http://www.jornada.unam.mx/2011/07/27/opinion/022o1pol
Bajo la Lupa
El síndrome
Murdoch
: la globalización de la desinformación y la geopolítica de los
multimedia globales
Alfredo Jalife-Rahme
V
aya
que hay que ser verdaderamente oligofrénicos y/o cándidos para creer que los
oligopolios multimediáticos globales, como la inmunda trasnacional
israelí-anglosajona News Corporation, controlada por los Murdoch y los
banqueros Rothschild (Bajo la
Lupa, 24/7/11), existen para difundir la verdad
,
preservar la libertad de expresión
y defender los valores democráticos
y los inalienables derechos humanos
.
De la
propia confesión de Rupert Murdoch, el octogenario que utilizó felonamente el
inmenso poder del mayor imperio multimediático de la historia –en
asociación con sus probables mentores: los banqueros esclavistas Rothschild (Financial Times dixit)–, su emporio encubre el
designio del control geopolítico de los hidrocarburos y, sobre todo, la
propaganda sobre el petróleo de esquisto bituminoso (shale oil) abundante en Israel (Bajo la Lupa, 24/7/11).
Como han
sido (ex)puestos en la picota, los multimedia de News International en el mundo
entero (incluyendo México) tienen propósitos que superan la inocua transmisión
de noticias.
Se
trata(ba) de toda una propaganda logística de guerra multidimensional mediante
la globalización de la desinformación
bien montada por el oligopolio
multimediático global de la dupla Rothschild-Murdoch, a la que se sumaron Dick
Cheney y los neoconservadores straussianos (fanáticos de Israel), para
persuadir a una opinión pública deliberadamente desinformada con el fin de
controlar los hidrocarburos del mundo árabe, como demostró el montaje
hollywoodense de las armas de destrucción masiva
que nunca existieron y
llevó a la invasión anglosajona para el beneficio último de Israel y del
financierista sionismo jázaro.
La
incursión de lord Jacob Rothschild en los multimedia no es nueva: a escala
personal, desde The Economist
hasta BSkyB y, a escala colectiva, en su alianza con el otro oligopolio
multimediático de George Soros.
Aplicado a
las superestratégicas telecomunicaciones, el modelo neoliberal desregulado
–sin vigilancia gubernamental ni ciudadana– permitió el
florecimiento de la globalización de la desinformación
, como se asienta
en el caso flagrante de Fox News, The Wall
Street Journal y el londinense The Times, los iconos del
seudoperiodismo del desagüe anglosajón para demoler sin misericordia a sus
rivales globales y locales: armas desinformativas de guerra sicológica
para, primero, propiciar y, luego, apuntalar las invasiones militares de las
múltiples guerras de la primera década del siglo XXI –Afganistán, Irak,
Hezbolá, Hamas, Georgia, Yemen, Somalia, Libia y Pakistán by the time being– de la santa
alianza de EU, Gran Bretaña e Israel.
En las
guerras citadas, todas las sucursales sin excepción del imperio global de los
Murdoch (además de sus pestilentes tabloides y pasquines) desde Nueva York
pasando por Londres hasta Sidney azuzaron desvergonzadamente los desnudos
intereses de la alianza de EU-Gran Bretaña-Israel con el fin de controlar las
materias primas y las redes de telecomunicaciones de los países invadidos.
Se genera
así una influyente sinergia entre banca, hidrocarburos y telecomunicaciones
mediante el control mental de los ciudadanos: la globalización de la
desinformación
.
El poder
multimediático es desproporcionado a su efectividad y control global de las
mentes en su mayoría desinformadas. Las concesiones multimediáticas son
exageradamente selectivas, oligopólicas y totalitaristas gracias a su flagrante
colusión con los pusilánimes políticos hiperinfectos.
La
relativa magra inversión vale la pena. De los 42 mil millones de dólares en que
se cotiza el imperio de los Murdoch, éstos sólo poseen 12 por ciento de las
acciones y, además, ejercen un férreo dominio autoritario y discrecional sobre
el resto de los inversionistas sin voz ni voto (Financial Times, 20/7/11).

El magnate Rupert Murdoch llega a sus oficinas de News Corporation, en
Nueva York, el viernes pasadoFoto Ap
En su
reciente conferencia en Chatham House sobre el nuevo orden multipolar, el
ministro británico Jeremy Browne confesó sin tapujos que mediante la tripleta
del Financial Times, The Economist y la BBC, Gran Bretaña imponía su
agenda al resto del mundo (Chatham House, 20/7/11). No es ningún secreto: falta
que lo asimilen los ignaros gobiernos esclavizados.
Más allá
de la posesión por los Rothschild de un suculento paquete de acciones de la
revista británica The Economist
–la importancia de los medios
para los fines
geopolíticos
de control de las materias primas y las telecomunicaciones–, ha sido poco
divulgado su control de la trasnacional depredadora British Petroleum, que
causó el peor desastre ambiental en la historia del Golfo de México
–escamoteado por los oligopolios multimediáticos, varios de los cuales
forman parte de su propiedad para cerrar el círculo vicioso.
Parafraseando
a Clausewitz, los multimedia israelí-anglosajones de la dupla
Rothschild-Murdoch representan la continuación de la guerra multidimensional
mediante las armas de la desinformación globalizada.
No hay
que equivocarse de las dimensiones y proporciones: los Soros y/o los Murdoch
son unos vulgares pigmeos, relativamente nuevos ricos
, frente al poder
desproporcionado que han ejercido ininterrumpidamente los banqueros esclavistas
Rothschild desde Waterloo, en el siglo XIX, tanto a los dos lados de La Mancha como a los dos lados
del Atlántico.
En
Waterloo, los Rothschild jugaron simultáneamente a los dos bandos. Cualquiera
de entre franceses y la coalición de ingleses y prusianos podía perder, pero
uno de los dos Rothschild, apostado en cada bando, era el seguro vencedor de la
desgracia ajena. Esto no ha variado, como se desprende de sus permanentes
hazañas delictivas financieras y petroleras (y ahora en las
telecomunicaciones).
Los
Rothschild, gestores de la creación de la teocracia del Israel moderno, no
aparecen siquiera en la hilarante clasificación de la revista neoliberal Forbes (donde colabora el cordobista
Zedillo) que solamente exhibe a los ricos más pobres
del planeta entre
los anónimos trillonarios de verdad.
La globalización
de la desinformación
ahora pretende convencernos que los conserjes, como
los Soros y/o los Murdoch, son los dueños de los rascacielos que vigilan. El
poder siempre ha sido y será vertical.
La grave
crisis multidimensional ha servido, entre otros factores, a develar la agenda
ya nada oculta de las pretensiones de control global israelocéntrico en varios
rubros convergentes de las inversiones globales de los Rothschild y su red de
prestanombres y/o asociados a los dos lados del Atlántico y centralizados en la
matriz operativa de Israel: desde la banca y los hidrocarburos pasando por el
cine (Hollywood) hasta las telecomunicaciones y las redes sociales.
La
sinergia entre banca, hidrocarburos y telecomunicaciones que epitomiza la dupla
Rothschild-Murdoch en sus inversiones en Israel mediante Genie Energy Corporation
–que arropa a IDT Corporation, Israel Energy Initiatives Ltd y American
Shale Oil Corporation (Bajo la
Lupa, 24/7/11)–, exhibe toda una geopolítica
multidimensional que desea imponer un supragobierno mundial paralelo o, en el
peor de los casos, un supraestado sectario trasnacional dentro del emasculado
estado primigenio, ¿Quién los detendrá?