Palabras finales
“Solamente cuando no tienes una razón de ser pacífico,
es que tendrás paz”
–Krishnamurti.
Si nosotros hubiésemos comprendido y percibido de forma
directa a la inmensidad de la vida, a ese tremendo movimiento universal de
amor y compasión, a esa fuerza o energía Una que se manifiesta en
múltiples formas... ¿cómo podríamos explicarlo en palabras a personas que
no han tenido esa misma percepción? Es fácil comprender el significado de
ésta pregunta cuando recordamos algún momento que hemos tenido de éxtasis
o inmensa felicidad por ejemplo cuando hemos visto (por lo menos la
primera vez) un atardecer en la playa o en la montaña, cuando hemos tenido
algún logro importante, etc. ¿Cómo podríamos describir ese éxtasis a otra
persona que quizá no lo haya experimentado? Y mucho más aún, ¿cómo
podríamos indicarle “el camino” para que logre lo mismo que
nosotros?
Ni siquiera tenemos un lenguaje apropiado para hablar de
cosas que no son físicas. Krishnamurti se enfrentó con este problema de
mostrar o señalar a la humanidad el camino hacia la libertad, donde sólo
en libertad se termina el sufrimiento y el dolor, y nace el amor y la
inteligencia. Decidió entregar su vida entera para tratar de señalar a la
humanidad que sí es posible vivir en un “nuevo” estado de conciencia. Esto
lo hizo a través de dar charlas por más de 60 años puliendo cada vez más
su lenguaje.
Krishnamurti se va a la esencia del problema, a tratar con
las causas. De nada sirve describir aquello que está más allá de la
conciencia humana. Esa descripción sería únicamente un condicionamiento
más y no tendría nada que ver con la realidad. Krishnamurti es claro en
tratar de que enfoquemos nuestra atención en nuestras relaciones diarias y
así descubramos y comprendamos por nosotros mismos nuestros
condicionamientos, nuestros temores, nuestro materialismo, nuestra
búsqueda de seguridad, nuestro egoísmo, etc. En esa comprensión es que nos
liberamos de “forma instantánea” y no a través de un análisis
introspectivos o análisis
psicológicos.
Krishnamurti no niega la existencia de Dios, ni la
existencia de una Jerarquía de Seres de Sabiduría que están detrás de la
evolución de la humanidad, ni la vida después de la muerte, ni la
reencarnación. ¿Pero cómo afirmar algo que solo son conceptos y palabras
en la mente de la humanidad “no despierta” y que estos conceptos hacen más
daño que bien? Primero conozcámonos a nosotros mismos y después llegaremos
a conocer aquello que está detrás de toda apariencia
física.
* * *
¿Qué es lo
Sagrado?
Del diario II de
Krishnamurti
Septiembre 30,
1973
Era una larga serpiente amarillenta que
cruzaba el camino bajo una higuera de Bengala. Él volvía de un prolongado
paseo cuando vio a la serpiente. La siguió desde muy cerca hasta un
montículo de tierra, vio cómo escudriñaba el interior de cada agujero,
completamente ajena a la presencia de él, aunque estaba casi encima de
ella. Era más bien gruesa y tenía un gran bulto en medio de su largo
cuerpo. Los aldeanos, de camino a sus casas, habían cesado de hablar y
observaban; uno de ellos nos advirtió que se trataba de una cobra y
que sería mejor andarse con cuidado. La cobra desapareció dentro de un
agujero y él reanudó su camino.
Retornó al otro día intentando ver a la
cobra nuevamente en el mismo sitio. No había ninguna serpiente ahí, pero
los aldeanos habían puesto un pote chato de leche, algunas caléndulas, una
piedra grande con unas cuantas cenizas encima y unas pocas flores más. Ese
lugar se había vuelto sagrado, y ya todos los días había flores nuevas;
todos los aldeanos de los alrededores sabían que ese sitio se había vuelto
sagrado. Unos meses más tarde él regresó a aquel lugar; había leche
fresca, flores recién cortadas, y la piedra había sido decorada
nuevamente. Y la higuera de Bengala estaba un poco más vieja.
* * *
El templo dominaba el Mediterráneo azul; se hallaba en ruinas y
sólo quedaban las columnas de mármol. Fue destruido en una guerra pero
seguía siendo un santuario sagrado. Una tarde, con el sol iluminando los
mármoles, mientras se encontraba uno solo, percibió la atmósfera sagrada;
no había alrededor visitantes que perturbaran con su charla interminable.
Las columnas se estaban tornando de oro puro y el mar lejano se veía
intensamente azul. Preservada y guardada bajo llave estaba ahí la estatua
de la diosa; era permitido verla solamente a horas determinadas y así
estaba perdiendo ella la belleza de lo sagrado. El mar azul permanecía
inmutable.
* * *
Era una encantadora casita de campo, con un césped que había sido
apisonado, segado y escardado por más de un año. Todo el lugar se hallaba
bien cuidado, era próspero y alegre; detrás de la casa había un pequeño
huerto; era un bello lugar, con un arroyo apacible y silencioso que corría
junto a él. La puerta se abrió y la sujetaron con una escultura del Buda
que fue colocada en su sitio de un puntapié. El dueño de casa no tenía
conciencia alguna de lo que estaba haciendo; para él, era un tope de
puerta. Uno se preguntó si aquel hombre hubiera hecho lo mismo con una
estatua que reverenciara él, porque se trataba de un cristiano. La gente
niega las cosas sagradas de los otros, pero conserva las propias; las
creencias de otro son supersticiones, pero las de uno mismo son razonables
y reales. ¿Qué es lo sagrado?
* * *
Según dijo, había recogido el objeto en una playa; era una pieza de
madera lavada por el mar, con la forma de una cabeza humana. Estaba hecha
de madera dura y había sido moldeada por las aguas y pulida por muchas
estaciones. El la había traído a la casa colocándola sobre la repisa de la
chimenea; la contemplaba de cuando en cuando y admiraba lo que había
hecho. Un día le puso alrededor algunas flores, y después eso se repitió
cotidianamente. Se sentía incómodo si no había flores frescas todos los
días; y poco a poco, ese trozo de madera moldeada se volvió una cosa
importante en su vida. No habría permitido que nadie la tocara excepto él
mismo (los demás podrían profanarla); antes de tocarla, se lavaba las
manos. La cosa se había convertido en algo santo, sagrado, y solamente él
era el alto sacerdote de ella; la representaba; ella le enseñaba cosas que
él jamás hubiera sabido por sí mismo. Su vida se había llenado con eso y
según decía, era inexpresablemente feliz.
* * *
¿Qué es lo sagrado? No
las cosas hechas por la mente o por la mano o por el mar. El símbolo nunca
es lo real; la palabra hierba no es la hierba del campo; la palabra
dios no es dios. La palabra jamás contiene lo total, por ingeniosa que sea
la descripción. La palabra “sagrado” no tiene por sí misma significado
alguno; se vuelve sagrada únicamente en su relación con algo, ilusorio o
real. Lo real no son las palabras de la mente; la realidad, la verdad no
puede ser tocada por el pensamiento. Donde está el percibidor, no
está la verdad. El pensador y el pensamiento deben llegar a su fin para
que la verdad sea. Entonces, “lo que es”, es lo sagrado -ese antiguo
mármol con el sol dorado sobre él, esa serpiente y el aldeano. Donde no
hay amor, nada es sagrado. El amor es totalidad; en el amor no existe la
fragmentación.
La mirada profunda y a la vez la sutil
comprensión del alma humana de este Maestro, nos da luz sobre cuanto
camino nos falta recorrer como humanidad. Las luchas de poder por aquello
que es válido como verdad sagrada sigue siendo cotidiana entre los
mercaderes del templo. Son ciegos conduciendo a ciegos. Elevemos nuestro
corazón para llevar comprensión haya donde no la
hay.
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correspondiente y permanecer en él; el producto de la inevitable afluencia
de la fuerza espiritual y no de la intensa actividad en el plano físico,
es el efecto del hombre cuando expresa lo que en realidad es, un divino
Hijo de Dios, y no el efecto estudiado de sus palabras o actos” -Maestro
Djwhal Khul. |