Construye tu
destino
Manifiesta tu yo íntimo y realiza tus
aspiraciones
Por
Wayne W. Dyer
¿Cuántas
veces, en un momento de desesperanza o de desconsuelo, te has dicho:
«Necesitaría cambiar, pero soy así y no puedo hacerlo»? Todas esas veces te has
engañado respecto a tu capacidad de actuar sobre tu destino. Porque dentro de ti
tienes el poder para conseguir todo aquello que puedas desear. Para hacerlo, no
tienes más que volcarte en tu interior. Esta obra te enseñará qué tienes que
buscar en él: son sólo nueve principios, nueve pistas que no te convertirán en
alguien nuevo, pero sí que te permitirán aflorar lo mejor que, dormido, tienes
en tu interior. Principios tan sencillos como confiar en ti mismo, reconocerte
en lo que eres y mereces, ser generoso y agradecido, aceptarte como parte de un
todo, lo que hará que tú también seas ese todo. Construye
tu destino no te cambiará la vida. Pero será la indispensable herramienta para que
tú la cambies.
Octavo
principio
Desvincúlate
pacientemente
del resultado
UN PLAN, PASO A PASO, PARA INTRODUCIR UNA DESVINCULACIÓN
PACIENTE
EN TU PRÁCTICA DE LA MANIFESTACIÓN
• Comprende la esencia de lo que deseas. Lo que tú deseas no se
encuentra necesariamente en el ámbito de las cosas. Si quieres manifestar
dinero, por ejemplo, observa si tu atención se centra en los billetes o en la
experiencia de sentir seguridad financiera. Pregúntate para qué quieres el
dinero. Centra la atención en las gozosas experiencias que asocias con lo que
deseas, en lugar de centrarla en un automóvil nuevo o en un nuevo jefe o un
compañero o compañera diferente. La experiencia es la esencia de tu
deseo.
La esencia está localizada siempre en los sentimientos. Al buscar
en tu interior, pasas de sentirte gratificado por cosas externas a la verdadera
experiencia de la gratificación. La esencia de tu deseo es un sentimiento de
bienestar y gozo, y un alineamiento con el espíritu universal. Entonces podrás
ver cómo aparecen en tu vida muchas cosas que te mostrarán el camino. Es posible
que no tengan nada que ver con lo que originalmente creías que deseabas o
necesitabas.
Quizá sientas que deseas manifestar verdaderamente más ingresos y
un ascenso, pero si buscas la esencia de este deseo, verás probablemente que lo
que en realidad necesitas es una mayor seguridad y sensación de bienestar.
Desvincúlate del ascenso en el mundo y del aumento de salario. En lugar de eso,
dirige tu energía manifestadora a la misma esencia de tu deseo de sentirte más
seguro y menos estresado. Probablemente, verás que empiezan a suceder cosas en
tu vida que reducen tu ansiedad. Una vez más, es posible que tengan poco que ver
con lo que originalmente creías que deseabas.
Destierra las dudas y entra en el ámbito de la certidumbre.
Elimina todas las dudas relativas a tu capacidad para manifestar la esencia de
tus deseos. Revisa lo que has leído hasta ahora y, cada vez que aparezca una
duda, recuerda que tú y la inteligencia universal sois una misma cosa, y que
esta inteligencia universal está en todas las cosas. Lo sabes, y también sabes
que puedes conectar con esta energía para satisfacer la esencia de tus deseos.
Te recomiendo que revises el segundo principio de este libro y, si quieres
reforzar esta idea, todo el capítulo titulado «Destierra tus dudas» en Tu yo
sagrado.
Una vez que hayas eliminado las dudas acerca de tu capacidad para
manifestar, te será fácil desvincularte del resultado y de todos los detalles.
Lo único que necesitarás será confiar en ti mismo y en la energía divina del
universo.
Abandona tus expectativas y dedícate a tus asuntos. Una vez que
hayas dirigido hacia el universo la meditación del aaah, a través de la
abertura del tercer ojo, olvídate de ello y entrégate a los asuntos de tu vida
cotidiana. No sigas buscando razones para no creer en tu capacidad para atraer
aquello que deseas.
Practica la paciencia que Dios ha mostrado siempre hacia ti en tus
momentos de mayor agitación. Encontrarás consuelo en la silenciosa certidumbre y
en tu relación con Dios.
Continúa con tu trabajo diario y tu régimen de ocio con un nuevo
sentido de paz, que se origina en tu conocimiento acerca de lo que se te
manifiesta. Permanece completamente desvinculado de la inclinación a medir y
calcular lo que aparece o no aparece ante ti.
De hecho, cuando se manifiesten tus deseos es muy posible que
transcurra algún tiempo antes de que te des cuenta, pero el día que lo hagas,
comprenderás que no habías reparado en ello porque te habías desvinculado del
resultado y lo habías dejado en manos de Dios. Esto es una indicación de que has
podido dominar este principio de paciente desvinculación del
resultado.
Guarda tus deseos para ti. Tal como hemos indicado antes,
compartir tus esfuerzos de manifestación no hace sino disminuir la energía y
desviarla hacia la necesidad del ego de conseguir aprobación. Deseas que la
energía de tu manifestación sea lo más directa y pura posible. Además, quieres
evitar la disipación de la energía que proyectas, impidiendo que se implique con
cualquier necesidad del ego.
Si te has desvinculado pacientemente, también te habrás
desvinculado de toda necesidad de conseguir aprobación por tus esfuerzos.
Naturalmente, es posible que, en último término, quieras compartir los
resultados de tu manifestación espiritual, pero mientras incubes esta
experiencia divina con Dios, haz todo lo posible para que sea una cuestión
privada. La necesidad de compartirla en esta fase es una indicación de que tu
atención está en el resultado y de que te hallas vinculado al mismo.
Aprende a interpretar los indicios de la manifestación de tus
deseos. Ten en cuenta que las cosas, tal como aparecerán en tu vida, no estarán
necesariamente relacionadas con lo que te haya indicado tu cerebro racional.
Pueden empezar a aparecer en tu vida nuevas cosas, y seguramente te sorprenderá
comprobar que cada vez sucede con mayor frecuencia.
También empezarás a observar con mayor claridad la relación entre
tus pensamientos y el objeto en que se materializan en tu vida. Las cosas que
antes solías calificar como coincidencias se harán más y más evidentes a medida
que practiques estos principios de la manifestación. Verás que aparecen personas
para ayudarte después de que hayas pensado en estos necesarios ayudantes. Verás
aparecer objetos que estaban en tu mente, y que habías olvidado, pero que ahora
aparecen en tu vida con mayor frecuencia.
Alguien mencionará una película concreta o una canción o cualquier
otra cosa aparentemente irrelevante, y la escucharás una y otra vez, o la
película antigua que comentaste que desearías ver, aparece de pronto en la
tienda de vídeos ese mismo día. Sé consciente de la relación entre lo que
piensas y lo que realmente deseas manifestar. Los indicios empezarán a brotar en
una multitud de formas deliciosas e inesperadas.
Todos estos acontecimientos y ocurrencias sincrónicas son el
resultado de empezar a vivir en un estado elevado de conciencia. Estás
estableciendo conscientemente contacto con la fuente universal de toda energía,
que ha estado, hasta ahora, por debajo de tu nivel de conciencia, y que ahora
empieza a aflorar a la superficie. Presta mucha atención a los indicios que
vayan apareciendo y piensa para tus adentros: «Está funcionando. Puedo ver los
resultados y sé que se debe al hecho de que utilicé estos principios y a mis
prácticas de meditación. Continuaré haciendo en privado lo que estoy
haciendo».
• Actúa inmediatamente en cuanto detectes los primeros indicios,
reconociéndolos. AI reconocer las primeras señales de la llegada de aquello que
deseas manifestar, estarás dando a tu energía una carga positiva, y reconociendo
la divina inteligencia universal. Este reconocimiento es esencial para la
continuación de este proceso de manifestación.
Da gracias en silencio y di para ti mismo: «Veo los resultados de
mi conexión con la fuente universal. Observo la presencia de esa persona
concreta que se ofreció a ayudarme, y sé que me fue enviada por Dios. Doy las
gracias y haré todo lo posible por utilizar esta manifestación para el bien de
la humanidad, antes que para la gratificación de mi propio ego».
• No pienses en tu manifestación como un favor especial. La
inteligencia universal que llamamos Dios no es una personalidad individual, y no
dispensará favores especiales ni a ti ni a nadie. Ver la manifestación como un
favor equivale a iniciar el proceso de regateo con Dios y a creer en tu
separación de todos los otros seres vivos. El proceso de la manifestación es una
práctica espiritual en la medida en que reconoces que tú y la fuente divina de
toda la energía sois una misma cosa.
Esta unicidad no juzga si alguien tiene más derecho a la
abundancia que cualquier otro. Está en todas partes y en todas las cosas y se
muestra cuando tú, como una partícula localizada de esa fuente divina, reconoces
tu conexión y te muestras abierto a que esta actúe en tu vida.
Aunque la gratitud es una parte importante de esta conciencia que
representa el noveno y último principio de la manifestación espiritual, no
supone aprecio por haber recibido un favor especial. Al ego le encanta hacerte
aparecer como alguien especial y característicamente distinto de todos los demás
y, en consecuencia, más digno de su multitud de exigencias. Al ego le gustaría
que pensaras en estas manifestaciones como favores especiales porque, al
hacerlo, reforzarías tu separación con respecto a esa fuente.
Tus deseos se manifiestan porque estás en perfecto alineamiento
con tu fuente de creación, y porque no planteas ninguna limitación a lo que
pueda aparecer en tu vida. Ignora los esfuerzos de tu ego por hacerte pensar que
estás recibiendo las más ricas bendiciones de Dios, porque eres
especial.
En lugar de eso, sé agradecido y utiliza estas bendiciones al
servicio de otros y con la más profunda gratitud por la esencia espiritual que
hay en ti. Ya no te identificas exclusivamente con el cuerpo físico, y reconoces
tu alma infinita como tu verdadera esencia. Es precisamente esto lo que te
permitirá obtener unos resultados en la manifestación, no tu singularidad como
individuo. Recuerda una vez más que la inteligencia universal que llamamos Dios
no puede singularizarse o enmarcarse dentro de unos límites, puesto que está en
todas partes y en todo.
Este es un Servicio del Centro Escuela Claridad (www.escuelaclaridad.com.ar)
a través de su Red Unión Global de Luz. Boletín editado y distribuido por Juan
Angel Moliterni (claridad@argentina.com).
Alentamos a todos a redistribuir, sin fines de lucro, por vía electrónica,
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