omisión de la
prueba que el ISI (y no sólo al-Qaeda) se encontraba detrás del asesinato
de Ahmad Shah Massud (el comandante de la Alianza del Norte en Afganistán)
que se produjo precisamente después de un encuentro que duró una semana
entre responsables de la CIA y del ISI (110-112).
49. Omisión de la
prueba que demuestra que el ISI está implicado en el secuestro y posterior
asesinato de Daniel Pearl, periodista del Wall Street Journal
(113).
50. Omisión del
informe de Gerald Posner según el cual Abu Zubaydah afirmó que un oficial
militar pakistaní, Mushaf Ali Mir, que mantenía estrechos vínculos con el
ISI y con al-Qaeda sabía de antemano de los ataques del 11 de septiembre
(114).
51. Omisión de la
predicción que hizo, en 1999, Rajaa Gulum Abbas, agente del ISI, de que
las Torres Gemelas «se derrumbarían» (114).
52. Omisión del hecho
que el presidente Bush y otros miembros de su administración se refirieron
repetidamente a los ataques del 11 de septiembre como «oportunidades»
(116-17).
53. Omisión del hecho
que el Proyecto para el Nuevo Siglo Americano («The Project for the New
American Century»), muchos de cuyos miembros se convirtieron en figuras
claves de la administración Bush, publicó en el año 2000 un documento que
decía que un «nuevo Pearl Harbour» ayudaría a conseguir fondos para una
rápida transformación tecnológica del aparato militar estadounidense
(117-18).
54. Omisión del hecho
que Donald Rumsfeld, quien fue presidente de la comisión del US Space
Command y había recomendado aumentar el presupuesto destinado a este, se
valió de los ataques del 11 de septiembre, en la tarde de ese mismo día,
para garantizar esos fondos (119-22).
55. No se mencionó que
las tres personas responsables del fracaso de los esfuerzos por prevenir
los ataques del 11 de septiembre (el secretario de Defensa Donald
Rumsfeld, el general Richard Myers y el general Ralph Eberhart) eran
también los tres principales promotores del US Space Command
(122).
56. Omisión del hecho
que Unocal había declarado que los talibanes no podían garantizar la
seguridad adecuada para emprender la construcción de sus pipelines (para
petróleo y gas) a partir de la cuenca del Caspio y a través de Afganistán
y Pakistán (122-25).
57. Omisión del
informe según el cual representantes de Estados Unidos dijeron durante un
encuentro, en julio de 2001, que ya que los talibanes rechazaban su
proposición de construir un oleoducto, una guerra contra ellos comenzaría
en octubre (125-26).
58. Omisión del hecho
que en su libro, publicado en 1997, Zbigniew Brzezinski escribía ya que
para que Estados Unidos pueda mantener su predominio global es necesario
que ese país controle el Asia central, con sus vastos recursos
petrolíferos, y que un nuevo Pearl Harbour sería útil para obtener el
apoyo de la opinión pública estadounidense a esos designios imperiales
(127-28).
59. Omisión del hecho
que miembros claves de la administración Bush, entre ellos Donald Rumsfeld
y su delegado Paul Wolfowitz, se esforzaron durante muchos años por
desatar una nueva guerra contra Irak (129-33).
60. Omisión de los
apuntes de las conversaciones de Donald Rumsfeld correspondientes al 11 de
septiembre que demuestran que este estaba decidido a utilizar los ataques
como pretexto para desatar una guerra contra Irak (131-32).
61. Omisión de la
declaración que aparece en el Proyecto para un Nuevo Siglo Americano,
según la cual «la necesidad de una fuerte presencia estadounidense en el
Golfo va más allá del tema del régimen de Sadam Husein»
(133-34).
62. Afirmación según
la cual el protocolo de la FAA (Federal Aviation Agency) sobre lo sucedido
el 11 de septiembre requería un largo proceso de aplicación que tenía que
pasar por varias etapas de la cadena de mando cuando el propio Informe
Oficial [de la Comisión] cita pruebas de lo contrario (158).
63. Afirmación según
la cual en aquellos días sólo dos bases de la fuerza aérea estadounidense
del sector noreste del NORAD (North American Aerospace Defense Command o
Comando de Defensa Aeroespacial de América del Norte) mantenían cazas en
alerta y, en particular, que no había aviones de combate en alerta en las
bases de McGuire y de Andrews (159-162).
64. Omisión del hecho
que la base Andrews de la fuerza aérea estadounidense tenía varios aviones
de caza en alerta permanente (162-64).
65. Aceptación de la
doble afirmación según la cual el coronel Marr, del NEADS (North East Air
Defense Sector), tenía que comunicarse telefónicamente con un superior
para que este lo autorizara a enviar aviones de caza desde [la base] de
Otis y que necesitó 8 minutos para realizar esa llamada
(165-66).
66. Aprobación de la
afirmación según la cual la pérdida de la señal del transpondedor de un
avión hace prácticamente imposible la localización de la nave por los
radares militares estadounidenses (166-67).
67. Afirmación según
la cual la intercepción de Stewart Payne no demostró que el tiempo de
respuesta del NORAD en el caso del vuelo AA11 fue extraordinariamente
lento (167-69).
68. Afirmación según
la cual los cazas de la base de Otis se mantuvieron en tierra durante 7
minutos después de haber recibido la orden de despegue porque no sabían
adónde volar (174-75).
69. Afirmación según
la cual las fuerzas armadas estadounidenses no sabían del desvío del vuelo
UA175 hasta las 9h30, momento exacto en que este vuelo se estrelló contra
la torre sur del WTC (181-82).
70. Omisión de toda
explicación sobre (a) la razón por la cual un informe anterior del NORAD,
según el cual la FAA notificó a los militares el desvío del vuelo UA175 a
las 8h43, se considera ahora como falso y (b) cómo fue que ese informe, si
era falso, pudo ser publicado y se mantuvo como válido durante cerca de 3
años (182).
71. Afirmación según
la cual la FAA no estableció la teleconferencia sino a partir de las 9h20
de aquella mañana (183).
72. Omisión del hecho
que un memo de Laura Brown, de la FAA, afirma que la teleconferencia se
estableció sobre las 8h50 y que trató precisamente sobre el desvío del
vuelo UA175 (183-84, 186).
73. Afirmación según
la cual la teleconferencia del NMCC, (Centro de Mando Militar o National
Military Command Center) no comenzó antes de las 9h29 (186-88).
74. Omisión, en la
afirmación de la Comisión de que el vuelo AA77 no se desvió de su
trayectoria antes de las 8h45, del hecho que la hora mencionada en
informes anteriores fue las 8h46 (189-90).
75. Fracaso en
mencionar que el anuncio de la caída de un jet en Kentucky, poco después
del momento en que el vuelo AA77 desapareciera del radar de la FAA, fue
tomada lo bastante en serio por los responsables de la FAA y de la unidad
antiterrorista del FBI como para que estos la enviaran a la Casa Blanca
(190).
76. Afirmación según
la cual el vuelo AA77 voló durante cerca de 40 minutos por el espacio
aéreo estadounidense en dirección a Washington sin ser detectado por los
radares militares (191-92).
77. Fracaso en
explicar, si el anterior informe del NORAD según el cual se le informó a
este –a las 9h24– que la trayectoria del vuelo AA77 era «incorrecta», cómo
fue que ese informe erróneo pudo salir a la luz, o sea que se trata de
saber si los responsables del NORAD mintieron o si fueron «embaucados»
durante cerca de tres años (192-93).
78. Afirmación según
la cual los aviones de combate de Langley, que según dijera primeramente
el NORAD fueron enviados a interceptar el vuelo AA77, fueron realmente
desplegados como respuesta a un informe erróneo de un controlador (no
identificado) de la FAA de las 9h21 de que el vuelo AA11 se encontraba aún
en vuelo y que se dirigía hacia Washington (193-99).
79. Afirmación según
la cual los militares no fueron contactados por la FAA sobre el probable
secuestro del vuelo AA77 antes del impacto contra al Pentágono
(204-12).
80. Afirmación de que
Jane Garvey no se sumó a la videoconferencia de Richard Clarke hasta las
9h40, o sea después del impacto contra el Pentágono (210).
81. Afirmación de que
ninguna de las teleconferencias logró coordinar la FAA y las respuestas de
los militares a los secuestros porque «ninguna [de las mismas] incluía a
los responsables adecuados en el seno de la FAA y del Departamento de
Defensa », aunque Richard Clarke dice que su propia videoconferencia
incluía a la directora de la FAA Jane Garvey, al secretario de Defensa
Donald Rumsfeld y al general Richards Myers, jefe interino de las Fuerzas
Armadas (211).
82. Afirmación de la
Comisión según la cual esta no sabía qué miembros del Departamento de
Defensa participaron en la videoconferencia con Richard Clarke cuando el
propio Clarke afirma en su libro que se trataba de Donald Rumsfeld y del
general Myers (211-212).
83. Aprobación de la
afirmación del general Myers de que él se encontraba en el Capitolio
durante los ataques sin mencionar el informe contradictorio de Richard
Clarke, según el cual Myers estaba en el Pentágono y participó en la
videoconferencia con Clarke (213-17).
84. Fracaso al
mencionar la contradicción entre el testimonio de Clarke sobre los
movimientos de Rumsfeld de aquella mañana y las declaraciones del propio
Rumsfeld (217-19).
85. Omisión del
testimonio del secretario de Transporte Norman Mineta ante la propia
Comisión, testimonio según el cual el vicepresidente Cheney y las demás
[personas presentes] en el refugio subterráneo habían sido advertidas a
las 9h26 de que un avión se acercaba al Pentágono (220).
86. Afirmación según
la cual los responsables del Pentágono no sabían que un avión se estuviera
acercando a ellos antes de las 9h32, las 9h34 o las 9h36, o sea sólo
minutos antes que el edificio fuera impactado (223).
87. Aceptación de dos
versiones que se contradicen entre sí sobre el aparato que impactó el
Pentágono: una que describe la ejecución de una espiral de 330 grados
hacia abajo (un «picado a gran velocidad») y otra en la que no se menciona
esa maniobra (222-23).
88. Afirmación según
la cual los cazas provenientes de Langley, que supuestamente recibieron la
orden de despegar rápidamente para proteger Washington del «vuelo fantasma
AA11» no estaban en lo absoluto cerca de Washington porque fueron enviados
hacia el océano por error (223-24).
89. Omisión de todas
las pruebas que sugieren que lo que impactó el Pentágono no fue el vuelo
AA77 (224-25).
90. Afirmación según
la cual la FAA no informó a los militares sobre el desvío del vuelo UA93
antes de que este se estrellara (227-29, 232, 253).
91. Doble afirmación
de que el NMCC no monitoreó la conferencia iniciada por la FAA y no pudo
por consiguiente conectar a la FAA con la teleconferencia iniciada por el
NMCC (230-31).
92. Omisión del hecho
que el Servicio Secreto dispone de medios que le permiten tener
conocimiento de todo lo que hace la FAA (233).
93. Omisión de toda
investigación sobre las razones que llevaron al NMCC a comenzar su propia
teleconferencia si, como dijo Laura Brown –de la FAA–, eso no forma parte
del protocolo standard (234).
94. Omisión de toda
investigación sobre por qué el general Montague Winfield no solamente fue
reemplazado por un «bisoño» (a rookie), el capitán Leidig, como director
de operaciones del NMCC sino que abandonó además el mando cuando estaba
claro que el Pentágono se encontraba ante una crisis sin precedente
(235-36).
95. Afirmación según
la cual la FAA notificó (de forma errónea) al Servicio Secreto, entre las
10h10 y las 10h15, que el vuelo UA93 se encontraba todavía en vuelo y se
dirigía hacia Washington (237).
96. Afirmación según
la cual el vicepresidente Cheney no dio la autorización para disparar
hasta las 10h10 (varios minutos después de la caída del vuelo UA93) y que
esa autorización no fue transmitida a la fuerza aérea hasta las 10h31
(237-41).
97. Omisión de todas
las pruebas que indican que el vuelo UA93 fue derribado por un avión
militar (238-39, 252-53).
98. Afirmación según
la cual [el zar del contraterrorismo] Richard Clarke no recibió el pedido
de autorización de fuego hasta las 10h25 (240).
99. Omisión del
testimonio del propio Clarke, que sugiere que este recibió el pedido de
autorización de fuego hacia las 9h50 (240).
100. Afirmación según
la cual Cheney no bajó al refugio subterráneo del PEOC [o CPOU (siglas
correspondientes a Centro Presidencial de Operaciones de Urgencia]) hasta
las 9h58 (241-44).
101. Omisión de los
múltiples testimonios, entre ellos los de Norman Mineta [secretario de
Transporte] ante la propia Comisión, testimonios según los cuales el
[vicepresidente] Cheney se encontraba en el CPOU antes de las 9h20
(241-44).
102. Afirmación según
la cual la autorización para derribar un avión civil tenía que ser
otorgada por el presidente (245).
103. Omisión de
informes según los cuales el coronel Marr ordenó derribar el vuelo UA93 y
el general Winfield indicó que él mismo y otros [oficiales] esperaban en
el NMCC que un caza alcanzara el vuelo UA93 (252).
104. Omisión de
informes que indican que había dos aviones de caza en el aire a varios
kilómetros de New York y tres a sólo 320 kilómetros de Washington
(251).
105. Omisión del hecho
que había por lo menos 6 bases militares con cazas en estado de alerta en
la región noreste de Estados Unidos (257-58).
106. Aprobación de la
afirmación del general Myers de que el NORAD había definido su misión
solamente en términos de defensa contra amenazas dirigidas [hacia Estados
Unidos] desde el extranjero (258-62).
107. Aprobación de la
afirmación del general Myers de que el NORAD no había previsto la
posibilidad de que un grupo de terroristas pudiera utilizar aviones de
pasajeros secuestrados como misiles (262-63).
108. Fracaso en poner
en perspectiva la significación del hecho, presentado en el propio
Informe, o en mencionar otros hechos que prueban que el NORAD sí había
efectivamente previsto la amenaza que podía representar la posible
utilización de aviones de pasajeros secuestrados como misiles
(264-67).
109. Fracaso en
explorar la implicaciones de la cuestión de saber cómo pudieron influir la
maniobras militares («war games») programadas para aquel día en el fracaso
de los militares en los intentos por interceptar los aviones de pasajeros
secuestrados (268-69).
110. Fracaso en
discutir la posibilidad que el desarrollo de la Operación Northwoods haya
favorecido los ataques del 11 de septiembre (269-71).
111. Afirmación
(presentada para explicar por qué los militares no recibieron la
información sobre los aviones secuestrados con tiempo suficiente para
lograr interceptarlos) según la cual el personal de la FAA falló
inexplicablemente unas 16 veces en la aplicación de los procedimientos
normales (155-56, 157, 179, 180, 181, 190, 191, 193, 194, 200, 202-03,
227, 237, 272-75).
112. Fracaso en
mencionar que la proclamada independencia de la Comisión se vio fatalmente
comprometida por el hecho que su director ejecutivo, Philip Zelikow, era
prácticamente miembro de la administración Bush (7-9, 11-12, 282-84).
(ndt: era colaborador cercano de Condoleeza Rice)
113. Fracaso en
mencionar que la Casa Blanca trató primeramente de impedir la creación de
la Comisión [Oficial de Investigación sobre los Ataques Terroristas del 11
de Septiembre] y que obstaculizó después el trabajo de esta, como lo hizo
al asignarle un presupuesto extremadamente restringido (283-85). (ndt:
Presupuesto estimado en 15 millones de dólares cuando el film de ficción
«Vuelo 93» de Paul Greengrass costó 18 millones y «World Trade Centre» de
Oliver Stone costó CUATRO VECES MÁS, o sea 60 millones de dólares. En lo
tocante al primer punto, la creación de la Comisión no se produjo hasta
después de 441 días de los ataques y el presidente Bush propuso que fuera
presidida por Henry Kissinger… para luego retractarse ante las violentas
críticas de la opinión pública contra esa proposición.)
114. Fracaso en
mencionar que el presidente de la Comisión, la mayoría de los demás
miembros de la Comisión, y por lo menos la mitad del personal de la misma
tenía serios conflictos de intereses (285-90, 292-95).
115. Fracaso de la
Comisión, la cual se vanagloriaba de que la presentación de su informe
final había tenido lugar «sin disensión», en mencionar que esto fue
posible únicamente porque Max Cleland, el miembro de la Comisión más
crítico en cuanto a la actuación de la Casa Blanca –juró incluso «que no
sería cómplice de un tratamiento parcializado de las informaciones»–, tuvo
que renunciar a su puesto dentro de la Comisión para poder aceptar un
cargo en el Banco Export-Import y que la Casa Blanca dio a conocer su
nominación para ese cargo únicamente después que las críticas emitidas por
Cleland se hicieron especialmente directas (290-291).
Terminaré precisando
que concluí mi estudio del texto que he dado en llamar «el informe
Kean-Zelikow» escribiendo lo siguiente: Finalmente, el Informe de la
Comisión Investigadora sobre el 11 de septiembre, lejos de evacuar mis
dudas en cuanto a una complicidad oficial, no hizo más que confirmarlas.
¿Qué podría llevar a los responsables encargados de la redacción de ese
informe final a montar una superchería de tanta envergadura si no el
intento de enmascarar enormes crímenes? (291).