El mundo es, para cada quien, como
lo percibe. Para el caracol no existe el sonido. Para los peces que moran en las
profundidades de los océanos, no existe la luz solar. Para nosotros, la
percepción está condicionada por los cinco sentidos y la mente. Siempre me
pregunto, ¿qué más tendrá el Universo que no captamos con este equipo que la
naturaleza nos dio. ¿Tendremos otros sentidos sin desarrollar aún?
Cuando penetramos los mundos
internos, subjetivos, a través de la meditación, el mundo se nos crece, se
expande. De repente aparecen nuevas realidades que no pueden ser captadas cuando
nos enfocamos en el mundo externo. Da la sensación que el mundo se expande, pero
lo que en realidad se expande es la
conciencia.
Expandir la conciencia es como
ponerse unos lentes nuevos y descubrir lo que siempre estuvo presente pero que
no existía para nosotros porque quedaba sin captarse. Expandir la conciencia es
ver por primera vez un mundo que está impregnado de divinidad, es descubrir el
esplendor de la existencia y la luz oculta en cada átomo de materia. Expandir la
conciencia es llenar de divinidad esas partes de uno mismo que quedaron como
desconectadas de su fuente y se perciben opacas porque no vemos su luz
interna.
Todo es divino, todo es Dios y Dios
es el Todo. La imperfección es una percepción imperfecta. El texto sin el
contexto es un espejismo.
La mente humana tiene el poder de
calificar la vida, y lo bueno y lo malo son calificaciones humanas que han
llegado a un grado tal de independencia que parecen caminar por su cuenta, lejos
de su creador. Lo importante de todo esto es comprender el poder tan grande que
tenemos cuando percibimos la vida, porque se exterioriza lo percibido. La
exteriorización de la
Jerarquía y el consiguiente establecimiento del reino de Dios
en la Tierra
dependen de la percepción de esa
realidad por parte de la humanidad.
Expandir la conciencia es expandir
la percepción de manera que ésta incluya el Reino de los Cielos. Cada uno de
nosotros tiene un pedacito de ese reino como parte de su naturaleza esencial.
Está en el Alma de cada quien. De la misma manera que los rayos del sol, al
amanecer, esperan a que se abran las ventanas para entrar a nuestra casa a
iluminarla, el alma, que es nuestro sol interno, espera igual. Cuando a través
del estudio, la meditación y el servicio lo logramos, la luz entra y nos
ilumina.
Así mismo, cuando un suficiente
número de los hijos de la
Tierra vivan como almas encarnadas conscientes, su luz
iluminará el camino y la
Jerarquía se exteriorizará y el reino de los cielos será una
realidad entre todos.
Cada vez que logras ver la divinidad
en lo que te rodea, estás acercando su reino a la Tierra. Cada vez que
puedes ver, detrás de los defectos, las virtudes del alma humana, estás
colaborando en su exteriorización. Cuando los defectos de algún familiar o amigo
te perturben, enfócate en sus virtudes, ellas saldrán a darte el encuentro. La
vida se hace más armoniosa si percibimos lo divino que está en todas partes.
Que el mundo no te convenza de su
aparente imperfección. Todo es Divino. Cada suceso que nos ocurre de alguna
manera nos trae una enseñanza que es la lección que necesitamos en ese momento
de nuestra evolución. Aceptar lo que tenemos, lo que nos puede estar sucediendo
y con ello hacer lo mejor posible es el reto que la vida nos presenta a cada
momento.
Cuando te sientas descorazonado,
triste, con temor, hay una oración que puede ayudarte. Es una oración del
Maestro Omraam Mikhael Aivanhov que tiene la virtud de darnos fuerza. A mí me
sucede así.
“Señor, amo tu sabiduría, tengo fe
en tu amor y confío en tu
Poder.”
Vivir alabando al Creador en Su
creación es una invocación a Su Presencia. Recuerdo cuando mi papá al mostrarme
una rosa me señalaba que nadie sino Dios podía fabricar la sutileza de sus
pétalos, que con toda la tecnología y la ciencia no podíamos hacer tal prodigio.
Son las cosas que se quedan grabadas en el alma, semillitas que siembran
nuestros padres y con el tiempo germinan. Nuestro Padre Celestial ha puesto en
nosotros semillas que al germinar harán de cada uno una divinidad. Preparar las
condiciones para que germinen es nuestra tarea y la Confianza en Su Amor, Su
Sabiduría y Su Poder preparan el
terreno.
¿Qué hace que abra una flor, que
crezca un árbol, que germine una semilla, que un bebé se desarrolle en el
vientre de su madre? Es el Poder de Dios. Y ese mismo Poder es el que hace
germinar las semillas que están dentro de
ti.
Cuando te asalten las dudas, cuando
creas que todo está perdido, observa el Poder de Dios en la naturaleza
recordando que ese mismo Poder está dentro de
ti.
Todo es Divino. Tú
también.
Siempre desde el alma,
Carmen
Santiago