Mensajito
del día - por Sathya Sai Baba
El amor está
inherente en el hombre; no obstante, al igual que una
semilla debe ser regada con agua, debe fomentarse el
amor en el hombre a través del servicio. El amor es una
cualidad sagrada. El amor es como el néctar. Un hombre
que haya saboreado la dulzura del Amor Divino no deseará
ninguna otra cosa en el mundo.
La vida debe ser
una manifestación constante de amor. Pero hoy en día el
amor se expresa de una manera restringida y egoísta.
Debería expresarse en forma de servicio a la sociedad.
De ese modo el amor se convierte en una experiencia
recíproca y expansiva.
El servicio en
todas sus formas es en primer lugar una disciplina
espiritual. Piensen, por ejemplo, en un árbol. Ofrece
sombra y distribuye sus frutos a quienquiera que se
acerque a el. No alberga ningún sentimiento de odio o
venganza hacia aquellos que le causan daño; no busca
recompensa de aquellos que se benefician de él. Todos
deberían aprender del arbol esta lección de servicio
desinteresado.
Dios es el
residente en todos los corazones. Así que si sirven a
alguien, ese servicio se dispensa al Dios que hay en El,
y Dios les concederá Su Gracia.
El hombre sufre
de dos clases de enfermedades, una física y otra mental.
Un hecho peculiar relacionado con estos dos tipos de
enfermedades es que el cultivo de la virtud las cura a
ambas. Una actitud de generosidad, de fortaleza ante la
aflicción y la pérdida, un espíritu de entusiasmo por
hacer bien y servir lo mejor que uno pueda: todo esto
fortalece la mente asÍ como el cuerpo.
La alegría que
se deriva del servicio reacciona sobre el cuerpo y les
libera de la enfermedad. De este modo, el cuerpo y la
mente se hallan estrechamente interrelacionados. Es el
sentido del dualismo, el sentimiento de "mío" y "tuyo",
el único responsable de todas las alegrías y
aflicciones, de las preferencias y aversiones que
experimenta el hombre. Este dualismo está enraizado en
el egoísmo, que nos hace pensar que mientras uno sea
feliz, no importa lo que le ocurra al mundo. Una persona
así de egocéntrica, que considera su cuerpo, su salud y
su familia como lo único importante, contempla la
Realidad como falsa y a este mundo falso como
real.
Para deshacernos
de este malestar tan profundamente arraigado, debemos
dedicarnos a actos de servicio, para comprender, de esta
manera, que el cuerpo se nos ha concedido no para servir
a nuestros propios intereses, sino para servir a los
demás.
Estén siempre
llenos de Prema (Amor). Sientan compasión hacia los que
padecen sufrimiento o pérdida; hagan lo posible para
aplicar el ungüento de la palabra consoladora y la ayuda
oportuna. No dañen la fe de nadie respecto a la virtud y
la divinidad. Estimulen a los demás para que tengan esta
fe. Demostrando en sus propias vidas que la virtud es su
propia recompensa y que la Divinidad es omnipresente y
omnipotente. |