Sucedió que una vez,
una mujer estaba buscando algo en el suelo junto a un farol. Pasó por allí un
hombre y se paró, curioso, a observar a la mujer, que afanosamente buscaba y
buscaba. Intrigado, después de un rato, el hombre preguntó:
-Buena mujer,
perdona que me inmiscuya en tus asuntos, pero ¿podrías decirme que
buscas?
Y la mujer
repuso:
-Busco una aguja que
he perdido en mi casa, pero como allí no hay luz he venido a buscarla junto a
este farol.
Como esa mujer proceden muchos seres humanos. En
lugar de buscar dentro de ellos mismos (donde mora el más verdadero gurú, el
paraíso interno, la respuesta), buscan fuera de ellos lo que jamás podrán
hallar
fuera.
En un pueblo de la
India vivía en una choza un riguroso asceta. Frente a él, una prostituta
visitada constantemente por hombres. El asceta llamó a la prostituta y la
reprendió severamente:
-¿Qué forma de vida
llevas, perversa mujer? Estás corrompida y corrompes a los otros. Insultas al
Divino con tu comportamiento.
La mujer se sintió
muy triste. En verdad quería llevar otra forma de vida, pero dadas sus
condiciones era difícil. Así no pudo rehusar a su modo de subsistencia, pero se
lamentaba de tener que recurrir a la prostitución y dirigía su mente al Divino
cada vez que era tomada por un hombre. El asceta comprobó que la mujer seguía
siendo frecuentada por toda clase de individuos. Tomó la medida de coleccionar
un guijarro por individuo que viera entrar en la choza de la prostituta. Al cabo
de no mucho tiempo tenía un montón de guijarros. Llamó a la prostituta y la
recriminó:
-Mujer terrible,
¿ves esos guijarros? Cada uno de ellos representa un pecado.
La mujer sintió un
gran dolor. Deseó profundamente que el Divino la apartase de su forma de vida y
unos días después la muerte se la llevaba. También murió el mismo día el asceta,
y he aquí que a la mujer fue llevada a las regiones más elevadas y el asceta a
las regiones más inferiores. Cuando esto comprendió, el asceta protestó por la
injusticia del Divino. Un mensajero de Vishnú le explicó:
-Te quejas de ser
llevado a las regiones inferiores a pesar de haber transcurrido tu vida en
mortificación y ascesis, y de que la prostituta sea llevaba a las más altas,
pero ¿es que no comprendes que somos lo que cosechamos? Mira a la tierra. Allí
está tu cuerpo, rociado de perfumes y flores, honrado por todos, cortejado por
músicos y plañideras para ser incinerado junto al río sagrado con todos los
honores. En cambio, mira el cuerpo de la prostituta, abandonado a los buitres y
chacales, ignorado y despreciado. Pero, en cambio, ella cultivó pureza y
elevados ideales para su corazón, y tú, por el contrario, de tanto mirar el
pecado lo teñiste de impureza. ¿Comprendes, pues, por qué cada uno vais a una
región tan diferente?