Asunto: | [redanahuak] Calderon y Sicilia: el catolico y el cristiano | Fecha: | Viernes, 1 de Julio, 2011 15:06:51 (-0500) | Autor: | REDLUZ <lacasadelared @.....com>
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Calderón y Sicilia: el católico y el cristiano
Ya
se habían encontrado antes, a comienzos de mayo, poco antes de que
Javier Sicilia encabezara la marcha de Cuernavaca a la Ciudad de México.
Pero fue distinta su cita del 23 de junio. No fue un diálogo a solas, y
ni siquiera Sicilia fue el principal interlocutor, pero Calderón actuó
frente a él como si lo fuera. Para evitarlo, el poeta en receso pidió
que estuvieran presentes víctimas y deudos de los abusos del Estado, los
que se generan al fragor de la guerra contra el narcotráfico y los
producidos por la abulia de las autoridades, por su corrupción, por sus
temores, por sus complicidades. Y allí estaban, interpelando al que
juzgan, a tono con la tradición presidencialista de nuestro país, el
principal responsable de sus males. Si conocen la existencia de las
jurisdicciones y de los fueros, de los niveles de gobierno y de los
ámbitos de competencia, no les importan. Hay en su mentalidad, como en
la de millones de mexicanos, una sola presencia a la que se debe pedir
cuentas o ayuda, o apoyo: el presidente de la República. Calderón
había accedido al encuentro aun antes de que la Caravana del Consuelo
adquiriera la significación con que llegó y salió de Ciudad Juárez: la
más vasta movilización de los ofendidos, de los agraviados, de los que
no son escuchados y que a veces son silenciados a balazos para que su
reclamo deje de oírse. Bautizados Calderón y Sicilia en el seno de
la Iglesia mayoritaria en México, sus vidas y sus pensamientos muestran
dos formas distintas, y lejanas, de entender, sentir y practicar la fe
de Cristo. Puede decirse que en realidad no profesan la misma religión.
Uno es católico, Calderón; otro, Sicilia, es cristiano. Suele suponerse
que son lo mismo, dos formas de referirse a una realidad. Hasta puede
aducirse que uno es el género y otro es la especie: hay cristianos no
católicos, como los que militan en las confesiones surgidas de las
reformas de Lutero y de Calvino, u otras más recientes que remiten el
origen de su creencia al Crucificado del Calvario. Así, el catolicismo
sería una especie del cristianismo, diferente del que practican los
“hermanos separados”, como se les llama a partir del Concilio Vaticano
II, y a los que antes se vilipendió como si fueran herejes. Es
posible, en mi opinión, llamar católicos de preferencia a los que
privilegian los ritos externos que la espiritualidad surgida del que,
según su propia creencia, murió por nosotros, para redimirnos a todos,
en la Cruz, en una colina de Jerusalén. Los católicos, amén de
ritualistas, hacen depender su fe de su apego a la institución, a la
Iglesia católica, y más todavía a los hombres que la gobiernan. Son
católicos las ovejas del rebaño que fue apacentado por Marcial Maciel y
lo son ahora por Onésimo Cepeda. Son fieles incapaces de poner en
cuestión la virtud que sólo porque visten sotana atribuyen a párrocos,
obispos, cardenales y al Papa. Mientras más anacrónica sea la vestimenta
que porten, mientras más corresponda a signos exteriores de una fe que
debe estar alimentada desde dentro, más se acentúa su afinidad. Es que a
los católicos les importa más el desayuno con que se festeja a quien
recibe por primera vez la Eucaristía (o, por decirlo en el lenguaje que
les es más propio, hace la primera comunión), que el sacramento mismo.
Son quienes se desviven porque el ornato del templo donde se efectúa una
boda sea deslumbrante, e impresionante la lista de asistentes, padrinos
y testigos, más que por comprender el significado de la unión conyugal.
Los cristianos, en cambio, son adherentes a un credo que, fundado hace 2
mil años, tiene vigencia hoy, porque se refiere a las dolencias y
potencias de la humanidad que no cambia, que es menesterosa siempre y
tiende a la injusticia. El cristiano elige la austeridad por sobre el
boato o la simple exhibición de signos exteriores de riqueza. El
cristiano ama a su prójimo como a sí mismo; no lo ve, como ocurre con
frecuencia en los medios católicos, como mero instrumento para la propia
conveniencia. Un cristiano vive su fe desde dentro, buscando en su
interior el nexo de su propia espiritualidad, con la que se nutre en el
Evangelio. Este es, por cierto, como todo el Nuevo Testamento, como la
Biblia misma, su lectura favorita. El católico, si bien va, lee el
misal, más instructivo litúrgico que guía para la vida. Calderón es
católico; Sicilia, cristiano. Es seguro que el presidente no haya tenido
jamás en sus manos la poesía del escritor con que ahora se ha
encontrado. Vamos, es posible afirmar (aunque sea una mera conjetura)
que ignora que Sicilia fundó y dirigió Ixtus, una revista de
espiritualidad, cuyo nombre y emblema remiten al cristianismo
fundacional, el de los pescadores en el lago Tiberiades, no al
catolicismo de los potentados que creen comprar indulgencias con sus
donaciones a obras pretendidamente pías. (Las indulgencias, por cierto,
son instrumentos creados por el clero, formas de administrar el ingreso o
el rechazo al cielo, en cuya existencia los cristianos no se fijan
mucho, porque les importa la vida terrena, con sus paraísos y sus
infiernos.) El presidente tampoco ha de conocer Conspiratio, la nueva
publicación creada y dirigida por Sicilia para la consolidación de una
cultura cristiana, de que está ayuna la sociedad mexicana, aun (¿o sobre
todo?) la que asistió a los colegios más caros, administrados por
órdenes y congregaciones que compiten por la clientela más pudiente.
Instado por Sicilia a pedir perdón a las víctimas, Calderón fue
renuente a hacerlo. Él, tan contundente a últimas fechas, no pudo
interrumpir su monólogo sobre las culpas y los arrepentimientos para
proferir una exclamación inequívoca: ¡Sí, pido perdón a todos los
agraviados! En cambio, es seguro que Sicilia le haya perdonado la
ofensa, el gesto de mal gusto por lo menos, de haber incluido en su
comitiva en el Castillo de Chapultepec a Genaro García Luna, cuya
renuncia le fue demandada por el poeta en silencio.
http://www.proceso.com.mx/?p=274029
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