Desprendeos de vuestras ideas
fijas. Entonces podréis disfrutar más de la
confusión. Y no os confundirá... será un caos
creativo. Un hombre necesita un caos creativo en
el corazón para dar nacimiento a danzantes
estrellas. No hay otra
manera.
Si tenéis ideas fijas, la
vida os va a crear mucha confusión, porque la
vida jamás cree en vuestras ideas. No deja de
revolver las cosas. Interfiere con la gente.
Hace trucos. No es como el salón en el que
arregláis los muebles y todo sigue siendo igual.
La vida no es un salón. Es un fenómeno muy
salvaje.
Y Dios es muy caótico. No
es un ingeniero o un arquitecto, un
científico o un matemático. Es un soñador,
y en un mundo de sueños, todo está revuelto.
Vuestro novio de pronto se convierte en un
caballo... En un sueño, nunca discutís ni
preguntáis: “¿Qué ha pasado? ¡Hace apenas un
momento eras mi novio y ahora te has
transformado en un caballo!”. En un sueño,
aceptáis. Ni siquiera surge la más mínima
sospecha sobre lo que sucede, porque en un sueño
no lleváis vuestra idea.
Pero despiertos os sería
imposible ver que vuestro novio se está
transformando en un caballo. ¡Y los novios
se convierten muchas veces en caballos! La cara
puede que siga siendo la misma, pero la energía
es diferente. Entonces os sentís
confusos.
Realmente nunca me he encontrado con una
persona confusa. Más bien, me encuentro con
gente que tiene ideas fijas. Cuanto más fija la
idea, más confusión habrá. Si no queréis estar
confusos, desprendeos de la idea. No es que la
confusión vaya a cambiar, pero no parecerá una
confusión. Se trata
simplemente de la vida, que está
viva.