Construye tu
destino
Manifiesta tu yo íntimo y realiza tus
aspiraciones
Por
Wayne W. Dyer
¿Cuántas
veces, en un momento de desesperanza o de desconsuelo, te has dicho:
«Necesitaría cambiar, pero soy así y no puedo hacerlo»? Todas esas veces te has
engañado respecto a tu capacidad de actuar sobre tu destino. Porque dentro de ti
tienes el poder para conseguir todo aquello que puedas desear. Para hacerlo, no
tienes más que volcarte en tu interior. Esta obra te enseñará qué tienes que
buscar en él: son sólo nueve principios, nueve pistas que no te convertirán en
alguien nuevo, pero sí que te permitirán aflorar lo mejor que, dormido, tienes
en tu interior. Principios tan sencillos como confiar en ti mismo, reconocerte
en lo que eres y mereces, ser generoso y agradecido, aceptarte como parte de un
todo, lo que hará que tú también seas ese todo. Construye
tu destino no te cambiará la vida. Pero será la indispensable herramienta para que
tú la cambies.
Sexto
principio
Conéctate a la fuente
divina
con un amor
incondicional
EL AMOR INCONDICIONAL COMO UNA AUSENCIA DE
TEMOR
Todos los temores proceden de la idea de que
estamos solos y nos hallamos separados de la única fuente divina, a la que damos
muchos nombres, incluido el de Dios o Espíritu Santo. Al adoptar una postura de
amor incondicional, abandonas automáticamente todo temor. En ausencia de temor y
en presencia del amor incondicional, encontrarás la solución al misterio de la
manifestación. Una vez que sabes verdaderamente que no estás separado o solo, el
temor se ve sustituido por el amor incondicional y obtienes así acceso al
Espíritu Santo.
Los temores se originan en el ego, que envía
mensajes constantes diciéndote que eres un ser incompleto y que necesitas más,
que tienes que ganar para ser mejor en comparación con los demás. Con tu presión
incesante, el ego te mantiene en un estado constante de turbación y angustia.
Aquí es donde nacen y se alimentan todos los temores, dentro de ti
mismo.
Para aceptar el amor incondicional como una
premisa para tu vida, tendrás que convencer a tu ego que no hay necesidad de
demostrar nada, y que lo único que deseas y esperas ya está ahí. El ego, además,
necesita que se le enseñe que estás conectado con una fuente creativa que es
mucho más poderosa que él mismo.
Puedes liberarte entonces de su continua
necesidad de destacar, vayas adonde vayas, y puedes enviar hacia el exterior la
energía del amor incondicional con tus pensamientos, confiando en que todo está
en orden. No hay demandas, ni presiones, sino sólo un sencillo conocimiento,
acompañado por una actitud incondicionalmente amorosa. Con esta clase de
declaración, el temor queda eliminado de tu vida y se ve sustituido por el amor.
Recuerda la cita bíblica: «El amor perfecto repudia todo temor».
El temor y el amor son incapaces de residir
simultáneamente dentro de una misma persona. Si tienes miedo, has arrojado el
amor lejos de ti. Si experimentas un amor perfecto, algo que está al alcance de
tu libre albedrío, has arrojado fuera de ti todo temor.
El principio de amor incondicional es un
requisito previo para la manifestación de tu propio destino, y es algo muy
difícil de poner en práctica de modo permanente. Sin embargo, puedes iniciar
este proceso trabajando en él paso a paso, empezando ahora mismo. A continuación
se indican algunas sugerencias para vivir e irradiar amor
incondicional.
ALGUNAS FORMAS DE PONER EN PRÁCTICA EL AMOR
INCONDICIONAL
Ten muy en cuenta, sobre todo, que el amor
transforma. Cada acto de amor libera energía bloqueada en tu cuerpo. El amor
incondicional cura el cuerpo y la mente. Recuérdate esta verdad hasta que se
convierta en tu propia realidad. El amor es una frecuencia con la que puedes
sintonizarte, del mismo modo que sintonizas una frecuencia en la
radio.
El polo opuesto del amor es el temor. El temor
es una corriente de energía que recorre literalmente tu cuerpo y que se produce
cuando te sientes desgajado de la fuente de amor incondicional. Cada vez que
experimentes temor, pregúntate: «¿Qué está ocurriendo para que haya sustituido
en este momento el amor por el temor?». Esta especie de monólogo contigo mismo
te permitirá ser consciente de que vuelves a sentir miedo porque has perdido tu
alineación con el amor.
En esos momentos de clarividencia, has de
expulsar de tu cuerpo la energía del temor, abrazando el amor
incondicional. Cuando sientes miedo, no te quepa la menor duda, la
angustia por fracasar, por no recibir aprobación, por tu aspecto, tus
titulaciones, o lo que sea, se deben a la ausencia de amor incondicional. Cuando
experimentes temor, busca su fuente y verás cómo se disipa casi
instantáneamente.
Recuerda que el amor se manifiesta en tus
pensamientos yen tus actos de unicidad. Cuanto más unido te sientas a la fuente
divina, tanto más actuarás de formas amorosas con respecto a los
demás.
Adquiere el hábito íntimo y regular de
meditar. Cada vez que inspires, siente cómo absorbes amor incondicional. Cada
vez que espires, expulsa los pensamientos de temor. Este ejercicio individual
puede ser la tabla de salvación te conduzca al amor incondicional y al mundo de
la manifestación.
Cuando salgas a dar un paseo, utiliza tu
respiración para absorber la esencia del amor y sentirla fluir por todo tu
cuerpo. Utiliza la respiración como un medio de inhalar amor de la fuente
divina, y de exhalar temor al expulsar el aire. Te sentirás relajado y
experimentarás más alegría y libertad.
Elige un día para practicar este ejercicio con
alguna otra persona. Poneros el objetivo de pensar, actuar e irradiar nada más
que amor incondicional durante veinticuatro horas, incluidos los sueños. Para
vosotros, cada momento de ese día sólo estará infundido de amor.
Esto significa que en cuanto aparezca un
pensamiento moralizante o alguna clase de juicio, lo expulsarás inmediatamente
de tu interior y lo sustituirás por otro de amor incondicional. Si esto
funciona, intenta ver si puedes alargarlo uno o dos días más. Cuanto más dure el
ejercicio, tanto más espectaculares serán los cambios.
Empezarás a observar entonces que surgen
acontecimientos sincrónicos, y tendrás la sensación de que Dios se ocupa
especialmente de ti. Observarás un aumento de energía, un cambio interesante en
tus sueños, que se hacen más intensos y espirituales; te verás a ti mismo
atrayendo cosas que antes parecían fuera de tu alcance; experimentarás con toda
seguridad una mayor alegría, bienaventuranza y también una mayor riqueza en tu
relación con los demás.
Toma la decisión de presentarle a Dios tus
mayores desafíos en el ámbito del amor incondicional. Dirígelos simplemente
hacia Dios, acompañándolos con una petición como: «No he podido aportar amor en
mi vida en estos ámbitos, y solicito la guía divina para lograrlo. Sigo
albergando rencor y odio hacia estas personas, y os pido queme mostréis el
camino hacia el amor incondicional».
Al reconocer que te sientes impotente, admites
que tus condicionamientos y las experiencias de tu vida no te han proporcionado
las herramientas para irradiar amor en esos ámbitos. Pero también reconoces que
existe una energía superior, y le pides a esa fuerza superior que te guíe. Al
hacer esto, demuestras que confías en la fuerza de Dios, y admites que no puedes
superar tu ego.
En los momentos de oración no tengas miedo de
solicitar ayuda. Si quieres eliminar el temor y el odio y vivir con un espíritu
de paz, se te proporcionará ayuda. No impongas ninguna clase de condición
respecto al modo en que quieres recibir esa ayuda. Limítate a solicitarla con
honestidad y, cuando aparezca, da las gracias.
Reconoce la relación entre manifestar el deseo
de tu corazón y el amor incondicional. El amor incondicional es la energía del
universo, es lo que Dios es y, en consecuencia, también lo que eres tú. Sin este
amor, pierdes la conexión con los procesos creativos.
No puedes atraer hacia ti aquello con lo que
ya estás conectado si has saboteado la conexión. La presencia del amor
incondicional está en todas las cosas que deseas atraer, así como en ti mismo.
Mantenla honestamente y conservarás la capacidad para «saber que eres un dios».
Piérdela y habrás perdido tu divinidad. Así de simple.
Recuerda todo esto cuando te preguntes por qué
no se materializan tus deseos en tu vida. Invariablemente, la respuesta tendrá
que ver con la ausencia de amor incondicional en algún lugar de tu mundo
interior.
No necesitas engañarte a ti mismo con el amor
incondicional. Si no amas la personalidad de otra persona, sé honesto, puedes
seguir amando la esencia, la verdad de todo aquel que vive en este planeta y más
allá. Observa cómo se desdobla cada cual, incluso cuando su comportamiento entre
conflicto con lo que tu sabes que es divino y santo. Ten la seguridad de que
están dominados por sus egos, que han expulsado de sus comportamientos todo
rastro de su esencia divina. A pesar de eso, debes enviar amor a la esencia que
se encuentra tras sus acciones.
Cuanta mayor capacidad tengas para ver más
allá de la personalidad y del comportamiento individual, tanta más luz aportarás
al planeta. Tu mundo se va a ver transformado a través de un cambio en la
conciencia, y en esa nueva conciencia el amor va a triunfar sobre las pasiones
del ego. Envía amor aunque te desagrade lo que ves y es posible que cambie
incluso delante de tus propios ojos.
¡Haz que tu palabra sea ley! Mantén la armonía
dentro de ti mismo y experimentarás amor prácticamente en todas las situaciones.
Cumple lo que digas con amor. Eso te proporcionará un equilibrio que brilla por
su ausencia en aquellos que viven sumidos en los sentimientos de culpa y
auto-reproche. Cuanto más practiques «Mi palabra es ley. Tengo que mantenerla»,
tanto más equilibrada será tu vida.
El universo funciona sobre un equilibrio y la
energía que lo mantiene equilibrado es el amor. Al declararte a ti mismo como
una persona que mantiene su palabra, te alineas con la esencia amorosa del
mundo.
He sido testigo del amor incondicional en
acción, en la historia de Kaye O'Bara, que ha cuidado de su hija comatosa
durante veintisiete años. Conté esta historia, junto con mi esposa Marcelene, en
un breve libro inspirador titulado Una promesa es una promesa, y te animo
a familiarizarse con esta saga verdaderamente asombrosa de amor incondicional en
acción. Sentirás la inspiración al leer esta notable historia, y sabrás que
estás ayudándolas también, puesto que todos los derechos de autor de este libro
les son entregados a estas dos almas divinas.
Concluye aquí el sexto principio de la
manifestación. El amor incondicional es un elemento fundamental de tu proceso de
formación de imágenes mentales. No permitas que ningún pensamiento negativo,
impulsado por el ego, penetre en el reino interior del amor.
Si pones en práctica este principio abrirás
tus ojos a una verdad que escapa a la mayoría de la gente. Es el amor
incondicional lo que permite que entremos realmente en contacto con la energía
divina que está en todas las cosas. En tu mano está seguir este camino. Se te ha
dado la posibilidad de expresar tu libre albedrío. Ese es el don que te ha
concedido Dios.
Al expresar amor, te alineas con el mismo amor que se te ha
garantizado con el don de tu libre albedrío. Al expresar odio, cólera, envidia y
violencia, te alías con tu ego, y te niegas la maravillosa posibilidad de
participar en la creación de tu vida junto con la fuente divina de energía a la
que llamamos Dios.
Este es un
Servicio del Centro Escuela Claridad (www.escuelaclaridad.com.ar)
a través de su Red Unión Global de Luz. Boletín editado y distribuido por Juan
Angel Moliterni (claridad@argentina.com).
Alentamos a todos a redistribuir, sin fines de lucro, por vía electrónica,
siempre y cuando se respeten los créditos del servicio, los autores y se
mencionen la fuente y enlace. Si deseas realizar una contribución amorosa
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