Un Dulce Mensaje -
¡Ustedes son tiernamente amados! De www.kryon.org From: Susana
Peralta
¿HUELES ESO?
Un frío viento de marzo bailaba en
torno al silencio de la noche en Dallas cuando el médico entró en la pequeña
habitación de hospital de Diana Blessing. Ella todavía estaba
atontada después de la cirugía. Su esposo David le sostenía la mano mientras
se daban fuerzas para recibir las últimas noticias.
Esa tarde del 10
de marzo de 1996, las complicaciones habían obligado a Diana, con un embarazo
de sólo 6 meses, a pasar por una cesárea de emergencia para traer al mundo
a la nueva hija de la pareja, Dana Lu Blessing.
De 30,5 cm. de largo y
pesando sólo unos 707gr, ellos ya sabían que era peligrosamente prematura.
Aún así, las suaves palabras del médico cayeron como bombas. "No creo
que vaya a lograrlo", dijo tan gentilmente como pudo. "Sólo hay un 10 por
ciento de oportunidad de que pase la noche, e incluso entonces, si por
casualidad sobrevive, su futuro puede ser muy cruel."
Atontados por la
incredulidad, David y Diana escucharon al médico describir los problemas
devastadores que Dana seguramente tendría que enfrentar si sobrevivía.
Nunca caminaría, nunca hablaría, probablemente sería ciega y ciertamente
estaría predispuesta a otras condiciones catastróficas desde parálisis
cerebral a retardo mental completo, etc.
"¡No! ¡No!", era todo lo que
podía decir Diana.
Ella y David, con su hijo Dustin de cinco años,
habían soñado largamente con el día en que tendrían una hija para convertirse
en una familia de cuatro. Ahora, en cuestión de horas, ese sueño se estaba
desvaneciendo.
Pero a medida que pasaban esos primeros días, se presentó
una nueva agonía para David y Diana. Debido a que el sistema nervioso de Dana
estaba esencialmente "en carne viva", el más ligero beso o caricia únicamente
intensificaría su incomodidad, así que ni siquiera podían acunar a su
diminuta beba contra su pecho para ofrecerle la fortaleza de su amor. Todo lo
que podían hacer, mientras Dana luchaba sola debajo de la luz ultravioleta en
la maraña de tubos y cables, era rogarle a Dios que estuviese junto a su
preciosa niñita.
No hubo un momento en que Dana repentinamente se
pusiese más fuerte. Pero a medida que pasaban las semanas, lentamente ganó 31
gr. de peso aquí y 31 gr. de fortaleza allá.
Finalmente, cuando Dana
cumplió los dos meses, sus padres pudieron sostenerla en sus brazos por
primera vez. Y dos meses después, aunque los médicos
continuaban advirtiéndoles gentil pero sombríamente que sus oportunidades de
sobrevivir, no digamos de vivir cualquier clase de vida normal, eran casi
nulas, Dana se fue del hospital a su hogar, tal como su madre había
predicho.
Cinco años después, Dana era una niñita pequeña pero llena de
vida, con brillantes ojos grises y una insaciable sed de vivir y no mostraba
ningún signo de discapacidad mental o física. Simplemente, era todo lo que
puede ser una niñita y más. Pero ese final feliz está lejos de ser el final
de su historia.
Una mañana abrasadora del verano de 1996 cerca de su
hogar en Irving, Texas, Dana estaba sentada en el regazo de su madre en las
gradas de la cancha local donde estaba practicando el equipo de béisbol
de su hermano Dustin.
Como siempre, Dana estaba charlando sin parar con
su madre y varios adultos sentados junto a ellas, repentinamente se calló.
Cruzando los brazos sobre su pecho como abrazándose, la pequeña Dana
preguntó: "¿Hueles eso?"
Olfateando el aire y detectando la proximidad
de una tormenta eléctrica, Diana respondió: "Si, huele a lluvia." Dana cerró
los ojos y pregunto otra vez: "¿Hueles eso?"
Una vez más, su madre
respondió: "Sí, creo que nos vamos a mojar. Huele a lluvia." Todavía
ensimismada, Dana meneó la cabeza, se palmeó los hombros delgados con
sus manitos y en voz alta anunció: "No, huele a Él. Huele a Dios cuando
descansas tu cabeza sobre Su pecho."
Las lágrimas enturbiaron los ojos
de Diana mientras Dana alegremente se bajaba para jugar con los otros niños.
Antes de que llegase la lluvia, las palabras de su hija confirmaron lo que
Diana y todos los miembros de la aumentada familia Blessing supieron todo el
tiempo, al menos en sus corazones.
Durante esos largos días y noches de
sus primeros dos meses de vida, cuando sus nervios eran demasiado sensibles
para que ellos la tocasen, Dios estaba sosteniendo a Dana en Su pecho y es Su
amorosa fragancia la que ella recuerda tan bien.
via Kristin
Maurice |