Mientras estamos
despiertos, todos nos dedicamos a edificar nuestra
consciencia. El trabajo es invisible y silencioso, y
por lo tanto, pasa inadvertido para el grueso de la
humanidad.
Sin embargo, se
trata de la actividad más fundamental
y de mayor trascendencia de la vida. Todo el mundo
edifica su consciencia constantemente, por mal que lo
sospeche. A toda hora, en todo momento, uno
crea el bien o el mal, el fracaso o el éxito, la
felicidad o el sufrimiento en la vida mediante los
pensamientos que
uno concibe – las ideas que abriga, las creencias que
acepta, las escenas y los sucesos que crea – en el
taller oculto de la mente.
Este decisivo
edificio, a cuya construcción uno se dedica
perpetuamente, no es más que uno mismo, su personalidad, su
identidad en este mundo, la misma historia de su vida
como ser humano.
Si usted es
sabio, si usted es inteligente, si usted practica el
sentido común, a la luz de lo que sabe edificará
positivamente,
constructivamente, lo que se dice espiritualmente.
Este edificio
maravilloso (que se construye como templo) es la
consciencia
espiritual. |