Construye tu
destino
Manifiesta tu yo íntimo y realiza tus
aspiraciones
Por
Wayne W. Dyer
¿Cuántas
veces, en un momento de desesperanza o de desconsuelo, te has dicho:
«Necesitaría cambiar, pero soy así y no puedo hacerlo»? Todas esas veces te has
engañado respecto a tu capacidad de actuar sobre tu destino. Porque dentro de ti
tienes el poder para conseguir todo aquello que puedas desear. Para hacerlo, no
tienes más que volcarte en tu interior. Esta obra te enseñará qué tienes que
buscar en él: son sólo nueve principios, nueve pistas que no te convertirán en
alguien nuevo, pero sí que te permitirán aflorar lo mejor que, dormido, tienes
en tu interior. Principios tan sencillos como confiar en ti mismo, reconocerte
en lo que eres y mereces, ser generoso y agradecido, aceptarte como parte de un
todo, lo que hará que tú también seas ese todo. Construye
tu destino no te cambiará la vida. Pero será la indispensable herramienta para que
tú la cambies.
Séptimo
principio
Medita al sonido de la
creación
Este séptimo principio de la manifestación
cambiará tu condicionamiento más que ninguno de los otros ocho. No obstante,
aunque contradice tus creencias acerca de cómo encajas en el universo, también
expande tu capacidad para crear y atraer los objetos del deseo de tu corazón.
Este principio supone una aplicación práctica de la manifestación, al tiempo que
te invita a abrirte a una nueva idea y a una práctica muy diferente cada
día.
Te puedo asegurar que hay mucho que aprender y
ganar con esta práctica de la sana meditación. Yo mismo la he utilizado con
resultados maravillosos. Otros que han practicado la meditación de una manera
regular han experimentado cambios espectaculares en sus vidas y han podido
manifestar lo que previamente creyeron imposible.
Al empezar a abrirte a esta práctica nutricia
del alma, que canta los sonidos de la creación, dedica algún tiempo a volver a
leer atentamente los otros ocho principios. Una vez que inicie la práctica de
estas dos meditaciones diarias de la manifestación, necesitarás confiar en tu yo
superior y meditar con un amor incondicional. Revisar los otros ocho principios
te ayudará a encontrar la confianza y el amor que necesitas.
He estudiado atentamente una gran cantidad de
literatura espiritual antes de escribir este séptimo principio. Utilizar los
sonidos para cambiar las vibraciones de nuestra frecuencia es una práctica
espiritual que ha permanecido en la sombra durante siglos. Muchos de los
antiguos maestros ocultaban los secretos de la manifestación por temor a que
fueran mal utilizados. En esta época de revolución espiritual, la receptividad
individual y colectiva ha permitido la reaparición de estas prácticas
espirituales y nos ha revelado su gran valor. Utilizar el sonido para nuestras
meditaciones puede transformar espectacularmente nuestras vidas y permitir que
seamos conscientes de nuestra capacidad colectiva de manifestar un mundo libre
de las exigencias y la mezquindad del ego.
Me siento bendecido por tener un maestro
espiritual, Shri Guruji, que ha puesto a mi disposición estas meditaciones para
que las enseñe a otros que se muestren abiertos a estas ideas. He escrito sobre
ellas a medida que las he ido conociendo, y presento este séptimo principio
sabiendo que estarán en conflicto con las experiencias condicionadas vividas por
muchos de mis lectores. No obstante, sé que son válidas y te animo a abrir tu
mente a tu capacidad singular de manifestar lo que deseas en tu vida y, más
particularmente, para conseguir que la espiral ascendente y evolutiva del
planeta se libere de las garras del ego, que exalta la separación de la fuerza
misma de la creación.
Este séptimo principio se refiere a la
utilización del sonido como herramienta para abrirnos al potencial y al poder de
nuestra fuerza creativa. Los sonidos tienen la capacidad de generar la habilidad
para atraer aquello que deseamos. Las palabras clave para definir este principio
las encontrarás en el título del siguiente apartado.
LOS SONIDOS TIENEN PODER
Los sonidos son una energía poderosa. Cada
sonido es una vibración hecha de ondas oscilantes en una frecuencia concreta. La
gama de frecuencias que puede captar el oído humano es aproximadamente de entre
dieciséis mil y cuarenta mil vibraciones por segundo. En un nivel superior de la
escala, con vibraciones cada vez más rápidas, está la electricidad, a
aproximadamente cien millones de vibraciones por segundo. A dos mil
millones de vibraciones por segundo encontramos el calor. La luz y el color se
encuentran a quinientos mil millones de vibraciones por segundo, y un
rayo X se manifiesta a dos billones de vibraciones por segundo. Existe la teoría
de que los pensamientos y las desconocidas dimensiones etérea y espiritual se
encuentran en el ámbito de las vibraciones muy intensas, más allá de todo lo que
se pueda calcular en estos momentos. Las frecuencias vibratorias son,
claramente, la naturaleza misma de nuestro universo material.
El sonido, tal como lo escuchamos, ocupa un
lugar muy bajo de la escala, justo por encima de las formas o los sólidos en
cuanto a su velocidad de frecuencia. El sonido es el intermediario entre la idea
abstracta y la forma concreta del mundo material. Los sonidos moldean
literalmente el mundo abstracto del pensamiento y del espíritu en formas.
«Hágase la luz, y la luz se hizo», es la descripción bíblica de la creación. O,
en otras palabras: «Que las vibraciones de luz emanen de mi orden».
En los antiguos ritos ceremoniales, las
palabras, los sonidos y las formas se combinaban para alcanzar ciertos fines. La
forma de cada una de las letras de una palabra indicaba un sonido. Y cada sonido
se utilizaba con un propósito determinado.
Los sonidos influyen sobre nosotros de mil
diferentes maneras. Un “eidófono” es un instrumento formado por la superficie
tensada de un tambor, sobre la que se extiende una sustancia pastosa. Los
sonidos y las palabras se pronuncian luego por debajo de la superficie, y
producen diferentes figuras y formas en la pasta. Algunas de estas son réplicas
de animales, flores y otras creaciones de la naturaleza. Al utilizarse arena, en
lugar de pasta, la arena forma figuras y diseños geométricos que se corresponden
con las letras del alfabeto. Si los sonidos son estridentes y desagradables,
producen formas desagradables. Los experimentos de esta naturaleza ilustran el
impacto que pueden tener los sonidos sobre nosotros.
Los sonidos discordantes y hostigantes de las
máquinas, como los golpes sordos, los chirridos y sonidos ásperos que bombardean
nuestra conciencia, hacen difícil que podamos sentirnos serenos y en paz. Los
sonidos discordantes pueden provocar enfermedad interna. Pero el sonido tiene
propiedades curativas cuando es armonioso y suave. La curación se produce con el
acompañamiento de armonías suaves y de la música de la naturaleza entreverada en
el silencio espiritualmente nutritivo.
Además de curar, el sonido se utiliza en el
proceso de creación, que es lo que nos interesa para este séptimo principio de
la manifestación espiritual. Al utilizar los sonidos de la naturaleza que están
en mayor consonancia con el acto de la creación, empezamos a atraer la forma
material que deseamos de esas frecuencias mucho más altas y que nuestros
sentidos no pueden procesar.
Ten en cuenta que el sonido es la frecuencia
vibratoria que hay entre el mundo de la materia sólida o de la forma, tal como
la conocemos, y las frecuencias vibratorias superiores del mundo sin forma del
espíritu universal. Aprender a utilizar el sonido es un modo de utilizar tu
poder para manifestar el pensamiento en el mundo de la forma. Manifestar es
saber cómo establecer contacto con esa frecuencia vibratoria espiritual,
mientras vivimos dentro de un cuerpo, en un mundo materializado.
El sonido es la única frecuencia vibratoria
que podemos utilizar y cambiar con nuestros sentidos. Todas las demás
frecuencias se hallan más allá de nuestra capacidad de aprovechamiento y no
podemos utilizarlas para cambiar nuestra frecuencia vibratoria. Presta atención
a las palabras y sonidos porque pueden atraer influencias positivas o negativas
a tu vida. Los sonidos armoniosos son los que más contribuyen a una vida
equilibrada y creativa.
Pero antes de abordar el uso de los sonidos acerca de la
meditación, es necesario que aprendas a prepararte para utilizar esos sonidos en
tus meditaciones diarias. La manifestación no se hace con la mente. Debes
acceder a un método que te lleve más allá de la mente, a un estado de conciencia
que trascienda tus pensamientos. Este estado superior de la conciencia, situado
más allá de la mente, se llama siddhi.
Este es un Servicio del Centro Escuela Claridad (www.escuelaclaridad.com.ar)
a través de su Red Unión Global de Luz. Boletín editado y distribuido por Juan
Angel Moliterni (claridad@argentina.com).
Alentamos a todos a redistribuir, sin fines de lucro, por vía electrónica,
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